Álvaro Moreyra
Héctor Ortega volvió por unos días a su ciudad natal, Paraná, a visitar a los suyos. Horas antes de emprender el viaje de regreso a Italia, el ex delantero de Atlético Paraná, Unión de Santa Fe, Newell’s y Huracán, entre otros equipos, le contó a ANALISIS sobre su actualidad y al mismo tiempo hizo un repaso de su carrera como futbolista profesional. Además, en un castellano muy italianizado, el Yira relató algunos detalles poco conocidos del Calcio, dejando bien en claro que jugar en ese país no es la salvación de un futbolista, cuando se firma con un equipo del ascenso.
Héctor Alberto Ortega lleva casi dos décadas viviendo en tierras italianas. Allí, el paranaense continúa ligado a su pasión, el fútbol y ya tiene sobre sus espaldas 18 años trabajando en las categorías del ascenso del Calcio tano. El ex jugador de Atlético Paraná, Unión de Santa Fe, Sarmiento de Junín, Newell’s de Rosario, Huracán de Parque Patricios y Temperley, a fuerza de trabajo y buenos resultados, se ha convertido en una especie de entrenador-salvador de equipos que están al borde del descenso, y cada vez que un club de la Serie C1 o C2 está al borde del precipicio, el teléfono de Ortega suena y del otro lado se escucha un pedido de auxilio. En estos días, el DT pasó fugazmente por Paraná y ANALISIS tuvo un mano a mano con el Yira u Orteguita, como se lo conoce en el mundillo y habló de su presente, del fútbol italiano y además realizó una recorrida sobre su pasado como futbolista, desde sus comienzos en el Decano paranaense, hasta su retiro tras un pase frustrado por lesión a un equipo de la Segunda División de Italia.
–¿Qué es de la vida del Yira Ortega en este momento?
–Mi vida está siempre vinculada al fútbol, en el último tiempo dirigir se me está haciendo muy cuesta arriba, pero siempre trato de hacerlo o de seguir vinculado con el deporte que amo.
–¿Por qué se le complica?
–Desgraciadamente pesa y mucho ser argentino, si bien es paradójico porque trabajé todos los años pero nunca tuve la dicha de agarrar un equipo a comienzos de temporada, siempre recibo un ofrecimiento cuando un equipo anda mal y corre riesgo de descender, pero lamentablemente una vez que termina el campeonato no me ratifican en el cargo o me echan. La satisfacción que tengo es la excelente relación que mantengo con los jugadores y los hinchas. Por suerte en los equipos que me llamaron cumplí los objetivos y eso, al menos a mí, es reconfortante.
–¿Lo tienen como una especie de “salvador” en el ascenso italiano?
–No creo que sea un salvador, he tenido la suerte de salvar a varios equipos. En mi última experiencia me tocó dirigir al Fasano, un equipo de quinta categoría, con jugadores semiprofesionales. Cuando me llamaron el equipo estaba casi descendido, cuarto de abajo para arriba y quedaban seis partidos, cuatro de visitante y dos de local, ante el puntero nada más y nada menos. Debo reconocer que fui de kamikaze al tomar el equipo, ni siquiera miré el fixture, y por esas cosas del fútbol ganamos tres y empatamos tres, el equipo se salvó y ni siquiera jugamos el playout (Promoción).
–¿Es competitivo el fútbol de ascenso en Italia?
–Todas las categorías lo son. Me tocó dirigir equipos de Serie C1 y C2 (que serían la tercera y cuarta división en Argentina) y puedo dar fe que a aquellos equipos que descienden, les cuesta mucho volver, debido a la competitividad que existe. Pasa lo siguiente, cada ciudad está representada por su equipo, en ese sentido no es como acá que hay una Liga por ciudad, sino que toda una localidad apoya, en todo sentido, a su club.
–¿El calcio italiano es una panacea como se lo pinta?
–En los últimos años se vio un cambio en toda Italia, el país sufre económicamente y eso se refleja en el fútbol. Lamentablemente, el fútbol está manejado por incapaces y solamente les interesa el resultado.
–¿Y en el ascenso?
–Menos. Conozco a chicos argentinos a quienes les prometieron todo y después no tenían plata ni para volver. En el fútbol italiano no todo es color de rosa como nos quieren pintar. Por las dudas, que quede claro, también hay gente seria, pero lamentablemente son los menos.
–¿Por qué cree que pasa eso?
–Sencillo, en Italia los clubes tiene un dueño, no hay un conjunto de personas que deciden las cosas, sino que es uno solo y hace lo que quiere, sin objeciones. Hace algunos años, estos empresarios se compraban un club para buscar rédito económico, son empresas, y lo lamentable es que las funden y no pasa nada. ¿Raro, no? porque un empresario común y corriente funde su empresa y no recibe nunca más un crédito, mientras que allá con los clubes no pasa lo mismo, nadie dice ni hace nada y el que habla, después no trabaja más.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)