Por Luis María Serroels
Especial para ANALISIS

La historia recoge que por los años 280-275 A.C. cuando el Imperio Romano se expandía surgió un guerrero llamado Pirro que habitaba en las cercanías de Grecia. Sucedió que en una batalla muy cruenta en la que resultó victorioso conduciendo sus ejércitos, el balance final mostró que murieron 5.000 de los 25.000 hombres que había comandado y además soportando fuertes pérdidas de materiales, lo cual lo llevó a exclamar que “con otra victoria como ésta, estaré perdido”.

Observando el comportamiento del electorado el pasado domingo, pueden extraerse reflexiones útiles al momento de comprender y reafirmar que las urnas son una herramienta vital para la democracia aunque a veces se muestran cambiantes en su comparación con las encuestas. Es una jugada que nadie podrá explicar y que instala en la exhibición de las cifras rasgos contrastantes como la carátula del teatro. En política –como en tantas otras actividades- nadie puede salir a comerciar polluelos antes de echar la gallina clueca. En nuestra provincia la oposición reemplazó las cifras desalentadoras de las PASO por un triunfo que, aunque por magras diferencias, sirvió para aplastar las esperanzas del oficialismo.

Una mirada sobre las PASO de agosto último y otra sobre los resultados del 27 de octubre, muestra que los triunfalistas que anticipaban repetir cifras contundentes vieron frustrados sus anhelos y quienes alentaban prudentemente una importante recuperación, sintieron con el correr del escrutinio que había valiosas razones para celebrar.

Alberto y Cristina Fernández obtuvieron en el cuarto oscuro una incuestionable y legítima victoria global que los traslada hacia la Casa Rosada y el Senado respectivamente. Pero la molesta piedra en el zapato del kirchnerismo comenzó a manifestarse cuando se fueron conociendo los guarismos del Congreso Nacional, porque la relación de fuerzas que durante estos últimos cuatro años ha venido entorpeciendo los planes del Poder Ejecutivo, ya no será tan cómoda. Y aquí entra en escena un término esencial para la convivencia legislativa: negociación. Las boletas se cuentan y luego se queman, pero su lenguaje contundente es palabra santa.

Un control tranquilizador del parlamento es utópico, porque una cosa es el quórum propio para sesionar y otra la cantidad mínima de manos que deberán levantarse a la hora de sancionar las leyes. Por eso fuera de los recintos los acuerdos inter bloques tendrán su protagonismo.    

Obsérvese que en la primaria presidencial el Frente de Todos obtuvo 12.205.938 sufragios (47,65 %) frente a los 8.121.689 (31,79 %) de Juntos por el Cambio, redondeando unos 16 puntos. Sin embargo el domingo pasado, estas cifras se tradujeron en 12.473.709 (48.20 %) y 10.470.607 (40.47 %) respectivamente, lo cual muestra una caída en la ventaja del 50% al registrarse sólo unos 8 puntos.

Un fenómeno muy apetecido en los comicios generales por las fuerzas en pugna es quedarse con la victoria en distritos que históricamente afianzan triunfos categóricos. Hablamos de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Santa Fe. En esta ocasión las tres últimas le dieron claras victorias al macrismo, aunque en el territorio bonaerense las cifras tranquilizaron al Frente de Todos (allí la gobernación quedó para Axel Kicillof, frustrando las ambiciones reeleccionistas de María Eugenia Vidal). Pero los votantes de la Ciudad Autónoma en la medida que no cortaron boleta hicieron que Horacio Rodríguez Larreta –firmemente reelecto- le diera una gran  mano a la performance total de Juntos por el Cambio.

Quedó claro que ese formidable pulmón electoral que generalmente resulta ser un poderoso desnivelador en las contiendas comiciales, es decir, el conurbano bonaerense, volvió a ser determinante.

