Daniel Tirso Fiorotto
Especial para ANÁLISIS

Decenas de avicultores se las ven en figurillas para alimentar a los pollos, o para embarcarlos hacia la faena una vez cumplido el plazo de cría y engorde. Y del mismo modo, decenas de tamberos son obligados a convertir los caminos en verdaderas zanjas.

Pero los testimonios de niños y maestras que no pueden concurrir a la escuela durante semanas, o madres preocupadas porque no tienen caminos por donde llevar a sus hijos a un centro de salud, son razones ineludibles a la hora de analizar el éxodo entrerriano.

Es cierto que las lluvias de esta primavera son extraordinarias. Pero aíslan a los entrerrianos porque la desidia sobre la red vial es ordinaria.

La ausencia de mejoras en la red de caminos vecinales resulta tan evidente como naturalizada, a pesar de que en épocas lluviosas como la actual la trama que depende del Estado provincial colapsa en un 80 por ciento.

Esta semana ANALISIS consultó a maestras y policías de una decena de poblaciones y escuelas rurales, y ante la pregunta sobre el estado de los caminos, en casi todos los casos se escuchó la misma respuesta: desastroso.

Los entrevistados hicieron esfuerzos para denunciar tal o cual camino, pero como el colapso de la red vial de caminos vecinales es generalizado, de poco vale enumerar un par de ejemplos.
En una columna aparte habrá referencias al emblema de la desidia, la llamada “ruta de la mentira”, en el departamento Gualeguaychú, pero ese caso se repite con matices por donde uno viaje o consulte.

(más información en la edición gráfica de ANALISIS del 25 de octubre de 2012)