Javier Milei y Benjamín Netanyahu.
Argentina acompañó a Tel Aviv en rechazar un proyecto de resolución de la ONU que recomienda la incorporación de nuevas zonas libres de armas nucleares en el planeta, entre ellas Medio Oriente. Contradijo una posición histórica.
De haber prevalecido la opinión del presidente Javier Milei, la Argentina habría convalidado en las Naciones Unidas el embargo estadounidense a Cuba y Diana Mondino aún seguiría siendo ministra de Relaciones Exteriores. En un marco de creciente preocupación, las órdenes del Presidente parecen haberse cumplido a rajatabla entre el cuerpo diplomático: la Argentina rechazó un proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU aprobado por abrumadora mayoría que recomienda un estudio sobre las zonas libres de armas nucleares en el planeta y la incorporación de nuevas regiones, entre las que menciona al Medio Oriente.
El Gobierno argentino cumplió también con su declarado alineamiento a las posiciones de Israel en materia de política exterior. La resolución recibió 172 votos a favor y solo dos en contra: los de Israel y la representación argentina. Hubo tres abstenciones: Armenia, Fiji y República Centroafricana.
El otro vértice de la política exterior libertaria son los Estados Unidos, a cuyos intereses Milei prometió también responder. A horas de la elección presidencial, los intereses de Washington parecen ir sin embargo en otra dirección, al menos en lo que al proyecto de no proliferación nuclear se refiere. Como puede verse en la pizarra electrónica del recinto principal que ilustra este texto, el gobierno de Joseph Biden acompañó la resolución.
El proyecto fue votado prácticamente por todos los miembros de la ONU, todo Occidente incluido.
La resolución propone un estudio amplio de las zonas libres de armas nucleares y reafirma la convicción de que, “el mantenimiento de las zonas libres de armas nucleares existentes y el establecimiento de nuevas zonas, incluso en Oriente Medio”, fortalecerá “el régimen de no proliferación nuclear y contribuir al logro de los objetivos del desarme nuclear”. Además, pide al secretario general que convoque un grupo calificado de hasta 25 expertos “para preparar un nuevo estudio de la cuestión de las zonas libres de armas nucleares, destinado a evaluar la situación actual de las zonas libres de armas nucleares existentes y potenciales, así como examinar opciones y recomendaciones para fortalecer las existentes”.
Envuelto en una guerra de baja intensidad con Irán, que alienta su propio programa nuclear, Israel suele oponerse a cualquier medida que pretenda establecer una zona libre de armas nucleares en el Medio Oriente y es también el único país de esa región que no es parte del Tratado de No Proliferación Nuclear.
La decisión tomada en Nueva York contradice un pronunciamiento reciente de la Argentina en el mismo foro y con el mismo gobierno. En una contribución a la resolución 78/17 de 2023, en marzo pasado la representación argentina sostuvo que “sostiene permanentemente una posición de claro apoyo al establecimiento y consolidación de Zonas Libres de Armas Nucleares (ZLAN)”. Sobre la cuestión en Medio Oriente afirmó: “La Argentina ha sostenido la importancia de establecer una Zona Libre de Armas Nucleares y otras Armas de Destrucción Masiva en Medio Oriente, entendiendo que ello significaría un paso trascendental para el proceso de paz en la región. Se espera que ello pueda ser consensuado libremente por los Estados participantes”.
Algunas de las preguntas para hacerse sobre este episodio diplomático son la razón del voto argentino, qué interesa a la Argentina en relación a la cuestión nuclear y por dónde pasan sus propios intereses. A la espera que esta semana el Presidente le tome juramento al nuevo canciller, Gerardo Werthein, PERFIL consultó formalmente este sábado a la Cancillería pero no obtuvo respuesta alguna.
La votación con Argentina junto a Israel.
Con una larga tradición en materia nuclear, la Argentina es desde hace décadas uno de los países más activos en materia de no proliferación y favorable al uso exclusivamente con fines pacíficos. Ha adherido numerosos acuerdos y convenciones que implican la asunción de compromisos y obligaciones, entre otros, el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, conocido como Tratado de Tlatelolco, de 1994; el Tratado de No proliferación nuclear, firmado en 1995 durante el gobierno de Carlos Menem y el acuerdo con Brasil para la Aplicación de Salvaguardias.
