Claudio Cañete
El domingo 20 de junio de 1915 nevó por única vez -hasta ahora- en Paraná. Abundantes copos de nieve cubrieron jardines y plazas, sobre todo en la zona de las Cinco Esquinas y el Instituto Cristo Redentor, al Este de la ciudad. El diario local El Entre Ríos documentó con una crónica aquel suceso. Un hecho inédito que produjo una inusitada baja de la temperatura en esta región. Un hecho que Perón tuvo el privilegio de presenciar siendo un joven subteniente.
El 31 de diciembre de ese mismo año encontró a Perón y a sus camaradas haciendo los preparativos para celebrar y recibir otro nuevo año en Paraná. Ya tenía 20 años y su estado civil seguía siendo el de soltero. Pero lo especial fue que ese día también ascendió en el escalafón militar al grado de teniente.
Sobre este tema vale la pena aportar más datos. Entre diciembre de 1913 y comienzos de 1917, en que permaneció en Paraná, y de allí en más hasta 1920, cuando estuvo en Santa Fe, sus informes de aptitud física muestran calificaciones que van de “Muy Bueno” hasta “Sobresaliente” y “Excelente”. Estos datos extraídos de su legajo personal también registran infracciones menores a reglas indeterminadas. “Uno de sus superiores lo calificó de oficial de porvenir, pero el jefe del regimiento expresó reservas debido a sus problemas disciplinarios”, consignó también Page en su libro biográfico, basándose en su exclusivo acceso al mencionado legajo.
Lo cierto es que en esos tres años de vida paranaense, quien más tarde sería tres veces Presidente de los argentinos, cultivó importantes amistades y varios romances formales. Y fue testigo por primera vez de las postergaciones sociales que sufría la gente del interior del país observando el estado en que llegaban a los cuarteles los jóvenes para hacer el Servicio Militar. Con ellos realizó tareas lúdicas hasta entonces innovadoras en un cuartel: les hizo hacer teatro y deportes. Y estableció otras formas de mandar a sus subalternos, más humanas y solidarias, cosa que demostró en las maniobras militares ocurridas en aquellos tiempos, donde se mostró más que un superior, como uno más en la tropa.
El primer voto
Todas las noches el fonógrafo le daba un clima familiar a la sala de la Pensión Ormache. Mientras tanto, el matrimonio conformado por Francisca Alonso y Alejandro Ormache preparaba todo para cenar. Ella servía las minutas a cada comensal y él acomodaba sillas y mesas, bebidas y utensilios. Ormache era el hijo de la dueña de la pensión, una inmigrante vasca llamada María Irueta de Ormaechea. La pensión estaba ubicada en calle Cervantes 29 (entre Buenos Aires y Peatonal San Martín), a la vuelta de la Sociedad Sportiva (sobre Buenos Aires) y a dos cuadras y media del Boxing Paraná fundado por el propio Perón (sobre Urquiza). Los fondos de la pensión daban a la parte trasera del Teatro 3 de Febrero, cuyo frente está sobre calle 25 de Junio. Poseía 14 habitaciones muy cómodas y mantenía como norma de la casa evitar en horas de la comida todo tipo de discusión política, dramáticas peleas y escenas domésticas inoportunas. “Una casa familiar con muchas piezas, una cocina grande, amplio comedor para 60 personas sentadas, dos baños generales y un confortable patio, donde todas las tardes se tomaba mate. El precio era accesible ya que los pensionados en su mayoría eran empleados públicos, profesores y estudiantes que continuaban sus estudios en Paraná”. Pero también era frecuente que los artistas que venían a la ciudad a actuar en el 3 de Febrero se instalaran en las habitaciones, debido a la estrecha conexión entre los dos lugares. En rigor de verdad, el lugar era conocido como la Pensión de la Vasca, pero años más tarde se la nombraba como Pensión Ormache.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)