No plasmar respuestas inmediatas a los pobladores de esta franja donde se vive el día a día, será una peligrosa encrucijada. Como también que el sindicalismo no exhiba un necesario grado de comprensión ante circunstancias no queridas pero no por ello menos crudas.

Un caso interesante se dio en la capital entrerriana. En ocasión del comicio para intendente municipal, el actual vicegobernador Adán Bahl se impuso al hoy intendente Sergio Varisco, con el  45,30% sobre el 35,20% (diferencia 10,10 puntos). El reciente comicio –si bien se trató de elegir presidente- las cifras fueron muy poco generosas para con el Frente de Todos: Macri superó a Fernández por más de 16.000 sufragios. Un detalle extraño lo da el hecho de que entre los perdidosos se trata de explicar este vuelco por el hecho de que participaron más sufragantes (nada tendría que ver porque entre ellos habitan distintas ideologías y para todos los  gustos). La denuncia penal de Bahl contra el jefe comunal prevé fuertes choques verbales.

Sintetizando: cualquier euforia brotada de los resultados debería soslayar que la situación del país es sumamente compleja y requiere de actos generosos desde todos los sectores. No menos comprometida será la situación del Poder Judicial a la hora de definir la crítica situación de Cistina Fernández que, bajo numerosas imputaciones y denuncias por actos de corrupción, puede darse el lujo –desde el 10 de diciembre- de tener frente a sí la posibilidad de ocupar el sillón presidencial subrogando temporalmente a Alberto Fernández durante eventuales ausencias. La presidencia del Senado pondrá a prueba las espaldas de CFK.

En nuestra provincia hay ruidos de rendición de cuentas y demanda de explicaciones. Gustavo Bordet, actual gobernador que este año renovó su mandato con una ventaja de casi 23 puntos sobre el radical Atilio Benedetti, seguramente se tomará su tiempo para el análisis exhaustivo de este resultado. Es que el mandatario es a la vez titular del Consejo Provincial del PJ y es lógico que se busquen razones de la derrota a manos de Juntos por el Cambio, que le quitó a Entre Ríos dos representantes (uno en cada cámara legislativa nacional). El macrismo se alzó con una triple victoria, algo que muy pocos avizoraban.

El diputado provincial Daniel Koch salió a lavar los trapos sucios en la vereda al hacer públicamente responsable de la derrota al mandatario, argumentando que “si él fue quien eligió los candidatos, no caben dudas de que es el perdedor de la provincia”. Un juicio tan riesgoso como temerario.

Pocos días antes la futura vicegobernadora, Laura Stratta, primera mujer en la historia política entrerriana en acceder a esa función y por ende a la titularidad del Senado, afirmaba que se había efectuado una vasta recorrida proselitista por el territorio provincial. La urna ya dejó de ser la novia fiel de otras épocas.

Se descuenta que el análisis demandará largas discusiones, mientras resta poco más de un mes para iniciar un nuevo mandato. Es que Entre Ríos, junto a Mendoza, Córdoba y Santa Fe, fueron los Estados provinciales que mayor oxigenación le brindaron al macrismo en el cuarto oscuro.

El trato amable y la madurez republicana entre Macri y Fernández apenas a horas de realizado el comicio, es una buena señal para la transición (Cambiemos será después de diciembre una oposición fuerte a la luz de los resultados).

El encuentro del lunes 28 preanuncia que el cambio de mando tendrá a dos personas abrazándose, a diferencia de diciembre de 2015 cuando la ex presidente Cristina Fernández voló a Santa Cruz horas antes para no tener la incomodidad de enfrentar tan duro momento.

Antes de que se vayan aplacando los festejos del domingo, una Cámara Federal ratificó el procesamiento de la vicepresidenta electa “por ser la jefa de una asociación ilícita”. Queda claro que su flamante triunfo electoral jamás puede ser un virtual salvoconducto para volver a saquear al Estado impunemente. Duerme el derecho pero no muere. Ya es hora de despertarlo.