El chofer narco que nadie controló

Edición: 
1007
Fue detenido con 20 kilos de cocaína, con una banda de Rosario; era el conductor de vehículos oficiales en la Secretaría Privada de la Gobernación y allegado al narcotraficante Gonzalo Caudana

 

Por Daniel Enz

El episodio se mantuvo en absoluta reserva -casi como un secreto de Estado- en estos 90 días. Seguramente pensaron que podía afectar la imagen del gobernador Sergio Urribarri, en medio de la campaña electoral por su aspiración presidencial. Sucede que el hecho en cuestión es grave. No es muy usual que se detenga a uno de los choferes de la Gobernación de Entre Ríos, con 20 kilogramos de cocaína pura y en medio de una investigación conjunta que se venía haciendo desde hacía un buen tiempo, entre el Juzgado Federal de Eldorado (Misiones) -porque desde allí provenía la droga- y la Policía Federal Argentina. Perseguían una peligrosa banda de Rosario, para quien trabajaba el vecino de Paraná, domiciliado en Catamarca 559, casi frente a uno de los accesos al instituto privado Plaza Mayor y, evidentemente, oficiaba de nexo con narcotraficantes de la capital entrerriana.

Era la banda de Los Lagartos, quienes mantenían contactos con las derivaciones de Los Monos, narcos liderados por el fallecido Claudio Pájaro Cantero que se jactaban de controlar la venta de cocaína en Rosario. Entre las características de la banda del Lagarto Víctor Hugo Grisevich que levantaron mayor sorpresa entre los investigadores se destacó la impunidad con que se movían: sin profesiones o emprendimientos comerciales a modo de pantalla, se movilizaban en automóviles de alta gama, por momentos con gestos opulentos de riqueza y recorriendo la autopista 9 desde Capital Federal a Córdoba, trasladando droga bajo el amparo de sujetos infiltrados en la fuerza de seguridad de Santa Fe.

Marcelo Alejandro Acosta -de quien se trata esta historia- era un chofer de confianza de Urribarri. Había ingresado en el 2005 al Ministerio de Salud y Acción Social que conducía Angel Giano, en la última administración de Jorge Busti y fue derivado al Depósito Concentrador de Mercaderías, dependiente de tal organismo provincial. Por el decreto 3518 del 20 de junio de 2008 pasó adscripto a la Dirección de Información Pública de la provincia y dos años después se transformó en chofer, en el ámbito de la Secretaría Privada del gobernador Urribarri. Así consta en el decreto 3414 del 14 de septiembre de 2010, firmado por el propio mandatario y el ministro de Gobierno, Adán Bahl.

Acosta fue detenido el 13 de mayo. Iba solo en un Peugeot 307 color gris, patente EEG-741, radicado en la localidad de Rosario del Tala, a nombre de una mujer de calle Sáenz Peña y de su hijo, pero los allegados indican que fue vendido “alguien de Paraná”, a principios de este año. Lo secundaban dos vehículos más, que le oficiaban de apoyo, cuando se enfrentaron con el operativo policial. Pero la totalidad de la cocaína estaba en el automóvil que conducía Acosta, a quien seguramente le asignaron tal función delictiva por su capacidad y experiencia de manejo.

Lo extraño del caso fue que el 7 de abril de este año apareció el decreto 802 de la Gobernación, también firmado por Urribarri y Bahl, por el cual se reintegra al Ministerio de Desarrollo Social al mencionado Acosta. Siempre se supo que en ámbitos gubernamentales se reservan números de decretos para situaciones especiales.

En ámbitos oficiales, consultados por ANALISIS, a nadie le quedaron dudas de que apenas enterados de la detención del chofer oficial, pudo haberse confeccionado el mencionado decreto. “Nadie habla de esto. Es una orden a rajatablas”, se ordenó en la Gobernación. La directiva la manejó Sergio Cornejo, uno de los asistentes personales y de mayor confianza del gobernador Urribarri, con quien había consolidado cierta amistad el detenido Acosta. De hecho, algunos fines de semana se iban a pescar a zonas de Entre Ríos, tal como lo muestra una de las imágenes que acompaña este artículo periodístico.

