Por José Carlos Elinson
Especial para ANÁLISIS
Algunos gestos y demandas, en este caso de los sectores del trabajo hacen pensar que los modelos definidos por Brasil y Paraguay respecto de flexibilizar o levantar la cuarentena deben ser los modelos a seguir por la Argentina.
Que no la estamos pasando bien y que muchos la pasan extremadamente mal no es novedad para nadie, aunque algunos se hagan los distraídos.
Las reservas morales de los argentinos, siempre atentas, siempre solidarias, se han convocado para aportar lo suyo.
En los días que vivimos, sin dudas especiales, sin dudas diferentes a la media normal a la que estamos acostumbrados, buena parte de la comunidad se ha solidarizado con los sectores más vulnerables y en muchos casos saca fuerzas de flaquezas para poner el hombro donde sea necesario.
Se ha dicho en más de una oportunidad que los grupos de menores recursos son los que se manifiestan más solidarios y acompañan a los que no la están pasando bien en la emergencia.
Las noticias de hoy dan cuenta que empresas y sindicatos presionan para flexibilizar la cuarentena. Unos y otros, habitualmente enfrentados básicamente por razones económicas, ahora se ponen de acuerdo para exigirle al gobierno que les solucione los problemas que ellos, en una muestra de insensibilidad que los define, han comenzado a solucionar a costa de dejar en la calle a miles de trabajadores que no tienen ninguna vinculación con el avance del coronavirus.
Techint, uno de los grupos económicos más poderosos de la región ha desvinculado a 1.450 operarios y según el titular de la UOCRA, otros grupos se sumarían a Techint y, dijo, hay cien mil telegramas de despido listos para ser enviados. Le sumó además a Vaca Muerta, Mendoza y La Plata que sumarían ocho mil trabajadores que perderían su fuente de trabajo y, va de suyo, de subsistencia.
El Presidente Alberto Fernández brega por priorizar la salud, en tanto la CGT, con Héctor Daer oficiando de vocero, sostiene que lo primero que hay que preservar son los ingresos para que no se generen grupos vulnerables que se sumen a los ya existentes.
En este diálogo de sordos, como siempre los perjudicados son los pobres que miran con desazón como los representantes de ambos grupos descienden de sus automóviles de alta gama para participar de reuniones donde difícilmente se arribe a soluciones que beneficien a los sectores del trabajo, mientras a ellos no les faltará nada de lo que su nivel de vida los tiene acostumbrados.
En rigor de verdad, tanto la CGT como las cámaras empresarias tienen recursos como para salir a la palestra y hacerse cargo del duro trance por el que pasan los trabajadores.
Es en estos casos donde el egoísmo y la indiferencia de la clase dirigente se muestra tal cual es, alejada de la sensibilidad que pretende comunicar en los discursos.
Se puede hablar todo el día, pero la billetera no se toca.
Cuando el Presidente Fernández habla de priorizar la salud, es de suponer que lo hace pensando en el trabajo asegurado, de otro modo la manta será demasiado corta y siempre algo va a quedar a la intemperie.
Y lo que es peor, se viene el invierno.