La vocación de ser opositores

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Las dificultades propias y agregadas que tiene la oposición para lograr acuerdos electorales

J. R.

Hay un justicialismo que es oficialismo y otro que es oposición. Fuera de eso, el espectro de los partidos de la oposición se debate en su propia incapacidad para lograr acuerdos electorales que otorguen mayores chances de cara a las elecciones de 2007. La Unión Cívica Radical se encuentra fragmentada y la Concertación Entrerriana repite como único discurso el nombre de su principal referente. A la falta de voluntad de diálogo se le suma la perversión de un calendario electoral que torna imposible cualquier acuerdo de alianza. El protagonismo del resto de las fuerzas opositoras, se diluye entre la cooptación bustista y la posibilidad de su desaparición. En la clase política entrerriana, pareciera que todos los dirigentes juegan con los dos dedos en V.

Radicales con peronistas no bustistas, nuevoespacistas con solanistas, garbinistas con intendentes radicales, varisquistas con… El embrollo de llamadas cruzadas marca el febril ritmo de las negociaciones esquivas y conforma un cóctel de exquisito sabor para el oficialismo.

La consigna elemental de dividir al enemigo para reinar merece una adaptación en el terreno político provincial. En Entre Ríos, la oposición política a la fuerza comandada por el gobernador Jorge Busti se ha dividido sola. O -lo que es igual en términos de efecto- no logra ningún acercamiento real que ponga en situación de replanteo al oficialismo.

La oposición política entrerriana se encamina a dejar pasar otra oportunidad de armado que signifique una alternativa real de poder, a la fuerza con mayor presencia en el manejo del Estado entrerriano en las dos últimas décadas.

Las condiciones favorables de un peronismo agrietado tampoco constituyen -según parece- un condimento seductor para habar en serio de alianzas.

En los discursos circulantes alejados de micrófonos y grabadores, referentes de la oposición admiten que cualquier buen negocio electoral pasa por ganar la disputa que se han planteado: ser la segunda fuerza y ganar terreno en espacios legislativos. Aspiración a la que se le busca quitar dramatismo con la consiguiente aclaración de que “hay que esperar mejores tiempos, elecciones futuras para dar la batalla grande por la Gobernación”.

En las elecciones provinciales de 2003 el discurso de la oposición era el mismo, y como consecuencia logró un paquete global de mayores votos, pero la partición opositora le garantizó a Jorge Busti su tercer mandato.

Hoy, el bustismo ha sufrido las considerables bajas de sus aliados en las dos ciudades electoralmente más relevantes: las fuerzas de los intendentes Julio Solanas en Paraná, y Juan Carlos Cresto en Concordia. Esto marca un hecho distintivo que aparece como inadvertido para las fuerzas de oposición.

Las situaciones internas de la Unión Cívica Radical y de la Concertación Entrerriana son absolutamente diferentes. Mientras que en el centenario partido la situación está atomizada en mil fracciones, en la tercera fuerza el encolumnamiento con la figura de Emilio Martínez Garbino no admite discusiones. Ambos casos generan el principal obstáculo en quienes se ilusionan con ver una fórmula mixta que arrastre chances concretas de poner al gobernador.

De todos modos, intentos no faltan. Desde la Concertación Entrerriana han buscado tejer acuerdos con referentes del radicalismo como el ex titular de la Cámara de Senadores, Juan Colobig (Diamante); con el diputado nacional Carlos Cecco, y con el ex legislador Gustavo Cusinato, quien ha lanzado ya por su cuenta la precandidatura a gobernador por el centenario partido.

Quienes conocen los términos del intento de negociación, aseguran que el ofrecimiento no despertó ni siquiera un tibio entusiasmo. Por lo bajo explican que no hay actitud generosa en eso de no discutir el primer lugar y, peor aun, en lo que aparece como un escollo insalvable: salirse de la estructura partidaria para tener la libertad de generar la alianza. El propio Cusinato lo ha dicho en sus primeras declaraciones como precandidato. “El radicalismo tiene sus convenciones donde se toman las decisiones, y quien no las acata está fuera del partido, así de simple”, aseguró.

Por el contrario, las críticas más frecuentes que apuntan hacia la conducción del partido radical destacan que el presidente del Comité Provincial, Sergio Varisco, está enfrascado en su interés por volver a la Intendencia de Paraná, y que cualquier interlocutor -en medio de una crisis interna no saldada- carece de cualquier peso orgánico.

En ese marco, el diputado provincial Arturo Vera es uno de los que inscribió su nombre para dar batalla por la Gobernación para 2007. Un dato que no hay que olvidar y que pinta la situación del radicalismo es que Varisco y Vera, presidente y vice respectivamente de la UCR entrerriana, habían protagonizado aquella inusual discusión mediática por las diferencias en la conducción partidaria.

A esas dificultades, hay que sumarle la premura a la que están obligados a acordar las fuerzas de la oposición. Con un calendario electoral rayano con lo perverso, el único que saca ventajas es aquella fuerza homogénea que cuenta con el plus de poder: el bustismo.

En rigor de verdad, lo único seguro por el momento es que hay dos fórmulas cerradas. La bustista que integran Sergio Urribarri y José Lauritto, y la justicialista no oficialista integrada por Julio Solanas y Enrique Cresto. No es menor el dato que el solanismo todavía adeuda acuerdos para competir con mayores chances. Pero todo el espectro de la oposición ni siquiera ha dado los primeros pasos para lograr sociedades electorales. Una vez más, el ritmo de los hechos lo marca el justicialismo, convertido en oficialismo y su propia oposición.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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