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Cuando la política no lo quiere ver

Unas palabras pronunciadas este lunes, a miles de kilómetros de la Argentina, por un funcionario del presidente Donald Trump, fueron el paño frío que calmó una economía nacional que antes del fin de semana parecía al borde del colapso. Bajó el dólar, bajó el riesgo país, subieron las acciones. Llegó un oxígeno que Javier Milei necesitaba con urgencia. Porque venía golpeado: por los audios, por las denuncias de coimas, por la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, por el rechazo legislativo a sus vetos y, sobre todo, por la crisis económica.

No está claro aún cómo se va a concretar esta ayuda anunciada desde el entorno de Trump. Por momentos recuerda mucho al salvavidas que recibió Mauricio Macri, con los resultados que todos conocemos. Tampoco está del todo claro si esto es bueno para la Argentina y los argentinos. Por lo pronto, es bueno para Milei. Si también lo es para su proyecto electoral, lo dirán las urnas el próximo 26 de octubre.

En el medio, Milei anunció una baja de retenciones. Una medida largamente reclamada por el campo, aunque lo que se presentó no generó demasiado entusiasmo: es transitoria y con fecha de vencimiento el 31 de octubre, apenas cinco días después de las elecciones. Una señal que muchos interpretan como un estímulo condicionado a la urgencia por conseguir dólares frescos.

¿Qué dijeron desde el sector? El senador nacional Alfredo De Ángeli valoró el gesto, pero reclamó medidas previsibles y permanentes. Desde sus tiempos en la Mesa de Enlace, De Ángeli considera a las retenciones un impuesto distorsivo que castiga a la producción. Y lo que quiere es la eliminación definitiva.

Desde el distrito Entre Ríos de Federación Agraria fueron críticos. Ellos también quieren la eliminación definitiva y evalúan que este esquema propuesto genera distorsiones y no beneficia a las cadenas productivas, sino a los grandes exportadores. Cuestionan que, al tener fecha de vencimiento, la medida es un volantazo con fines recaudatorios y comparan con lo que planteó en su momento Sergio Massa cuando fue ministro de Economía.

Mientras tanto, en la provincia, el gobernador Rogelio Frigerio -a quien se ha visto, en estos días, recorriendo con cierta intensidad diferentes lugares de la provincia- también hizo anuncios dirigidos al sector productivo. Para los arroceros, presentó un paquete de medidas que incluye llevar del 25% al 65% el subsidio a la tarifa eléctrica —clave para un sector que depende del riego—. Fue bien recibido porque equipara las condiciones con la vecina provincia de Corrientes, a donde muchos productores se habían mudado en busca de competitividad. Quizás tuvo algo que ver el pasado correntino del ministro Fabián Boleas, que estuvo más de dos décadas como funcionario de los gobiernos de esa provincia.

Aun así, el panorama no es alentador. Los productores aseguran que la actividad está en crisis, por la fuerte caída del precio del arroz en el mercado internacional. Muchos quedaron en el camino y anticipan una reducción importante del área sembrada que quedará en evidencia al finalizar la campaña en curso.

Para el sector avícola, Frigerio anunció una reducción en Ingresos Brutos y el lanzamiento de una línea de créditos del CFI. Aunque aún no hubo expresiones públicas de los productores, se espera que las medidas sean bien recibidas. Pero igual que los arroceros, los problemas del sector son acuciantes.

Uno de los más graves: el crecimiento descontrolado de importaciones de carne aviar, que aumentaron un 300%, en claro perjuicio de la industria local. Basta mirar las góndolas de cualquier supermercado para ver pollo importado de todos lados. Y tal situación resulta bastante inconcebible, cuando somos la principal provincia productora de pollos.

 

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La campaña proselitista continúa su curso. Los candidatos recorren, se cruzan, se acusan. Ya lo hemos dicho: el nivel del debate político sigue siendo bajo, por momentos bastante lejos de la madurez que exigen los tiempos que corren. Lo saliente de los candidatos fue la reaparición del dirigente libertario Benegas Lynch, quien habló de diferentes temas nacionales, provinciales y no dudó en cuestionar a este medio porque, a su entender, “se tergivesó” lo que dijo sobre la privatización de ENERSA o analizar algo parecido con Salto Grande, más allá de que debe haber un acuerdo binacional. Los audios de la nota existen, el video también. Nada se editó. Se puso un textual del dirigente. De ahí a que le hayan tirado la oreja, que lo hayan puesto en el frezeer por algunas semanas, escapa a nosotros. Cada uno debe hacerse cargo de lo que dice y de lo que calla. Nosotros hacemos periodismo y no somos ningunos improvisados ni mentirosos. De última, no cuesta nada reconocer el error, pedir disculpas y seguir los caminos.

Mientras tanto, desde la radio salimos a la calle todos los días a tomar el pulso ciudadano, y lo que se siente no es fervor electoral, sino desinterés. Desinformación, apatía, bronca, hartazgo. A 33 días de las elecciones, el único que parece ganar en todas las encuestas es el “no sabe/no contesta”, el voto en blanco o directamente el “no me interesa”. Y a eso habrá que sumarle algo que nadie lo dice cuando le ponen un micrófono en la calle: si ya tienen decidido no concurrir a las urnas, no lo anticiparán. Y es un segmento importante de nuestra sociedad el que no irá a votar, por más que nos duela a todos. Pero es también consecuencia del hartazgo a muchas cosas de esta sociedad y en especial a la clase política.

Las campañas tradicionales —con spots, recorridas, reuniones y redes sociales— no logran romper esa barrera. La ciudadanía parece desconectada del juego político. Y los políticos, lejos de hacer el esfuerzo de acercarse con propuestas, insisten con estrategias que no conmueven. Los candidatos, a un poco más de 30 días, hablan poco y nada de narcotráfico en Entre Ríos, pese a sigue creciendo y, además, hace ya varios años que comenzaron a invertir y a lavar dinero de la droga en ciudades como Victoria, Paraná, Concepción del Uruguay o Gualeguaychú.

No recorren escuelas del interior para ver la realidad en que están muchas de ellas (con problemas en techos, paredes electrificadas y seguramente sin ventiladores de techo para las temperaturas más altas) y tampoco van a los hospitales de esta provincia. Hay nosocomios donde no hay bayaspirina, ni gasas, ni descartables y a los familiares de los pacientes les piden por favor que les lleven la comida a los internados porque no hay presupuesto para sostenerlos. Y jamás van a comisarías de pueblos para saber qué les falta; si alcanzan con esos viejos patrulleros que disponen a medias, si tienen municiones o chalecos antibala. Y ni hablar de las cárceles más chicas o de los psiquiátricos. Ni de los barrios más pobres, donde no tienen siquiera para una comida diaria y viven todo el tiempo comiendo de la basura de los contenedores.

Pero eso no lo ven los candidatos. Prefieren seguir hablando de lo macro, de las rutas que recorren porque van y vienen, de la economía del país, de Frigerio y de Milei. Y mientras no hablen de la realidad de abajo, con los pies en la tierra, la gente seguirá sin interiorizarse.

 

(*) Aportes: Producción del programa de televisión Cuestión de fondo (Canal 9 Litoral).

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