El libro de Labriola fue editado por Dunken.
“Una vida alrededor de los libros y el cine”, así define el contador Gustavo Labriola su pasión por la literatura y el séptimo arte que acaba de compilar en su primer obra escrita: “Los libros y el cine”, de Editorial Dunken. Con esta obra, el autor oriundo de Concordia aporta una mirada al devenir de los ámbitos culturales de la capital del citrus y de la provincia.
“En estos escritos va un relato parcial como es parcial la memoria y en ella anidan todos aquellos libros y aquellas películas que han impactado mi corazón”, sostiene el nobel autor en otro tramo del prólogo.
Labriola es oriundo de Concordia, padre de cuatro hijos, Contador Público Nacional y se desempeña actualmente como Secretario de Hacienda de la provincia. Sin embargo, cultiva desde siempre una insistente pasión por la literatura y el cine que recopila en esta, su primera obra.
“De ninguna manera pretendo otra cosa que reavivar los recuerdos. Lejos de mi intención se encuentra cualquier pretendida erudición o análisis profesional de los libros o los films. El propósito sustancial es recordar, y rescatar libros y películas que me han hecho mucho bien y que podrían ser interesantes para otros”, remarca.
Además de un extenso y detallado repaso por obras cumbres de la literatura y sus relaciones con el cine, Labriola deja entrever el vínculo de estas artes con los principales sucesos y momentos históricos en los que se produjeron, sus autores, directores y protagonistas. Construye el autor un diálogo posible entre las ficciones y la realidad.
En ese marco, el autor arroja un sin número de escenas y “frescos” de su Concordia natal y de la provincia, las salas de cine históricas y personas emblemáticas de la provincia. Lo que convierte al libro, además, en un valioso aporte a la hora de conocer el devenir de los ámbitos culturales de la capital del citrus y de la provincia.
Así es como llega también a la fórmula que a su entender constituye una mejor forma de habitar el tiempo y la cultura: “una dosis recomendable sería una película por día y un libro a la semana”; y concluye el autor: “Bien valió la pena desandar los recuerdos e involucrarme con el pasado, porque, debo decir, sin temor a equivocarme ni a exagerar, que leyendo y viendo cine he sido feliz”.