Dos testigos comprometieron a los imputados en el juicio por el crimen de Gonzalo Calleja

Morato (de remera negra) escuchando a sus defensoras. En plano más alejado, Giménez (de remera celeste). Foto: ANÁLISIS

N.B. de ANÁLISIS

Este miércoles declararon tres testigos en el juicio por el crimen del contador Gonzalo Calleja. En la segunda parte de la jornada, ampliaron sus indagatorias los dos imputados: Francisco Giménez y Ezequiel Morato.

El juicio por el homicidio agravado del contador (ocurrido el 14 de julio de 2021), comenzó el lunes de esta semana. Los fiscales que sostienen la hipótesis acusatoria son Santiago Alfieri e Ignacio Aramberry; la familia Calleja está representada por los querellantes Iván Vernengo y Damián Petenatti; a Giménez lo asiste el abogado Juan Cabrera; y Morato es representado por las defensoras oficiales Fernanda Álvarez y Romina Cian. El juez que dirige el proceso es Alejandro Grippo.

Un jurado popular compuesto por 12 ciudadanos deberá emitir un veredicto al concluir el debate. Es decir que decidirán sin Morato y Giménez son culpables o no de los delitos que le achacan. En efecto, el primero de ellos está acusado de hacer subir a Calleja a su auto donde Giménez lo asfixió hasta quitarle la vida. El objetivo fue ocultar el robo de una mochila con 12.600 dólares y otras pertenencias de Calleja. Posteriormente, según la hipótesis acusatoria, los imputados trasladaron el cuerpo del contador a una zona de montes, en la otra punta de la ciudad, y lo dejaron abandonado. Después se dirigieron a un desarmadero de calle Crisólogo Larralde para saldar una deuda que Morato mantenía con el dueño del lugar.

El relato de los hechos que reconstruyó el Ministerio Público Fiscal (MPF) indica que los dos imputados, las horas posteriores, emprendieron una serie de tareas que tuvieron como objetivo hacer desaparecer evidencias para la investigación.


Alejandro Grippo, juez técnico que dirige el juicio por jurados.

“Después a estos locos les pasa algo y lloran”

José Luis Bailliard es la persona que puso en contacto a Gonzalo Calleja con Ezequiel Morato, para que concreten compraventa de dólares. Este miércoles admitió a los jurados que Morato y Calleja se conocieron por su intermedio. “Les hice el favor a los dos, supongo que cada uno ganaba su parte, que algún beneficio debían tener”, declaró.

Reconoció que tenía una sala de bowling que, con el tiempo, quedó en la nada. “Fueron una o dos veces ahí -aseguró en referencia a intercambios de dólares entre Calleja y Morato, previo al asesinato-. Y después en alguna oportunidad al departamento de una novia que tenía yo, de nombre Natalia. Después yo le pasé el contacto a Gonzalo para abrirme un poco. Mientras se encontraron por mi intermedio, los encuentros entre ellos estaban bien, yo cuidaba que haya seguridad, que no haya peligro, cuidaba el detalle para que no pasara nada”.

Morato y sus defensoras (Foto: ANÁLISIS)

Después afirmó que Morato estaba enojado con Calleja porque le pasaba un precio menor a Bailliard para comprar dólares. Aseveró que Morato le reclamó por el precio del cambio: “Tenía como un enfado, se sintió denigrado”, acotó y declaró: “Me dijo ‘después, a estos locos les pasa algo y lloran’”.    

El testigo afirmó además que sabía de la deuda de Morato con Martínez (Matías, el dueño del desarmadero de calle Crisólogo Larralde) y arrojó un número: “1 millón 900 mil”. Cuando el propio Morato declaró en la audiencia no desacreditó lo que horas antes había dicho Bailliard, sólo negó que el monto de dinero haya sido de tal magnitud.

Bailliard fue más allá y aseguró que Martínez le exigió el pago de la deuda a Morato el lunes 13 de julio de 2021, para que le pague antes de ese fin de semana. A Calleja lo mataron el miércoles 15 de julio. Después el testigo consultó a Martínez si Morato cumplió con el pago de la deuda. Según el testimonio, en esa instancia comentaron lo que había pasado con el contador.

