The show must go on

* Por Diego H. Fernández

(Especial para ANÁLISIS)

El fútbol, como nosotros los que ya pasamos los 40 años conocimos, ya no es el mismo como tampoco esta sociedad lo es, una sociedad vertiginosa que dispara rápidamente sin saber hacia dónde va, pero eso sí, igual va rápido. La velocidad con la que un Smartphone o una computadora nos van cambiando inmediatamente de pantalla, abriendo y cerrando ventanas nos hace creer que también el accionar humano debe ser así.

“La dialéctica del ser activo consiste en que la hiperactiva agudización de la actividad transforma esta última en una hiperpasividad, estado en el cual uno sigue sin oponer resistencia a cualquier impulso e instinto. En lugar de llevar a la libertad, origina nuevas obligaciones. Es una ilusión pensar que cuanto más activo uno se vuelve, más libre se es. La vida contemplativa es más activa que cualquier hiperactividad pues esta última representa precisamente un síntoma del agotamiento espiritual” que magnificó Nietzsche, era tan predictivo en sus escritos que hasta asusta pensar que se hayan realizado hace tantos pero tantos años.

Hoy en día vivimos en un mundo pobre en interrupciones, en entres y entretiempos ya que la aceleración los suprime. Además porque a esa inmediatez se le suma la productividad para generar el vil metal, el dinero y poseídos por el dinero los seres humanos se vuelven ciegos que hasta casi no reconocen valores, no de los materiales, ni escrúpulos. Claro que dentro de ese mecanismo se encuentra el engranaje, que no sabe que lo es, y el que tiene el poder de poner en marcha la máquina. Los engranajes están representados en diferentes escalas porque no todos alimentan al monstruo de la misma manera, pero al fin y al cabo no dejan de ser simples engranajes aunque estén bañados con algún metal precioso.

El Mundial  este  se  realiza  por  primera  vez  en  una  fecha atípica, alejado  del calendario tradicional al que todos estábamos acostumbrados. El leitmotiv es que los jugadores llegarán mejor que en los otros mundiales porque no vendrán exhaustos con una temporada completa, pero hace más de un mes que están jugando un partido atrás del otro como si fuera un algoritmo tecnológico. Hay fútbol todos los días, y no se crean que es porque eso le hace bien al juego, por favor no sean ilusos, eso le hace bien al negocio, dinero que entra por sponsors por cadenas televisivas y por todo lo que se puedan imaginar.

¿Y el juego? A, eso es secundario para la maquina degustadora de billetes. La pelota tiene que rodar no importa cómo ni dónde y en el donde me quiero detener. El Mundial se hace en Qatar un país donde cuando uno analiza diferente cuestiones no encuentra muchas razones que lo acrediten como sede, salvo porque esta bañado en oro. Un país con una cultura donde muchos derechos están restringidos en nombre de la religión y las buenas costumbres, obviamente las costumbres de ellos, y que deja claro que la plata y la propaganda del fútbol no hay ni religión que no le guiñe un ojo. Por la plata baila el mono y hasta los santos.

Algunas voces de los protagonistas hicieron ruido, el primero en alzar la bandera de la coherencia fue Jurgen Klopp  que no solo arremetió con el calendario y el lugar sino también con la cantidad de operarios muertos durante la construcción de los estadios, trabajando en condiciones inhumanas con 50 grados de calor y como se imaginaran por una miserable paga, ni Marx hubiera imaginado que esto llegaría a pasar tan impunemente. Otras voces empiezan lentamente a hacerse escuchar que para mi gusto deberían ser más, pero claro la trampa es grande como lo dijo hace unos días Gustavo Alfaro. “Pero es obvio que para los que estamos dentro del fútbol nos dicen van a ir a jugar un Mundial y decimos que sí que lo jugamos en cualquier lado porque el Mundial es un sueño para todos” Y en esas declaraciones se puede ver la manipulación emocional que hace la maquina con los engranajes, es así, una trampa gigante que podría atrapar a todos los ratones del universo, una flauta mágica como la del flautista de Hamelin.

Así que ya sabemos que mientras todos estemos embelesados por las grandes estrellas, distraídos por nuestras pasiones y pegando figuritas en el álbum el monstruo seguirá devorando al fútbol y a la persona, la deshumanización sigue avanzando. Y que mientras se griten goles ahí cerca se seguirán cercenando derechos indispensables para la vida.

“En cierta ocasión, un persa rico y poderoso paseaba por el jardín cada uno con sus criados, compungido este porque acababa de encontrarse con la muerte, quien le había amenazado. Suplicaba a su amo para que le diera el caballo más rápido y así poder apresurarse y llegar a Teherán. Aquella misma tarde el amo accedió y el sirviente se alejó de al galope. Al regresar a su casa también se encontró con la muerte y le preguntó ¿Por qué has asustado y aterrorizado a mi criado?  Yo no lo he amenazado, contestó la muerte y prosiguió: Solo mostré mi sorpresa al verle aquí cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán”.

Esta hermosa narración nos tendría que hacer reflexionar. Es acaso el camino que lleva el monstruo el mismo que conduce a Teherán, no se dará cuenta el que va derecho hacia la muerte, o peor aún él sabe que va a hacia la muerte y lleva consigo a millones de personas, pero aun así no le importa nada hipnotizado por la ambición del dinero  que entra, entra y no deja de entrar.

Volviendo al inicio, ese fútbol que solo se jugaba los domingos no existe más, ese fútbol que no era televisado y solo se podía ver en vivo y en directo no existe más, ese fútbol en el cual los protagonistas eran más importantes que el negocio no existe más y lo más preocupante es que ese fútbol que tenía exponentes  como Sócrates y Maradona entre otros a los que no les temblaba el pulso para decir las verdades a los cuatro vientos tampoco existe más, se imaginan a Sócrates en el primer partido de Brasil en Qatar entrando a jugar con una  vincha que diga “Las mujeres tienen nuestros mismos derechos” en un acto totalmente revolucionario.

En contrapartida seguimos yendo a donde nos llevan, la zanahoria sigue adelante y los burros vamos tras ella creyéndonos que algún día la vamos a alcanzar. Yo resumo todo en la película de José Campanella “Metegol” donde yo nunca quiero dejar de ser Amadeo aunque todos alrededor ya quieran romper el viejo metegol y en nombre del progreso y la evolución toman y ejecutan decisiones en nombre del “show business” deshumanizando cada vez más algo que nunca dejara de ser humano aunque se esmeren continuamente en hacernos creer otra cosa, porque ahí está la trampa en hacer ver una realidad virtual disfrazada de consola de videojuegos como algo ecológico y natural.

Y en esto créanme señores “el show así no debe continuar” al revés de la gran canción de Queen interpretada por el genial Freddy Mercury.

“A veces un hombre tiene que luchar tanto por la vida que no tiene tiempo de vivirla”, Charles Bukowski

* Ex arquero profesional. Actual director técnico.

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