La historia negra de una herencia mal pretendida llegó a su fin. El abogado Conrado Juan Jordán, cuñado del ex gobernador Sergio Montiel, fue la cabeza visible de un complejo entramado que no escatimó recursos, esfuerzos ni vinculaciones para lograr quedarse con una de las fortunas más codiciadas de Entre Ríos: la del hacendado nogoyaense Juan José Riera. El ruralista murió hace 20 años y comenzó una interminable batalla judicial por el destino de los bienes materiales que dejó el extinto. Jordán puso en funcionamiento una argucia increíblemente audaz, la de hacer valer sus derechos sobre los bienes por haber pagado algunos gastos de sepelio y otras deudas menores. Pero con vinculaciones que llegaron hasta encumbrados hombres del peronismo la historia prendió. Consiguieron cuantos fallos judiciales necesitaron dentro la provincia. Hasta que la suerte se les dio vuelta cuando la Justicia comenzó a fallar en contra de Jordán, y debió hacer un arreglo extrajudicial entregando los bienes, a fin de preservar otros campos que había conseguido varios años antes valiéndose de similar mecanismo. Lo cierto es que tuvo que devolver más de 4 millones de pesos, según confirmó ANALISIS. Una historia compleja que no envidiaría la trama ideada por la febril mente de un literato es la que nutre a este caso.

Jorge Riani

Como el epílogo de una larga saga, la historia de la herencia Riera llegó a su fin. Ya no hay causa judicial después de que la montaña de expedientes recorriera caminos tan largos que extenuaría hasta el ser más paciente del planeta. Ambición, tenacidad, ausencia absoluta de escrúpulos, complicidades, la necesaria cuota de absurdo y una fortuna en juego cimentaron una historia a la que este semanario le dedicó varias tapas.

Hoy vuelve sobre el tema para decir que el asunto se cerró a partir de que los litigantes identificaron el punto exacto en el trayecto del pleito en el que más allá sólo habría dificultades para todos. Para el abogado que ideó una fría argucia para quedarse con una fortuna millonaria, porque el lento andar de la Justicia -tarde o temprano- le pasaría factura y entonces convenía retener algo del botín. Para los herederos del hacendado porque ya habían consumido demasiados años esperando recibir lo que les corresponde y “la vida se les estaba pasando”, según explicó a ANALISIS una pieza clave en la negociación. La voluntad de no perder llegó antes que la Justicia.

La historia del derecho a acceder a la fortuna de Juan José Riera es la de un abogado comedido -cóctel peligroso si los hay-, que pagó, sin que nadie se lo reclamara ni nada tenga que ver con el asunto, un pequeño saldo deudor en la cuenta corriente bancaria que se generó ya muerto su titular, el hacendado Juan José Riera. Entre los pagos que acreditó estaba algún gasto del sepelio del rico ruralista.

El abogado -actor principal de esta historia negra- es Conrado Juan Jordán, quien suma con su vinculación familiar al ex gobernador radical Sergio Montiel un ingrediente que ningún novelista dejaría al margen de la consideración. Jordán también pagó generosamente el saldo de un crédito prendario sobre 40 vacas. Y a partir de ahí la generosidad comenzó a pasar facturas: empezó a ejecutar la sucesión. Todo fue hacia inicios de la década de 1990, cuando lo que comenzó como un gesto terminó siendo un presunto derecho de cobranza que, bajo la lupa de la ambición, se transformó en el descarnado interés por quedarse con una de las herencias más codiciadas de Entre Ríos en los últimos años, aunque haya casos similares.

El bueno de Jordán embargó las tierras por un monto cercano a los 600.000 pesos, y para eso tuvo la luz verde del juez Carlos Calvo, a pesar de que los campos no estaban a nombre del difunto empresario agrícola, sino que estaban aún inscriptos a nombre del también difunto padre de Juan José Riera.

En determinado tramo de la historia, el Consejo General de Educación (CGE) quedó expectante de recibir la herencia porque ésta había sido declarada “vacante”. Hay que recordar que los bienes que quedan sin herederos pasan al área educativa del Estado entrerriano, según la legislación vigente.

El caso se entreveró lo suficiente cuando entraron a jugar una veintena de familias que reclamaban como descendientes o familiares de Riera. El CGE jugó en favor de los intereses de Jordán porque así lo determinaron quienes tuvieron entre sus manos los destinos administrativos del organismo estatal. Esto fue una de las situaciones que llevó a pensar a los herederos de Riera que el abogado y cuñado del gobernador Montiel contaba con toda una estructura de complicidades que llegaba a hasta hombres clave del poder bustista inclusive. Una muestra más de que los negocios no tienen ideología.

Con semejante red, no le costó al abogado-cuñado lograr sentencias favorables en los tres niveles de la Justicia entrerriana. “La taba se le empezó a dar vuelta en 2004 cuando los casos comienzan a llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, explicó una fuente vinculada a los herederos familiares de Riera.

El pleito se había convertido en un enredado manojo de causas principales y de causas secundarias, iniciadas algunas porque a los familiares de Riera no se les otorgaba el beneficio de pleitear sin gastos, por ejemplo. Hubo un sinfín de dificultades para los familiares del extinto hacendado. Recuerdan algunos conocedores del caso que el juez no aceptó como prueba los análisis de cruces telefónicos que dejaban dibujado el presunto tráfico de influencias y las complicidades que llegaban, inclusive, hasta las más altas esferas del Registro de la Propiedad. El magistrado también a esto lo rechazó por “improcedente”. Pero una a una las causas perdidas por lo familiares de Riera comenzaron a enderezarse en el ámbito de la Justicia Federal y entonces ahí comenzó a cambiar la suerte de Jordán y sus cómplices.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)