Incluso, sucedió un hecho extraño: a los pocos días de que en la Casa de Gobierno se conoció la detención de Acosta, fueron peritados de manera reservada los autos oficiales de la Gobernación, que solía manejar el chofer narco, para determinar si no había droga o restos de ella en los coches. Para ello se hizo venir un can especializado de Concordia (que no está asignado a ningún organismo policial, pero que fue capacitado de manera particular por un alto uniformado) y en un garaje oficial se lo hizo recorrer los automóviles. “El gobernador está de campaña y no podemos encontrarnos con una sorpresa tan desagradable”, dicen que acotó uno de los encargados de llevar adelante el plan confidencial con los automóviles que utiliza Urribarri.

El auto del diablo

Entre los investigadores de la Policía Federal sorprendió primero que Acosta -nacido en 1967- fuera un chofer oficial, pero, también, que no tuviera antecedentes delictivos. Además, según se supo, habría declarado ante el juez misionero José Luis Casals, que había sido “contratado” para conducir el Peugeot 307 y que desconocía lo que había en el auto, lo que fue considerado un argumento absurdo, ya que era consciente de que iba acompañado de otros dos vehículos. Lo que sí quizás desconozca el juez Casals y los investigadores policiales es que ese mismo Peugeot 307 fue utilizado, una semana antes, en Paraná, por uno de los jefes del narcotráfico de esta capital: Gonzalo Caudana. El lunes 5 de mayo, en horas de la noche, el condenado narcotraficante violó el arresto domiciliario dispuesto por la Justicia Federal y se trasladó junto con su mujer, María Laura Spoturno, hasta el domicilio de una persona, que permanecía con custodia policial por cuestiones de seguridad.

Al parecer, ambos iban acompañados de V.H.B., otro personaje de Paraná, también vinculado al narcotráfico, pero al que no le pudieron hacer causa alguna todavía (hay quienes indican que en ello tiene que ver sus “buenos contactos” en ámbitos oficiales), que mueve parte del negocio de la droga en esta zona y por lo que incluso logró buenas utilidades. Prueba de ello es la importante casa quinta que compró a fines del año pasado, en la zona de Sauce Montrull. El policía que estaba de guardia en la vivienda a la que llegó Caudana tomó nota de la patente del vehículo y de sus ocupantes e incluso tuvo un fuerte altercado verbal con el citado narcotraficante. Ese registro de la patente coincide con la del Peugeot 307 que manejaba Acosta en la provincia de Santa Fe, con los 20 kilogramos de cocaína y por lo cual actualmente permanece detenido en la Cárcel de Ezeiza, por razones de seguridad.

Entre los conocedores del tema narcotráfico no existen dudas de que Acosta venía trabajando para mercaderes de la droga desde hacía un buen tiempo. “No se asigna una responsabilidad como la que se le dio, de trasladar 20 kilos de cocaína, de un día para el otro. Debe tener experiencia, sagacidad y astucia para saber salir airoso en situaciones como estas”, comentó un hombre experimentado.

La pregunta que surge inmediata es desde cuándo viene cumpliendo ese rol de chofer narco y hasta dónde no utilizó vehículos oficiales -que estaban bajo su responsabilidad- para cumplir con traslados asignados y con total impunidad, en medio del privilegio que le daba ser chofer del gobernador o alguno de los ministros del Poder Ejecutivo entrerriano. Está claro que la presencia de Acosta en una red de narcotráfico es demostrativo de que los tentáculos de este negocio, también entraron a la Casa de Gobierno, por más que se quiera negarlo, se esconda bajo la alfombra o se mire para otro lado, como si no hubiera pasado nada.

(Más información en la edición 1007 de la revista ANALISIS del 14 de agosto de 2014)

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