Por Luis María Serroels (*)

Por razones de esta enriquecedora profesión periodística, debates, charlas y conferencias en que participamos con mucha satisfacción, se dio la posibilidad de conocer a Miriam Lewin. Una mujer especial, intelectual sólida, valiente y tenaz que sobrellevó circunstancias muy difíciles y dolorosas en las épocas aciagas de la lucha contra la dictadura más sangrienta padecida por nuestra patria. Las cicatrices del cuerpo y del alma fueron el testimonio de épocas de rebeldía que no se negociaban. Pero dejó de ser la de antes, y también su pensamiento y preceptos que le sirvieron como andamiaje de su fortaleza  física y moral. Empero ¿cómo modificar ciertos moldes frente a militancias otrora férreas para trocarlas por ideologías más elásticas? Tal vez haya sucedido un modo nuevo de edificar la revolución en que surge, por ejemplo, un modelo denominado NODIO.

Es necesario que el derecho a las opciones individuales sea respetado. Pero si se interna en algo tan trascendente como la libertad de expresión, no hay doble faz ideológica. La prerrogativa a trasmitir las ideas, no se  discute ni se conculca. Una cosa es optar con libertad y otra no poder escoger con esa libertad.

Su referencia al quiebre más reciente que conquistó al poder K mal moldeado, fue su  gran error. Su empalagoso imán que sedujo a un régimen discrecional y descarrilado. Se desperdiciaron valores que había ganado por las buenas, sólo por algunas rodajas de poder que alguien le encomendó. Le atrapó el desempeño en una Defensoría del Público, en la que lanzó un observatorio de la desinformación y la violencia simbólica que “trabajará en la detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas y la identificación de sus operaciones de difusión”.

Admitió su preocupación respecto de las audiencias “por la circulación de mensajes cargados de violencia y desinformación en redes sociales y en medios”. Le sienta muy mal “insultar a quien piensa distinto, cancelar a quien es diferente, descalificar, agredir y no argumentar, bloquear el diálogo y vulnerar derechos”. 

Resulta bueno explicar que “el construir desde falsedades noticias que apelan a la emocionalidad y fortalecen prejuicios que fomentan la intolerancia, es poner en riesgo la convivencia democrática”. Y se remata que “el discurso del odio, la polarización social y la violencia colectiva, avasallan el derecho a estar informado, degradan el debate público y amenazan la democracia”. Esto parte desde posiciones cerradas, donde no siempre son aceptables en tanto la libertad no se discute. Mirian Lewin eludió inadvertidamente que poco a poco fue internándose en el laberinto de lo que no debe hacerse en  el periodismo ni tampoco hacerse al periodismo cuando se ejerce seria, valiente y responsablemente.

Todo cuanto se le viene diciendo a la sociedad desde el Nodio y como un manual “cristinista”, no hace más que “coartarle la libertad de expresión porque el criterio de desinformación es subjetivo”, tal como sostiene el doctor Félix Lonigro, abogado y profesor de Derecho Constitucional de la UBA. Es que en su posición, “todo lo que tenga que ver con crear organismos con la finalidad de revisar información y adoptar medidas contra quienes informan, implica siempre mecanismos que en realidad coartan la libertad de expresión”    

El vocabulario claramente sensible a la hora de diseñar este Nodio, fue lo que precisamente menos suave fue escuchado cierto día por boca de Alberto Fernández para destinarle a Cristina Fernández sin retaceos ni prudencia frente a las cámaras de la TV. Basta con usar palabras muy simples que no por ello dejan de tener aroma a fetidez.

Los comunicadores deberán ser debidamente avisados de cuáles serán los factores a tener en cuenta al momento de no caer en atrocidades que hieran la sensibilidad del organismo supervisor, tan empeñado en determinar qué opinión periodística es verdadera o falsa. Cual se aceptará y cual no dentro del estilo y expresiones que se admitan frente a los medios. Y los requerimientos del momento según el termómetro político.

Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) se expresó “respecto de proyectos similares que tuvieron lugar en la década pasada, la instauración de este tipo de órganos de vigilancia desde el Estado conlleva un riesgo cierto de que sean estos utilizados como método sutil de disciplinamiento o represalia por motivaciones ajenas a los principios que dicen promover”. Y “la propia conformación del panel de presentación, con la casi totalidad de sus integrantes identificados con un sector político claramente determinado, es un indicio de ello”.

Sorprendió que en la noche del lunes último y advertido el Presidente de la Nación sobre los alcances del proyecto, reaccionara para tranquilizar a los hombres de la prensa dando garantías sobre el ejercicio irrestricto de la libertad. ¿Fernández no había profundizado sobre esta desafortunada idea que apunta a colocarle un cepo a la prensa?

Pero es necesario remarcar algunos párrafos del comunicado del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), cuya publicación en su totalidad fuera incluido en la edición del sitio ANALISIS. Sin mucho preámbulo, se le advirtió a la titular de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Miriam Lewin, que la creación del Observatorio de la Desinformación y la Violencia Simbólica (NODIO), implica un riesgo claro para la libertad de expresión y la pluralidad de voces en el país”.

Se advierte que “más allá de las intenciones expresadas, FOPEA considera un serio riesgo de que esta iniciativa sea utilizada para promover una narrativa estigmatizada contra medios y periodistas críticos”. El Foro “reafirma que la desinformación y los discursos violentos, los ejes anunciados para NODIO, se combaten con una  jerarquización del periodismo profesional y una cada vez más sostenida libertad de expresión”.

Es sorprendente que quienes  pergeñaron semejante ataque a la libertad de prensa no hayan visto los alcances donde se custodia y reasegura el mayor precepto que el hombre tiene. “El Estado Nacional tiene que garantizar la libertad de expresión, no restringirla”, sentenció un dirigente como síntesis de todas las libertades.

La Sociedad Interamericana de Prensa repudió el Observatorio NODIO, en un ámbito donde se advierte un “oscuro propósito” donde se “quieren juzgar los criterios editoriales de los medios, diciendo qué es bueno o malo para la sociedad”. Y se remarca que “los observatorios creados para monitorear y discutir la libertad de expresión han terminado por ser el primer paso con el oscuro propósito de un gobierno para regular a los medios y entrometerse en los contenidos”.

El fiscal Carlos Stornelli pidió la indagatoria para Miriam Lewin y frenar el Observatorio de Medios. El funcionario se expresó en duros términos, hablando de una “amenaza a las libertades individuales”,  a la vez de citar a indagatoria a Lewin, responsable de la Defensoría, imponiéndole una medida cautelar.

Stornelli, entre otras preguntas, señala: “¿Será que algún o algunos trasnochados, nostálgicos del medioevo, quieren avanzar sobre la libertad ambulatoria primero, la de expresión después y finalmente la de pensamiento? ¿Volveremos a los comisarios políticos y a los delatores jefes de manzana?”.

La Sociedad Interamericana de Prensa reaccionó duramente ante el propósito que se advierte. Esto significa “un primer paso para regular la libertad de prensa”, señala la entidad, afirmando que “quieren juzgar los criterios editoriales de los medios diciendo qué es bueno o malo para la sociedad”.  Y se ratifica que “los observatorios creados para monitorear y discutir temas de libertad de expresión, han terminado por ser el primer paso con el oscuro propósito de un gobierno para regular a los medios y entrometerse en los contenidos”.

La SIP “defiende y promueve la calidad de los contenidos y la ética profesional, pero entiende que la observancia de los valores éticos y profesionales, no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios”.

(*) Especial para ANALISIS