Vale la pena detenerse en este último acuerdo. “La relación estratégica en materia nuclear, con el papel central de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), garantiza la confianza en materia de salvaguardias y es una institución bilateral única en el mundo y de reconocimiento internacional”, sostiene uno de los puntos de un comunicado distribuido en febrero pasado tras la reunión entre la entonces canciller Diana Mondino, es decir, por este gobierno, y su colega brasileño Mauro Vieira en Brasilia, en un aparte de la reunión de ministros del exterior del G20. Uno de los puntos del documento destaca la cooperación bilateral en ciencia y tecnología y “la relación estratégica en materia nuclear, con el papel central de la agencia, que garantiza la confianza en materia de salvaguardias y es una institución bilateral única en el mundo y de reconocimiento internacional”.
Firmado en 1991, junto al acuerdo que refrendaron ambos países y la Abacc con el Organismo Internacional de Energía Atómica (la OIEA), conocido como Acuerdo Cuatripartito, representan la decisión estratégica de la Argentina y Brasil de transparentar su uso de la energía nuclear y destinarlo a fines exclusivamente pacíficos. El actual titular de la OIEA es el argentino Rafael Grossi.
La batalla cultural en redes empieza a sentir el desgaste de la gestión Milei
El interés de seguridad y de política exterior de la Argentina radica precisamente en que las zonas libres de armas nucleares, de la que América latina es ejemplo global, se consoliden en el planeta.
“Resulta muy difícil encontrar una explicación para que la Argentina se oponga a algo que es parte central de su política en favor de la no proliferación de armas de destrucción masiva y más aún viendo que toda la comunidad internacional, excepto Israel, apoya el proyecto”, aseguró a PERFIL una autorizada fuente diplomática, especialista en cuestiones nucleares. “Este voto puede afectar negativamente la muy bien ganada credibilidad y prestigio que la Argentina tiene en materia de no proliferación de armas nucleares y en los desarrollos pacíficos de esta fuente de energía” sostuvo la misma fuente.
La Cancillería vive horas de incertidumbre. Tras la salida de Mondino, se consolidó la versión de que la Casa Rosada había sido informada del voto con el que la representación argentina en Nueva York acompañó la propuesta de levantamiento del embargo norteamericano contra La Habana. Una posición que defiende desde hace tres décadas. La duda radica en si esa información llegó al despacho del presidente Milei.
El voto argentino suele estar fundado en que el embargo fortalece al régimen y perjudica a la población cubana -es un criterio que la Argentina aplica a todos los embargos. Pero responde además en cuestiones estratégicas: la Argentina necesita y recibe el apoyo de muchos de los países con los que comparte esa posición sobre el embargo para la cuestión Malvinas. La votación contra el embargo a La Habana recogió el apoyo de 187 países de 190 presentes el miércoles último en la Asamblea General.
El encargado del voto argentino fue el embajador Ricardo Lagorio, cuya gestión finalizó el 1º de noviembre. Lagorio fue desplazado cuando el Presidente viajó a Nueva York para exponer a la Asamblea General de la ONU. “No alineado” a la cosmovisión libertaria, será reemplazado por Francisco Tropepi.
Presidencia -bajo la nomenclatura Oficina del Presidente que inauguró la gestión Milei- difundió en esos días un comunicado en el que recomendó al cuerpo diplomático que “deberán dar un paso al costado” aquellos que “no estén en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado” por el Presidente. Milei fundamentó así la decisión de la Argentina de oponerse a la Agenda 2045, conocida también como Pacto del Futuro, extensión de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Hoja de ruta para afrontar desafíos crecientes como el desarrollo sostenible, el cambio climático y la cooperación digital, entre otros. El Pacto de Futuro fue aprobado por 143 países, entre ellos Estados Unidos e Israel.
Una segunda comunicación conocida tras la salida de Mondino lleva las cosas más lejos y abre un estado de sospecha intelectual sobre todo el cuerpo diplomático argentino: “El Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar a impulsores de las agendas enemigas de la libertad".
(Perfil)