Firme en su rol de aliado incondicional con Donald Trump, el presidente Javier Milei fue claro el sábado pasado al respaldar la “presión” norteamericana sobre la Venezuela chavista, ante la atenta mirada de sus pares del Mercosur. Pero también dejó en Foz de Iguazú una advertencia clara, sobre todo hacia el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, principal defensor del Mercosur, cuando habló de “una reforma institucional integral, que reduzca el costo económico” del bloque.
La ofensiva contra la “burocracia” del mercado común tiene varios ejes: la “flexibilización” del Arancel Externo Común, que considera nocivo para los acuerdos comerciales extra zona, la necesidad de permitir acuerdos extra zona sin la anuencia de todos los socios, y una batalla directa contra los “gastos” que genera el Mercosur, desde sus secretarías en Montevideo, hasta el Parlasur e institutos que considera “anacrónicos”, y que son defendidos tanto por Brasil como por la oposición kirchnerista a La Libertad Avanza.
“Milei habló del Arancel Externo Común, que hoy es en muchos casos del 35 por ciento, cuando otros bloques lo tienen al 6 por ciento”, explicaron fuentes de Gobierno. Y dieron como ejemplo que “hoy producir un auto es mucho más caro en el Mercosur que en el resto del mundo”, un dato que según fuentes oficiales complica el acceso a distintos y potenciales mercados, como México.
En este punto, Milei cuenta con el apoyo del presidente de Paraguay, Santiago Peña, y el de Uruguay, Yamandú Orsi, que a pesar de estar alineado ideológicamente con Lula, se muestra a favor de la baja general de aranceles a los productos extranjeros.
Milei también tiene en la mira a la estructura del Mercosur, con un total de 62 empleados, y sede en la capital uruguaya para su secretaría y la comisión de Comercio, aunque su aporte anual ronda la módica cifra de U$S 1 millón anuales. El Gobierno ya viene recortando sus aportes al bloque regional, como lo demuestran la decisión de unificar su embajada en Uruguay con la representación argentina en el Mercosur, ambos asumidos por el embajador Alan Beraud en Montevideo.
“No tenía sentido tener dos embajadores ahí”, explican desde la Casa Rosada y el Palacio San Martín. También bajó drásticamente sus aportes al Instituto de Derechos Humanos del Mercosur que funciona en el predio de la ex ESMA, que pasó de un presupuesto de U$S 2 millones anuales a U$S 200.000, una cifra que los organismos de derechos humanos y dirigentes del kirchnerismo consideran “insuficiente”.
Milei y los sucesivos cancilleres vienen, además, destinando cada vez menos fondos al Parlasur, con el argumento de que “fue fundado en su momento por los gobiernos progresistas, pero ahora no sesionan y sus decisiones no son vinculantes”.
Según datos a los que accedió La Nación, Argentina acumula una deuda de sus aportes al Parlasur de algo más de U$S 3 millones, deuda que comenzó en 2021, al igual que Paraguay. Uruguay debe casi U$S 2 millones, pero Brasil está al día. “Al Parlasur hoy lo sostiene Brasil”, afirma un legislador argentino de ese órgano legislativo.
En el mismo paquete crítico incluyen decisiones de Lula como la de impulsar y darle entidad al denominado “Foro Social” del Mercosur, integrado por organizaciones de la sociedad civil de orientación progresista, quienes enviaron un comunicado luego de una reunión vía zoom que incluyó el rechazo a la firma del acuerdo con la UE (que el mismo Lula impulsó hasta el rechazo final) y su oposición a los “ataques promovidos por Estados Unidos contra Venezuela en el Mar Caribe”.
La iniciativa, considerada “delirante” por fuentes del Gobierno, fue apoyada en la cumbre por Orsi, pero rechazada por el resto de los países y excluida finalmente en los documentos finales de la cumbre acordados por los países miembro.
La puja con Lula excede la cuestión ideológica. Desde el Gobierno se quejan porque acuerdos en plena negociación para el bloque, como el de Emiratos Arabes Unidos o Vietnam, son “trabados” por Itamaraty, que privilegia los intereses nacionales a los del Mercosur. “Ponen límites a la petroquímica o a los electrodomésticos, eso no es libre comercio”, se quejan desde el Gobierno.
“El Mercosur ha sido muy benévolo con el Gobierno. Le avaló subir de 100 a 150 los productos que puede negociar con terceros países”, afirmó a LA NACION el exembajador y legislador kirchnerista del Parlasur, Gabriel Fuks.
“Cuando hay tensiones políticas, los foros u órganos como el Parlasur sirven para resolver esos conflictos. La integración necesita esos foros, y no hay en el mundo ningún bloque que haya prescindido de estructuras alternativas a las comerciales”, cerró el exembajador.


