El Gobierno consiguió con holgura el número del quorum para iniciar la sesión en la que se discutirá el Presupuesto 2026 en el recinto del Senado, un debate que se anticipa será extenso y que se desarrolla en un marco de incertidumbre sobre el resultado final de la jornada.
Es que todavía hay dudas sobre si el Gobierno conseguirá los votos en el tratamiento en particular del proyecto. El problema radica en el artículo 30 de la iniciativa, que elimina los pisos de inversión, en ciencia y tecnología que fueron establecidos en diferentes leyes y que están calculados en relación con un porcentaje del PBI.
Al momento de comenzar la sesión había 47 senadores presentes de todos los bloques. Tras la entonación del Himno Nacional, la vicepresidente Victoria Villarruel le tomó juramento a Enzo Fullone, libertario rionegrino que reemplazó a Lorena Villaverde, que no pudo jurar su banca por las impugnaciones por sus antecedentes judiciales vinculados con una causa por narcotráfico.
“Los números están muy finos. Están buscando abstenciones”, confió a La Nación uno de los participantes de la reunión de jefes de bloque de la oposición dialoguista convocada por la flamante presidenta de la bancada de senadores de La Libertad Avanza, Patricia Bullrich (Capital).
La reunión fue convocada por Bullrich para tantear el clima en los bloques dispuestos a colaborar con sus votos para que el Gobierno tenga presupuesto por primera vez desde que Javier Milei asumió la primera magistratura.
El clima no varió demasiado con lo que ya sabía la jefa del oficialismo en el Senado, que el artículo genera en el radicalismo la suficiente resistencia para poner en peligro su aprobación en la votación en particular. De hecho, tras ese encuentro, la UCR realizó una reunión de sus 10 senadores para tratar de definir una estrategia común.
Las negociaciones, que continuarán durante el debate del proyecto, apuntan por el momento a convertir los rechazos en abstenciones, pero tampoco esta estrategia es garantía de éxito. Es que en el Senado las abstenciones cuentan como ausencias a la hora de votar, por lo que la sesión podría quedarse sin quórum.
El oficialismo no tiene demasiado margen para el error, ya que necesita de una ley de Presupuesto 2026 para mostrar a los mercados y, sobre todo, negociar con el Fondo Monetario Internacional los pagos de la deuda que vencen el mes próximo.
La sesión está convocada para las 12 y el temario incluye, también, el proyecto de ley denominado de Inocencia Fiscal, que relaja el concepto del delito de evasión fiscal y facilita el blanqueo de dólares ocultados fuera del sistema financiero. Por eso, también se lo conoce como el proyecto de los “dólares bajo el colchón”.
Además, jurará su banca el rionegrino libertario Enzo Fullone, reemplazante de Lorena Villaverde, que debió resignar su lugar como senadora ante el rechazo que generó en la Cámara alta sus antecedentes penales, uno de ellos relacionado con una causa por narcotráfico en los Estados Unidos.
A priori, la flamante jefa del bloque oficialista en el Senado, Patricia Bullrich (Capital Federal) confía en que tendrá los votos para sancionar en general el proyecto de ley de Presupuesto.
El oficialismo contará, incluso, con el apoyo de senadores peronistas del bloque Convicción Federal, que integra el interbloque Popular que preside el kirchnerista José Mayans (Formosa).
Si, como todo indica, eso ocurre, será la primera vez que el peronismo votará dividido en el Senado, en una nueva señal de la vertiginosa pérdida de poder de Cristina Kirchner en el Congreso.
Sin embargo, hay dudas sobre la votación en particular. Un error de cálculo del oficialismo puede provocar que el panorama de un giro de 180 grados. El peor escenario para el Gobierno sería que el texto vuelva a la Cámara de Diputados en segunda revisión, con tan sólo dos días hábiles antes de la finalización del año.
Si el proyecto se aprueba tal como salió de la Cámara de Diputados hace una semana atrás, a lo que aspira Bullrich, este será el primer Presupuesto redactado de puño y letra por la administración libertaria de Milei. En los últimos dos ejercicios, la administración nacional gobernó con presupuestos reconducidos, sin la aprobación del Congreso.
Los artículos difíciles
A pesar del incansable trabajo de Bullrich, todavía persisten dudas sobre la suerte que correrán algunos artículos polémicos y poco aceptables para algunos sectores de la oposición dialoguista, que es la que tiene que aportar sus votos para que el Presupuesto 2026 se convierta en ley ya que el oficialismo solo no puede.
Por el momento son dos los puntos que podrían generar conflicto en el tratamiento en particular y que obligarán a Bullirch y a la Casa Rosada a llevar con sumo cuidado la cuenta de los votos en el momento de votarse esos artículos.
Se trata de los artículos 12 y 30. El primero, tal vez el más crítico, autoriza a la Secretaría de Educación a congelar el envío de fondos a una universidad si considera insuficiente la información remitida por la casa de estudios sobre la asignación y el uso que tendrá ese dinero.
El artículo 30, en tanto, elimina pisos vinculados a porcentajes del PBI establecidos por diferentes leyes para el financiamiento de distintos niveles y especialidades de la educación, como las escuelas técnicas.
Desde el oficialismo, y también en algunos despachos de la oposición, reconocieron que se trata de metas declarativas que nunca se cumplieron en los hechos, pero el tema genera resquemor en algunos bloques, como la UCR, y podrían restar votos a la hora del tratamiento de esos artículos.
Tal vez la solución que acuerde el oficialismo sea la aprobación por capítulos del proyecto. Pero todavía está fresco el recuerdo de lo que pasó en Diputados, donde los libertarios aplicaron el mismo criterio y por eso perdieron todo el Capítulo XI del proyecto.
Impulsado por el ministro de Economía, Luis Caputo, y por Javier Milei, en este capítulo el Gobierno había incluido la derogación del financiamiento de las universidades nacionales y del sistema de atención a la discapacidad, leyes que el Presidente vetó pero que el Congreso logró insistir con el voto de los dos tercios en ambas cámaras.
El traspié oficialista provocó malestar en la Casa Rosada, al extremo que sus voceros dejaron trascender que Milei podría vetar el presupuesto si el Senado no incluía de nuevo el capítulo eliminado en la Cámara baja.
Al parecer, esa presión desapareció y actualmente el Gobierno pretende tener sancionado el Presupuesto 2026 antes de entrar en una guerra sin cuartel por el equilibrio fiscal que podría costarle la pérdida del todavía endeble apoyo de algunos de sus aliados, que tiene final incierto.
“No lo vamos a modificar, no puede volver”, confirmaron a La Nación allegados a Bullrich, que ya tuvo que resignar el tratamiento de la reforma laboral como consecuencia de la polémica generada en torno al presupuesto en la Cámara baja.
La pelea por el Capítulo XI del presupuesto dejó en un cono de sombras los números macro del proyecto de Presupuesto 2026, que contempla gastos totales por $ 148 billones y un cálculo de recursos por $148,2 billones.
En su articulado, el Gobierno prevé un superávit primario equivalente al 1,2% del PBI y un superávit financiero (descontado el pago de intereses de la deuda del superávit primario) del 0,3% del PBI.
La previsión de inflación anual ascienda al 10,1%, es decir menos del 1% mensual en promedio, y un aumento del producto bruto del 5%.
Otro dato llamativo del proyecto es que estima la cotización del dólar en $1423 para diciembre de 2026, una cifra más baja que la actual, y proyecta un aumento del 10,6% en las exportaciones y del 11% en las importaciones.


