El proyecto contempla la participación del Consejo Federal de Inversiones (CFI), la Municipalidad y la Corporación del Desarrollo.
El modelo educativo actual está en crisis. Si bien la pandemia por el coronavirus ha dejado en evidencia la precaria situación de un sistema que ni siquiera puede garantizar los 190 días de clases por año, esta realidad no es nueva, ni mucho menos.
Es probable que, una vez más, en Entre Ríos las clases comiencen con paros docentes. Como ha pasado en los últimos 20 años, por lo menos. Es probable, también, que esas medidas gremiales estén largamente justificadas, básicamente, por la falta de recursos. Por la falta de aumentos salariales que estén en línea con los altísimos índices de inflación, por las condiciones edilicias de las escuelas, por la falta de elementos de higiene para hacerle frente a la actual situación sanitaria, y por tantas otras cosas más.
Pero las carencias estructurales del sistema conviven con otra realidad aún más preocupante, y que no se soluciona con partidas presupuestarias: la crisis del modelo educativo y el desfasaje existente con las demandas del mundo actual. Por todo esto puede resultar interesante echar luz sobre otras formas de adquirir conocimiento. Y aquí encuentra sentido el proyecto sobre una Escuela de Robótica para Gualeguaychú.
“La Escuela de Robótica de Misiones es referencia en el país, es un modelo exitoso que tiene a la educación disruptiva como uno de sus ejes centrales”, contó a El Día el abogado y ex concejal Juan Maya, quien se interesó por la iniciativa misionera, se interiorizó sobre la misma y comenzó a tejer lazos con la Corporación del Desarrollo Gualeguaychú (Codegu) y con la Municipalidad, para materializar un proyecto de similares características en la ciudad.
“El Plan Conectar Igualdad fue el puntapié inicial de todo esto. Con la diferencia de que por cada contrato que recibían desde Nación para los docentes, el gobierno misionero lo multiplicó por tres. O sea que por cada contrato que llegaba ellos aportaban tres más con recursos propios. Por lo que tuvieron mucha capacitación y recursos humanos formados. Cuando se dio de baja el Conectar Igualdad tomaron la decisión política de lanzar la Escuela de Robótica, sostenida por la Cámara de Representantes de la provincia, que es unicameral”, explicó Maya.
La Escuela de Robótica de Misiones funciona desde 2017. Es totalmente gratuita, con acceso libre desde los 5 años y sin límites de edad. Es financiada por el Parlamento provincial, el Concejo General de Educación, empresas privadas y el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Para este año, se proyecta que cerca de 10 mil misioneros y misioneras sean parte de la novedosa experiencia.
“Una de las cosas que me pareció atrapante es el método pedagógico disruptivo, que parte de los problemas que tiene el sistema actual e intenta recuperar la atención de los alumnos a través del hacer, del transformar, y en eso tiene mucho que ver las nuevas tecnologías. Este método no sólo impacta en la escuela de robótica y en los resultados que van obteniendo, sino que también influye positivamente en los resultados de la escuela regular”, remarcó Maya.
Los espacios maker (espacios de creación) se multiplicaron en todo el territorio misionero, con proyección de llegar, en los próximos meses, a los 57 municipios provinciales. Ahora, con el apoyo del CFI se hace presente la posibilidad de expandir el mismo modelo a otras provincias. Y en Entre Ríos se busca comenzar por Gualeguaychú.
“El financiamiento del CFI está, lo ideal sería que la Codegu y el Municipio aúnen fuerzas y se avance en forma conjunta con un proyecto educativo para la ciudad. Una vez que estén dadas las condiciones, el gobierno entrerriano tendría que elevar la petición al CFI”, explicó el abogado local. Y ponderó las bondades de una escuela de este tipo, que “nos pondría a la vanguardia, vinculando las artes, los oficios, la creatividad, con la alta tecnología y la inteligencia artificial”.
“Uno de los grandes fracasos argentinos es la educación, y las nuevas tecnologías son fundamentales para revertir eso”, apuntó Maya. Y sintetizó: “en el mundo que viene, cada vez se va a marcar más la diferencia entre la gente con conocimiento y la gente que no lo tiene. Pero el desarrollo del conocimiento, hoy, no se está gestando en las matemáticas, ni en la geografía, ni en la literatura. Se está gestando en las nuevas tecnologías”.
¿Para qué sirve una Escuela de Robótica?
La ingeniera Solange Schelke es la directora de la Escuela de Robótica de Misiones. ElDía dialogó con ella para conocer, de primera mano, los alcances de la iniciativa.
“Nuestro proyecto se llama Aprendiendo con Robótica, contemplado por la Ley de Educación Disruptiva, (sancionada en 2018), e incluye a niños desde los cinco años y no tiene límites de edad. Abarca los ejes Programación, Diseño 3D y Electrónica. Y la metodología de aprendizaje está basada en proyectos”, presentó.
“Entendemos a la robótica como una herramienta para desarrollar competencias y habilidades relacionadas a las Steam (enfoque educativo que incluye a la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas y el arte). Trabajamos desde la ideación y vamos camino a la invención, fortaleciendo la creatividad en los estudiantes que participan en los proyectos”, contó. Además, “tenemos buenas experiencias, sobre todo en los más chicos, de 5 a 13 años, que conforman el 75% de la matrícula”.
“Los más grandes tienen una mirada enfocada en el emprendedurismo. Por ejemplo, el año pasado se creó una cooperativa de trabajo, conformada por egresados de la Escuela de Robótica, para empezar a comercializar los productos que salen de la escuela, para que el proyecto no quede sólo en el prototipo”, explicó Schelke. Y destacó la producción de: “robots desinfectantes que te toman la temperatura de las personas; robots con módulos MP3 para reproducir sonidos y asistir a persona con disminución visual; también, bastones inteligentes y prótesis de distintas extremidades; y, lo que sale del área de automatización, más relacionada a las huertas, a las mediciones de la temperatura, los controles de riego; tenemos un robot que se traslada en cualquier chara, tomando datos de cultivos, identificando plagas y documentando todos esos datos, por ejemplo”.
Durante el 2020, como todos, la escuela debió adaptarse a la realidad impuesta por la pandemia. Y sus clases pasaron a ser totalmente virtuales. Pero, en condiciones normales la cursada consta de un encuentro semanal de una hora y media o de dos horas y media, dependiendo de cada proyecto. El resto, es todo on line.
“Actualmente, es difícil motivar a los estudiantes con la misma metodología que recibimos nosotros cuando éramos chicos. Hoy, los chicos viven en un contexto en el que reciben información constantemente, a través de medios tecnológicos. Hoy se puede aprender de otra manera, mediante desafíos, juegos, proyectos. Eso es lo que propone la pedagogía disruptiva, la utilización de otras herramientas para lograr, justamente, la construcción de conocimiento”, sintetizó Schelke.