“Me siento culpable”, dijo en un momento y le pidió disculpas a la familia de Calleja que, con seguridad, está desgarrada de dolor.

El fiscal Ignacio Aramberry (Foto: ANÁLISIS)

Los teléfonos de Morato y Giménez nunca aparecieron

Norberto de la Valle es subjefe de la División Homicidios de la Policía de Entre Ríos. Intervino en la investigación por el asesinato de Calleja desde el martes siguiente al crimen. Contó cómo develaron quienes estaban detrás de algunas líneas telefónicas. “Filtramos comunicaciones con el margen de un mes”, recordó y acotó que detectaron una línea dada de baja desde el 15 de julio de 2021, una señal de alerta para los investigadores, dado que fue el día que encontraron el cuerpo de Calleja.

“Nos pareció interesante investigar esa línea. Pertenecía a Rocío Yael Ibáñez, una persona domiciliada en la entrada de la Villa 351. No fuimos directo a buscarla porque no sabíamos si la usaba ella a la línea. Investigamos un poco en las redes sociales y encontramos a su familia, y un vínculo de su hermana con Francisco Giménez”, describió y agregó después que llegaron a una comunicación entre las novias de Giménez y Morato, a partir de la cual la terminaron confirmando que Giménez estaba usando el número que dejó de tener actividad el 15 de julio.

“Nunca encontramos el teléfono de Giménez ni el de Morato”, remarcó después. Y añadió que sí secuestraron el teléfono de la novia de Giménez, desde donde la noche posterior al crimen, se buscaron ofertas de motos y autos, y se consultó la cotización del dólar.

Más adelante, el policía sostuvo y subrayó que según sus conclusiones, Giménez volvió a su casa en el auto de Morato y no en el auto de un vecino, como asegura el propio Morato. Pese a todo, cuando amplió su indagatoria no hizo ninguna observación sobre el punto.

Los querellantes Petenatti y Vernengo. (Foto: ANÁLISIS)

Los imputados ampliaron las indagatorias

Así lo dijo Ezequiel Morato este miércoles en una ampliación de su declaración indagatoria. Aseguró que él y Giménez querían cambiar dólares por pesos con Calleja el 14 de julio de 2021. “Se subió al auto, al asiento del acompañante y ahí me dijo otro precio, distinto al que me había pasado. Entonces le saqué la mochila de las manos y empezó un forcejeo. Giménez lo agarró de atrás, Gonzalo pataleó y murió. Me asusté, no sabíamos qué hacer y lo llevamos a un descampado por calle Selva de Montiel, la idea del lugar fue de Giménez. Después fuimos a pagar la deuda, volvimos a casa y le pedí a mi vecino que lleve a Giménez a su casa. El viernes 16 de julio me allanaron la casa y volvieron a allanarme el lunes 19. Desde entonces estoy preso y desde ahí nada más”, manifestó.

Morato estaba construyendo la segunda planta de su casa y había contratado como albañil a Giménez. Tenía cámaras afuera de su domicilio, según le preguntó el fiscal Alfieri. Reconoció el robo a Calleja pero no se hizo cargo del asesinato.

—Si usted no se hace cargo de la muerte ¿por qué hizo todo para ocultarla?—se le consultó desde el MPF.   

—Porque no quería que pase esto, terminar en la cárcel —respondió.

Giménez, por otro lado, aseguró que ese 14 de julio de 2021 fue a la casa de Morato a reclamarle por una deuda, entre las 19 y las 20. Agregó que, efectivamente, el vecino de Morato lo llevó a su casa de vuelta.

Testigo y continuidad

Uno de los testigos que pasó este miércoles por el juicio fue Ramiro Giménez, el padre de Francisco Giménez. Fue citado por el defensor de su hijo para que preste testimonio. Contó cómo comenzó la relación entre su hijo y Morato. Admitió que su hijo estuvo investigado por narcomenudeo cuando los dos vivieron en Aranguren, de donde es la familia paterna.

La audiencia pasó a un cuarto intermedio hasta el viernes a las 9.30. Según adelantó el juez técnico, por la mañana concluirán las testimoniales y por la tarde serán los alegatos de cierre. Luego el jurado deberá retirarse para deliberar y emitir un veredicto.

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