De Mendiguren denunció una maniobra para apartarlo de la UIA y cargó contra el titular de Techint
Conociendo los riesgos y leyendo también que el asunto estaba liquidado de antemano, José Ignacio De Mendiguren tomó la decisión de inmolarse en plena asamblea de asunción del nuevo titular de la Unión Industrial (UIA). Su denuncia de veto a su ingreso al Comité Ejecutivo por parte de Techint, que tuvo apelaciones a diálogos con el actual titular de la entidad, Daniel Funes de Rioja, nada tuvo que ver con cuestiones personales, ni siquiera con las diferencias ideológicas que mantiene con el también jefe de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal).
El “Vasco”, hoy miembro de la Junta Directiva de UIA y presidente del banco BICE, expuso un planteo con un objetivo implícito: dejar en claro, de cara al futuro corto, que según su prisma, la entidad más importante del establishment no debe seguir manejada en las sombras por el holding de Paolo Rocca. Una idea que comparten muchos en la interna fabril, incluso aquellos que, mientras Mendiguren disparaba munición gruesa, prefirieron la mesura, aún coincidiendo con el fondo de la cuestión.
Además, resalta, según explicaron a Página12 varios altos mandos industriales el día después, la necesidad de explicitar qué posición tomarán los fabriles en el nexo con la política, sobre todo luego de años en los cuales casi todo el sector terminó afectado seriamente por las decisiones anti industria que implementó la gestión Cambiemos.
“Rocca dijo adelante mío una frase que siempre recuerdo. Manifestó que ‘nosotros no queremos participar en las entidades, queremos gobernarlas’”, apuntó De Mendiguren en diálogo con el programa Redacción IP. Un rato antes, en la asamblea, había agregado que “no puede ser que la UIA la maneje una cúpula, con una lapicera con la que amenaza con dejar gente afuera”. La frase pone de manifiesto el asunto central: décadas en las que Techint tomó posición interna digitando políticas y posiciones desde la trastienda. Con la idea de siempre de no tener nunca visibilidad pública en sus movidas, y mucho menos poniendo candidatos de sus filas en lugares de presidencia.
El extitular de la UIA cargó duro contra Rocca en dicha asamblea: "Llame a Paolo Rocca. Estaba en Italia. ¿Y saben por qué? Porque muchas veces Rocca me llamó a mi como presidente de la UIA para que le resuelva enormes problemas que tenía con el Gobierno Nacional y lo hice. No tuve respuesta. "¿A qué se atacaba? A mi honorabilidad, a mi falta de representatividad. Les pudo asegurar que a mi honorabilidad nadie la puede cuestionar. Yo nunca pagué coimas. Y por eso nunca tuve que confesar en un juzgado haber pagado coimas", mencionó.
En el Gobierno, la lectura que hicieron fuentes de la Casa Rosada se centra en que parece haber sectores que decidieron escindirse de la mesa política para disputar poder. Aún con la consideración que tienen sobre Funes de Rioja, con quien hay diálogo y respeto, con las diferencias del caso.
En la práctica, la jugada de Mendiguren le quita espalda política y lo enfrenta más a los grandes y a algunos que prefieren evitar esos modos. Pero en el mediano plazo adquiere significación para el bando de los negociadores, que son mayoría, aunque menos visible, en las filas de la entidad de Avenida de Mayo. Y contrapesa además posibles intentos de hegemonía en los planteos que se hagan. Los Rocca Boys, con dos de mucho peso en la mesa chica, los vices Luis Betnaza y David Uriburu, son el ala que hoy sostiene una idea fuerza: la UIA no puede ser una entidad abierta a la política y a la sociedad en el sentido más amplio del concepto. Por eso mismo le hicieron pagar caro al saliente presidente, Miguel Acevedo, haberse sentado a negociar con el movimiento obrero, la CGT, los movimientos sociales, la Iglesia y hasta lo que consideran una osadía: propugnar por la igualdad de género en una entidad gobernada por hombres.
Esa mutación de la gestión Acevedo a una UIA más abierta -muy cuestionada sobre todo por Techint por considerarla una traición al establishment de un hombre del corazón del establishment- fue una decantación, en parte, del juego en tándem de Techint con el gobierno de Mauricio Macri. En plena crisis, cuando arrancaron los cierres de empresas, el holding jugó fuerte bancando, pero el tiempo le quitó sustento al respaldo y los otrora convencidos, se volcaron a una crítica sin retorno. Lo padecieron, sobre todo, las pymes, que ya habían avisado que el modelo no iba a caminar.
"La verdad, yo quisiera que hubiera cinco, diez Techines, es un modelo espectacular", se sinceró ante este diario un ceo del interior del país, que valoró la exposición que tuvo De Mendiguren pero graficó que la disputa no es grandes contra chicos, sino de aquellos que quieren disputar el poder con el Estado. En este escenario, la batalla de De Mendiguren con Techint es un hito que, al menos, descubre internas y deja mensajes. Lo que se viene es una UIA más crítica en el organigrama, pero hay un grupo dispuesto a contrapesar haciendo reinar las diferencias y la necesidad de criticar, cuestionar y discutir, pero no salir nunca de la mesa del debate con la política.