Cada año con la llegada del frío se replican los pedidos de ayuda en los barrios vulnerables. La situación es alarmante y se agravó por la pandemia. Cada año hay más personas que viven en condiciones de extrema pobreza. ¿Cómo se sobrevive cuando la única opción laboral es el cirujeo? Cuando se vive en casillas de chapa y nylon, ¿cómo se enfrenta el frío? ¿Cómo sobreviven quienes se alimentan con lo que pueden y que dependen de las escuelas para que sus hijos tengan un plato de comida al día?. Un informe especial de Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) mostró las historias de tres familias de barrios Radar y Capibá, de Paraná.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la pobreza como “una situación en la cual no es posible satisfacer las necesidades físicas y psicológicas básicas de una persona, por falta de recursos como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, el agua potable o la electricidad”.
Pero eso se queda en la teoría cuando pisamos un barrio y vemos que la realidad nos golpea en la cara. Porque pobreza es también marginalidad, y es mucho más que teoría… son niños que sufren el frío, y que sienten el dolor de panza por el hambre. Son padres y madres que revuelven la basura para encontrar el alimento del día, que cubren con nylon sus casillas para resistir el frío; que no reciben atención médica.
Dice Mayra Arena que “la marginalidad implica nacer con menos posibilidades, con menos desarrollo por la falta de alimentos, con menos capacidades cognitivas, con menos defensas, es decir que uno se enferma más fácil”.
“La marginalidad es una tragedia, y cualquiera que vive una tragedia lo único que puede hacer es limitarse a intentar sobrevivir. No hay proyectos posibles. Cuando sucede una tragedia, y alguien lo pierde todo, muchos se solidarizan con esa gente. Pero muy pocos se solidarizan con aquellos que directamente nacieron sin nada. Si es una tragedia perderlo todo, también es una tragedia nacer sin nada. También es una tragedia que haya gente con carros que vivan de la basura. Hay fechas, lugares, monumentos que recuerdan las tragedias, pero nadie sabe cuándo comenzó la marginalidad”, reflexiona la joven que se hizo pública por brindar charlas en las que cuenta su propia experiencia en la pobreza.
Y lo lamentable de la situación, es que los argentinos no nos escandalizamos por la pobreza, la naturalizamos.
El trabajo voluntario, clave
La presidenta de la ONG Suma de Voluntades, Anabella Albornoz, sostuvo ante Cuestión de Fondo que “el tema de los barrios populares con la crisis que trajo la pandemia en donde azotó los sistemas sociales de todo el mundo y nosotros no íbamos a ser la excepción, obviamente la situación se volvió más compleja, pero de todos modos el objetivo es seguir trabajando en los barrios desde la integración”.
Consultada por la cantidad de gente a la que llega el trabajo de Suma de Voluntades, indicó: “Medimos el impacto de cada una de las actividades porque eso también nos permite saber lo que funciona y lo que no funciona, que nos ha pasado ya que es un trabajo muy de hormiga. Pero en el abordaje, con el trabajo comunitario, de acompañamiento de unidades productivas, clínicas deportivas y acompañamiento escolar estamos llegando a más de 6.000 personas”.
Y agregó que en este tiempo “la necesidad aumentó, la inflación es altísima y hay un impacto negativo en la alimentación y en los costos que tiene una familia”.
Asimismo, planteó que más allá de lo urgente se abordan otros ejes en relación a la integralidad de la persona: “En salud trabajamos mucho en consumo problemático porque trabajamos con personas en situación de calle y con los gurises en los barrios pero sin dudas el abordaje de la pobreza es interdisciplinario”. “Obviamente muchas veces no tenemos las herramientas necesarias porque somos voluntarios, pero el objetivo es poder mejorar la calidad de vida de la gente si bien la asistencia es un derecho tratamos de abordar otros ejes de trabajo, como la educación como factor clave y es el motor de desarrollo de una comunidad así que apuntamos a eso, y este año también reforzando a todos los voluntarios para acompañar a las unidades productivas en los barrios para generar trabajo”, concluyó.
Conclusión
La pregunta que surge de todo esto es: ¿Los responsables de trabajar para resolver esta situación, van a seguir sentados sin ver esta tragedia que está sucediendo, y sin hacer nada?
Asistencia de Desarrollo Social Municipal
El área de Desarrollo Social de la Municipalidad de Paraná ubicada en calle Colón 59, brinda:
- Módulos alimentarios: consiste en un bolsón con 12 alimentos secos (arroz, harina, azúcar, etc). Se entregan 120 por día, los lunes, martes, jueves y viernes. Para eso, es necesario sacar un turno en el www.turnosdesarrollosocial.com.ar o llamando al 4201840 y registrarse con todos los datos que solicita el sistema. Cada persona puede anotarse una vez por mes. Se estima que se llega a unas 2.000 familias.
Los mismos módulos se entregan a comisiones vecinales y ONG’S que sostienen comedores comunitarios en los barrios. La cantidad que se entrega varía cada mes.
- Refuerzo a comedores comunitarios: se entregan 90 módulos, dos veces al mes, que consiste en un bolsón de productos secos, frutas y verduras.
- Copa de Leche a merenderos: se entrega leche chocolatada y galletitas surtidas, o facturas. Son 140 una vez por semana a cada entidad (en dos tandas los miércoles y jueves)
El total estimado de la asistencia del municipio es de entre 3.500 y 4.000 módulos por mes aproximadamente. También se atienden casos especiales de personas con discapacidad, adultos mayores, embarazadas.