Gustavo Bordet.
Por José Carlos Elinson (*)
Hay que reconocer que la herencia recibida por este gobierno no fue precisamente un lecho de rosas. Hay que asumir también que el coronavirus no estaba en los planes, y es necesario tomar conciencia del contenido más bien pestilente de distintas ollas que se destapan.
Una de las preguntas que suelen surgir espontáneamente es ¿para qué querés ser gobernador? La otra, ¿para qué querés ser intendente? Sin tropa, sin estructura, sin proyectos viables en el corto y mediano plazo, ¿para qué?
El señor Bordet, del que no podemos decir que destacó como intendente, llega a la gobernación impulsado por los que aspiran a vivir a su sombra. Un digno caballero como su padre, Don Elvio, ha dicho días atrás que su hijo, el gobernador, está rodeado de chupasangres'”, y afirmó que algunos pertenecientes al gobierno provincial “se preocupan más por sus intereses que por los de la gente”. Esto dicho por un opositor sonaría casi intrascendente, pero que lo afirme el padre del gobernador, de vastos y transparentes pasos por gestiones de gobierno, suena como mínimo como un llamado de atención –indudablemente- desde el afecto y el compromiso militante.
Sin dudas, por inevitable, arribaremos en algún momento del texto al COBID19, pero doloroso, letal, es un tropezón durísimo que nos vemos obligados a asumir como país y como pueblo. Pero hoy el tema central del comentario pasa por la improvisación fundada en el desconocimiento, en la falta de programas, en el poco espacio que la escasez de experiencia ha aportado a la gobernabilidad.
Estamos comenzando agosto y cuando en cualquier país sería tiempo de manos a la obra coherentes con lo poco y nada que se dijo en la campaña, en esta provincia al menos, como aves de rapiña comienzan a sobrevolar candidaturas. Buenas, malas, peores, demuestran que el fin último –si no primero- de la política, más que por la vocación de hacer, pasa por la necesidad de ser.
Algunos dirán que ha pasado muy poco tiempo para la evaluación, otros preferirán hablar de eternidad.
Se hace muy difícil dimensionar las medidas del pantano, su extensión, su profundidad, y hasta podríamos hablar de su antigüedad. A lo que deberíamos referirnos es a la necesidad de contar con pilotos experimentados que logren sacarnos del fangal y ponernos de una vez por todas en esta carrera contra adversidades diversas.
A esta altura resulta inevitable y lo habíamos advertido antes, traer a la columna al COBID19 y sus circunstancias.
Como solemos decir, periodistas al fin y por lo tanto curiosos, preguntones y hasta muchas veces molestos, hay realidades de las que no podemos evadirnos. A riesgo de arribar a simplismos que esperamos tengan su sustento científico necesario, ¿por qué caer en incoherencias o lo que a simple vista aparecen como tales para los neófitos, de clausurar las puertas de ingreso y egreso a las viviendas pero dejar librado al paso de quienes así lo deseen, la puerta de atrás.
Tomándonos de las famosas palabras de Raúl Alfonsín, quienes han asumido la responsabilidad de conducir el país, algunas provincias y una buena cantidad de municipios asegurando saber cómo hacerlo, no han podido, no han sabido o no han querido desarrollar su plan de salvataje que a la luz de los acontecimientos y en el mejor de los casos, no superó una expresión de deseos.
Y cuidado, no nos estamos refiriendo exclusivamente al oficialismo de ocasión, la oposición no está ausente ni es ajena a la realidad que nos afecta.
Y para no hacerla tan larga, el colofón reproduce el título: Todavía no empezamos y la dispersión está en alza.
(*) Especial para ANALISIS.