Álvaro Moreyra
Hace poco más de una semana Paraná vivió un momento histórico. El ascenso de Patronato a la Primera B Nacional dejó bien en claro que en la capital entrerriana se respira fútbol en cada rincón y si bien durante varios años estuvo dormido, en los últimos dos, el hincha, y también el amante de este deporte, demostraron que Paraná es bien futbolera. El 2008, pero más aún el 2010, quedará marcado a fuego en la memoria de los paranaenses.
Patronato fue el mejor equipo de una extensa y extenuante temporada. Si bien en el Apertura estuvo cerca, en el Clausura se terminó de demostrar lo que insinuó en la primera parte del calendario. Con la aparición de Marcelo Fuentes a comienzo de este año, un hombre que conoce bien la categoría, Patronato se reforzó con cuatro buenas incorporaciones y fue protagonista del certamen. Las llegadas de Cristian Devallis, Fabián Espínola y Diego Leclercq fueron determinantes. Es de recordar que también se sumó el arquero Carlos Morel, tras la ida de Agustín Bossio, quien buscaba más minutos en cancha y decidió emigrar a Ben Hur de Rafaela.
A la base que dejó Miguel Amaya (técnico en el Apertura) se acoplaron estos futbolistas y Patronato se hizo más fuerte, no solamente jugando de local, donde no perdió ningún partido, sino también fuera de Paraná.
El nombre de Diego Jara es el que se robó todas las miradas. El concordiense fue el goleador y la figura del equipo a lo largo de toda la temporada. Los ojos del mundo futbolero a nivel nacional se posaron sobre él y a partir de eso es que es muy complicado que siga en la entidad. A pesar de ello, todos pusieron su granito de arena para hacer realidad el sueño que se pautaron a comienzo de temporada.
Sucede que en estos casos, siempre se dice que los buenos equipos tienen una columna vertebral marcada por un buen arquero, un patrón en el fondo, un buen mediocampista central y un goleador. A esas cuatro piezas clave hay que anexarle jugadores que ayuden a incrementar el buen potencial del equipo.
De todas maneras, El Santo tuvo eso y mucho más. Sebastián Bértoli fue uno de los mejores arqueros del torneo. Su seguridad bajo los tres palos fue determinante para el ascenso del equipo de la capital entrerriana. El Seba no solamente deja todo dentro de la cancha sino que además es un histórico del plantel y demás está decir, referente.
En la última línea El Rojinegro tuvo un bastión, el indiscutible Walter Andrade. El Negro fue un verdadero mariscal y sacó toda pelota que le pasó cerca. Despacio, casi en silencio, el zaguero fue figura. Pero el ex Sportivo Urquiza no estuvo sólo en la zaga central, ya que Víctor Soto fue determinante también. El correntino formó un excelente tándem con Andrade y Patronato se hizo fuerte, sobre todo en el juego aéreo.
En la mitad de la cancha el caudillo fue Leonardo Ferrero, lejos, la mejor incorporación de Patronato tras la temporada pasada. El experimentado volante entregó sacrificio y voluntad en la recuperación. Además, fue un gran distribuidor de pelotas, ya que la mayoría de los ataques pasaban por sus pies. Metió, corrió y jugó. Aunque en ese sector de la cancha no hay que pasar por alto el aporte de Mariano Echagüe. Pipo no solamente se metió al hincha en el bolsillo por sus recordados goles en los clásicos ante Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay, sino que además fue uno de los cerebros en el medio juego. Ya en el Clausura se sumaron El Rulo Devallis y Fabián Espínola, si bien el primero fue importante, el segundo fue determinante en varios encuentros. Ambos le aportaron mucho al Santo.
En la delantera es prácticamente una redundancia hablar de las virtudes de Diego Jara. La Joya fue el futbolista más determinante de Patronato y tal vez de la categoría. Fue la figura del ascenso y sus goles fueron vitales. Sobre todo en las instancias finales, más aún en la final ante Santamarina de Tandil, donde anotó tres de los cuatro tantos del Rojinegro en los 180 minutos de la instancia decisiva. Aunque no se debe olvidar que hizo el tercer gol ante Cipolletti de Río Negro, en la semifinal, conquista que le permitió nada más y nada menos que llegar a los penales y obtener así el pasaporte al choque decisivo contra los tandilenses.
También en este sector fue importante la llegada de Leclerqc, que anotó en momentos importantes, y los aportes del incansable Víctor Javier Muller, que por una lesión se perdió las instancias decisivas, y Edgardo Brítess, que desde hace tiempo no juega mucho, pero cada vez que se lo necesitó, dijo presente y la mandó a guardar.
Patronato cerró una campaña inolvidable, el 19 de mayo quedará en la retina de los paranaenses como la fecha en la que Patronato volvió a hacerse grande a nivel nacional. Atrás quedó aquel recordado ascenso de 2008 al Argentino A, aunque no hay que olvidar lo importante que fue para que el arribo a la Primera B Nacional hoy sea una realidad. A mediados del año pasado la dirigencia de Patronato se propuso un objetivo y logró. Hubo que jugar muchos partidos y lidiar con varios imponderables para concretar eso que alguna vez fue un sueño. Fue por demás complicado llegar, ahora se viene algo más difícil, mantenerse.
(Más información en la edición gráfica de ANÁLISIS de esta semana)