Condenaron a 25 años de prisión a un hombre por el abuso de su hija durante 10 años

El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 10 de la Ciudad de Buenos Aires condenó a 25 años de prisión a Hugo Javier Gentili por cometer abuso sexual contra su hija en reiteradas ocasiones durante diez años. Decidieron, además, no morigerar su situación de prisión preventiva, por lo que seguirá detenido. En el debate intervinieron el fiscal Oscar Ciruzzi y la auxiliar fiscal Mariana Ríos. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 5 de julio.

 

La magistrada Marcela Rodríguez y los jueces Alejandro Noceti Achaval y Gabriel Vega determinaron que Gentili es responsable por los delitos de “abuso sexual simple agravado por ser el autor el padre de la víctima habiendo aprovechado el autor la situación de convivencia preexistente, reiterado en un número indeterminado de oportunidades". Además consideraron que esos delitos son "en concurso real con abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser el autor el padre habiendo aprovechado la convivencia preexistente, reiterado en un número indeterminado de oportunidades" y "en concurso real con abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo y por la convivencia” de acuerdo a lo determinado en la ley 25.087 y la ley 27.352 en concurso ideal con el delito de “corrupción de menores agravada por haber sido el padre el autor”.

 

Además, los jueces dispusieron que una vez que el fallo quede firme se lleve adelante la extracción del perfil genético del hombre para ser remitido al Banco de Datos Genéticos, de acuerdo a la ley 26.879 que creó el Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual. Por otra parte, consideraron prescripto un episodio de amenazas por el que había sido acusado Gentili.

 

El horror

 

En su alegato, el fiscal había utilizado como eje el relato que la joven hizo durante el juicio. Explicó entonces que los episodios comenzaron como abusos sexuales simples en 2007 cuando tenía 10 años -agravados por haber sido cometidos por el padre de la víctima y por ser menor de 18 años- y que luego fueron intensificándose a medida que se acercaba a la adolescencia.

 

“Me besaba en la boca y me decía que en Italia se hacía así”, dijo la víctima al recordar los abusos y manoseos. La fiscalía marcó que cuando la joven enfrentaba a su padre, éste le decía que iba a enfermar más a su madre y que, si lo denunciaba e iba preso, cuando saliera de la cárcel iba a matar a toda la familia. Los abusos ocurrían primero en la casa que compartían en el barrio de Villa Lugano y también en la casa de la abuela paterna de la niña. Al comienzo, se daban con una frecuencia mensual pero después ocurrían prácticamente todos los días.

 

Durante la adolescencia, a medida que la chica crecía, el control y la violencia que ejercía sobre ella se intensificaban. “A veces no le decía nada porque pensé que mi vida iba a ser siempre así, que nací con esta maldición y que me iba a morir así”, dijo la víctima en el juicio. Cuando ella lo increpaba o le reclamaba, Gentili volvía a amenazarla con matar a toda su familia pero también le afirmaba que “Dios en la Biblia decía que la mujer tiene que servir al hombre”.

 

“A veces no le decía nada porque pensé que mi vida iba a ser siempre así, que nací con esta maldición y que me iba a morir así”, dijo la víctima en el juicio.

 

Los ataques contra su integridad sexual terminaron cuando la chica le contó a su madre lo que sucedía y pudieron hacer la denuncia el 24 de julio de 2017. Una vez presentada la denuncia, Gentili escapó. En agosto de ese año ya se había decretado su captura internacional, ya que la sospecha era que se había fugado hacia otro país. En noviembre de 2017, Gentili llamó a su hija una madrugada. Ese llamado fue incorporado al expediente y allí se escuchó al hombre pedirle perdón a su hija para luego volver a amenazarla y recriminarle: “Bancatela ahora, todos los días, noche y día, voy a ver dónde carajo están, uno a uno van a pagar”.

 

En el alegato, el fiscal Ciruzzi había hecho hincapié en que, durante ese llamado, el hombre habló de los hechos y admitió que ocurrieron. En ese diálogo telefónico, el imputado le dijo que “se haga cargo de su responsabilidad”, ya que supuestamente era la chica quién lo “buscaba” y que él “no le ponía un arma en la cabeza” al momento de los abusos. Durante la conversación, la denunciante le recordó las veces que lloró y que se resistió de múltiples maneras. “No te hagas la santita”, le gritó el acusado.

 

El ahora condenado estuvo prófugo un año: el juez Luis Schegel decretó su captura internacional, luego del trabajo que llevaron adelante las fuerzas de seguridad a pedido de la fiscalía a cargo de Ariel Yapur, a través del cual se determinó que Gentili se encontraba en Paraguay. Tras una serie de medidas que involucraron escuchas directas y otras herramientas de investigación, la Fiscalía 62 -con la colaboración de los funcionarios Martín Duhalde y Ezequiel Ferrer- pudo detectar a las personas que colaboraron para que el acusado evadiera el accionar judicial. Específicamente, determinaron quién le enviaba dinero a través de una compañía financiera a Paraguay. El 29 de junio de 2018 fue detenido en Asunción. El 25 de julio de ese año quedó confirmada la extradición y Gentili llegó al país en agosto de 2018 para ser indagado. Dentro del requerimiento de elevación a juicio se solicitó expresamente que se continúe la investigación contra las personas que “prestaron su ayuda al acusado con pleno conocimiento de su situación judicial, para lograr que eludiera la investigación y se sustrajera del accionar de la justicia”.

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