Federico Malvasio
Abogados y magistrados pertenecen a la misma familia: el Poder Judicial. Si bien es cierto que los parientes no se eligen, siempre es mejor llevarse bien con ellos. En algunos casos se dividen en fueros, en otros directamente los une la amistad personal. Muchos se cruzan en algún aula en la que dictan clases. No es para sorprenderse ver a un juez estrechándose en un abrazo con un abogado que lleva una causa en el Juzgado que su amigo preside. En definitiva, se ha visto a un gobernador (o un ex) cenar junto al presidente (o ex) del Superior Tribunal de Justicia y nadie ha puesto el grito en el cielo. Es la vida privada de las personas.
El honorable
Al ex camarista Milton Murga la Justicia le jugó una buena pasada. Hace unos días fue sobreseído en una causa en la que estaba acusado de haber cometido “estafa procesal, prevaricato equiparado y falsificación y promoción a la supresión y suposición de la entidad”. Murga defendió a Ángel Jesús Schumacher, acusado de abuso sexual de dos menores. Durante el proceso judicial, las víctimas fueron sometidas a exámenes de ADN para saber si eran hijas de su cliente. El resultado facilitaría la tenencia de las nenas solicitada por Schumacher. El ex magistrado indujo en error a la jueza del Nº 1, Claudia Salomón, presentando reiteradamente diversas actas y escritos que posicionaban a su cliente como el padre biológico y de esa manera ganar terreno para hacerse del permiso. Lo grave fue que el estudio genético había dado un resultado adverso al que esperaba, según se desprende del expediente y que dio cuenta en su momento ANALISIS.
El ex magistrado fue partícipe de otra maniobra repudiable en esa misma causa. Esta vez con testigo presencial. Antes de que comenzaran las audiencias en donde una de las menores abusada iba a prestar declaración ante el juez y el Equipo Técnico del Juzgado de Ejecución de Penas, el representante de Schumacher la amedrentó en los pasillos de los Tribunales para que no declarara o lo hiciera de determinada forma. La propia fiscal del caso, Cecilia Bértora, visualizó la actitud y lo dejó contado en el expediente.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)