Hugo Remedi
Un poco más de la mitad de los entrerrianos habilitados para votar en las próximas elecciones del 28 de junio viven en las siete ciudades más pobladas de la provincia y el resto en zonas rurales o en localidades estrechamente relacionadas al campo. La guerra con los chacareros caló hondo en las filas kirchneristas y hoy, su incidencia en lo electoral se supone determinante y difícil de medir a través de encuestas. El oficialismo tiró el primer zarpazo, mostró encuestas de imágenes ampliamente favorables y salió a militar la calle de inmediato. La oposición, necesitada de reposicionarse, mutó sustancialmente su composición e irá en búsqueda desesperada de los votos anti-kirchneristas. En medio de la confrontación renacieron las feroces antinomias que hoy en pleno esplendor trafican letales desencuentros en medio de una sociedad anestesiada por el desinterés cívico. Con un padrón de casi 900.000 votantes en Entre Ríos y previendo una afluencia electoral del 80 por ciento, los candidatos que no pertenezcan a las mayorías tendrán que cosechar unos 100.000 sufragios para poder acceder a uno de los cinco cargos en disputa. Visto así, los espacios en pugna parecen encaminados a repartirse entre peronistas y radicales. Al gobierno provincial le preocupan otras cosas fundamentalmente: mantener el ritmo de obra pública, pagar los sueldos al día y sortear la pelea con los docentes y todo esto, en el fondo, es cuestión de plata, aquella que tan bien manejan los Kirchner.
Fue tan magra la elección del segmento opositor en la última elección del 28 de octubre de 2007 que suena imposible que le vaya peor el 28 de junio. En algo menos de 20 meses los acontecimientos se han precipitado de una manera tan convulsionada, sobre todo a nivel nacional, que seguramente la foto de aquel entonces tendrá retoques sustanciales en los próximos comicios previstos para el mes que viene.
Desde ya, los protagonistas de la oposición no son los mismos. El principal arco opositor tuvo entonces dos manifestaciones importantes. Por un lado la alianza entre la Concertación UNA (de Roberto Lavagna) y el radicalismo, que cosecharon unos 115.000 votos (18,54 por ciento), en tanto la Coalición Cívica de Elisa Carrió junto al socialismo sumaron en su haber un poco más de 110.000 sufragios (17,92 por ciento). Y bastante más atrás quedó Viva Entre Ríos, o lo que es lo mismo decir el peronismo disidente de aquel momento, con casi 60.000 votos (9,64 por ciento).
El triunfo peronista fue contundente al obtener el 46,91% de los sufragios y nada hacía presagiar entonces incertidumbres ciertas en el futuro camino del oficialismo. Sin embargo, la impensada crisis con el campo trabó serios obstáculos en el trayecto. Cruzada por el conflicto, la contundencia de entonces ingresó hoy en un camino cierto de interrogantes.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)