Natalia Buiatti
El poblado todavía duerme. El sol aparece suave sobre el horizonte de Gilbert, una pequeña localidad del sur entrerriano que se encuentra en el departamento Gualeguaychú, a más de 20 kilómetros de Urdinarrain. En un radio de pocas cuadras se emplaza la Residencia Socioeducativa “Luisa Morrogh Bernard de Bottani”. La casona posee un amplio patio con un parque cuidado y juegos en su parte posterior. Tiene un cuerpo de habitaciones con baño en la planta baja y otro en el primer piso. Está rodeada por un cerco que además delimita la propiedad de la otra mitad de la manzana. “Hasta el año pasado había algunos chicos en el hogar pero ahora no sé qué pasó, se los llevaron a todos. Yo no estuve unos días acá, así que estoy un poco desactualizada”, dijo ella, mientras “trapeaba” el único local abierto a las 7 de la mañana.
Encontrar algún poblador que esté dispuesto a conversar sobre el hogar, y por qué desde diciembre de 2013 no hay chicos allí, no es tarea sencilla. “A la gente le cuesta hablar. Entre ellos rumorean, pero por miedo no pueden hacerlo”, acotaron a esta cronista conocedores del lugar y sus costumbres. Sucede que hay heridas abiertas y no cicatrizarán hasta que los gilberteños no liberen la voz acallada.
“Desde su puesta en funcionamiento, por el hogar han pasado unos 350 chicos más o menos”, admitió el director Aníbal Pérez, y planteó: “Ahora queremos volver a tener niños, como antes de que cerrara el hogar de adolescentes de Uridinarrain, cuando empezamos a recibir jóvenes”.
--Pero hoy por hoy no tienen niños ni adolescentes. ¿A qué se debe?--, pregunté.
--A una decisión del Copnaf… No sé, de eso no voy a hablar--, respondió.
El 16 de noviembre de 2013, la mamá de dos niños que estaban en el hogar de menores por disposición judicial, llegó a la residencia. Entró desesperada, alertada, queriendo pedir explicaciones sobre qué le había sucedido a sus chicos estando bajo la guarda de las personas que trabajan en el lugar. Allí se desahogó con quienes ella consideró que podían oírla con atención. Contó que el más pequeño de sus hijos -un nene de apenas 9 años-, le había relatado días atrás que su hermano más grande, de 13 años, había sido abusado mientras él tenía que observar. El niño señaló como responsable a una persona externa al hogar. Incluso, precisó que el episodio había ocurrido fuera del hogar, en la propia casa del acusado. Dijo también que de esa situación, era presa otro niño que se fue de la residencia a mitad de ese año.
(Más información en la edición gráfica número 999 de la revista ANALISIS, del jueves 20 de marzo de 2014)