
Reflexiones respecto a la vida post cuarentena.
Por José Carlos Elinson (*)
Lo primero a tener en cuenta es que hablamos de vida, es decir, damos por sentado que el drama tocará a su fin y volveremos a ser una sociedad en movimiento. De cualquier manera debemos tener en claro que no será la misma sociedad pre coronavirus. La sociedad pos COVID – 19 será una sociedad golpeada, plagada de ausencias, temerosa, comparable al residual de los países atravesados por las guerras.
Familias desintegradas, proyectos postergados o caídos de las agendas que los contenían y una visión del mundo que por desconocida, no nos habilita para describir.
No hablamos necesariamente de la Argentina, será el mundo el escenario de la vida que viene.
Sería de suponer que las relaciones entre los países no serán las mismas, para bien o para mal la peste fundó una especie de nuevo orden al que adherirán algunos y desconocerán otros. La economía, naturalmente, destacará su protagonismo de carencias producto de las inyecciones dinerarias que se hicieron necesarias para paliar la crisis expresada en desocupación casi absoluta en toda la extensión del incidente.
Nadie podrá ser ajeno a la vida que viene, por acción u omisión todos seremos protagonistas, voluntarios o no, pero protagonistas al fin.
El empresariado, normalmente alejado de quienes trabajando le generan las riquezas deberá sentirse más par de sus asalariados, si al fin y al cabo navegarán en el mismo barco tratando de arribar a puertos comunes donde la iniciativa de unos y la capacidad de trabajo de otros tratarán de conseguir mercados para colocar sus productos a precios internacionales. Los comerciantes deberán adecuarse a las normas que les fije el mercado interno y la volatilidad de los precios será cosa del pasado en términos de competitividad.
Los sindicalistas tendrán que hacerse cargo de su función de representantes y defensores de los derechos de los trabajadores que por derecho propio tendrán viviendas dignas y acceso a la salud y a la educación sin más trámites que su presencia en los ámbitos propicios, y sus emolumentos no los habilitarán para enriquecerse a espaldas de sus representados, y los profesionales liberales ejercerán su actividad al servicio de particulares e instituciones del sistema.
La denominada clase pasiva, jubilados y pensionados, no necesariamente deberán ser privilegiados, pero sí respetados y sostenidos económicamente con ingresos coherentes con sus necesidades.
Las plazas y paseos de las ciudades serán espacios de solaz y distracción y no chozas improvisadas por los habitantes de la calle a los que se los proveerá de edificaciones con el confort elemental de cama, comida, distracciones y atención básica de la salud.
Quiero decir, la vida que viene, como producto de toda crisis supone una excelente oportunidad de replantear el nuevo presente y un futuro al que muchos le temen pero otros tantos le apuestan al éxito.
La coherencia, la seriedad de las propuestas y sus implementaciones, y la mirada a mediano y largo plazo serán elementos necesarios para habilitar espacios de decisión y praxis.
Digamos, especulaciones sin demasiado fundamento sobre la que esperamos sea la vida que viene pero expresión legítima de deseos al fin.
(*) Especial para ANALISIS.