Los efectos de la elección legislativa del domingo 26 continúan. A tono con los tiempos, de manera acelerada y escasez reflexiva. Mientras cierra el escrutinio definitivo, que permitirá saber la relación de fuerzas que habrá en el Congreso Nacional a partir del próximo 10 de diciembre, habrá, después de mucho, una reunión del presidente de la Nación, Javier Gerardo Milei, con un grupo de mandatarios provinciales.
Se prevé que sea con la posibilidad de dialogar, por lo que deberían estar todos. Es demasiado lo que se pone en juego como para desdeñar la posibilidad de escuchar, de primera mano, las intenciones sobre el tiempo por venir. Después habrá tiempo para analizar y fijar postura.
El encuentro apunta a convertirse en un punto crucial para recomponer la deshilachada relación entre nación y las provincias. El gobierno nacional buscará, con renovados bríos, retomar la tarea de lograr un rediseño del Estado y, sin duda, de las relaciones políticas.
Digresión: lamentable que sea por pedido de organismos foráneos, lo que posibilite instancias institucionales, pero ya es tarde para lágrimas. Vayamos a lo que viene.
Si lo que debería ser usual, hasta rutinario, como parte del funcionamiento de un sistema representativo y federal, se convierte en novedad, es indicativo que algo no estaba marchando correctamente.
Que un presidente y gobernadores compartan es positivo. Si pueden exponer e intercambiar miradas y propuestas sobre temas comunes, es un salto de calidad que viene siendo postergado desde hace demasiado.
Hechos de diversa intensidad, con vértice en la desesperación, vuelven a darle un primer lugar a La Libertad Avanza. Si bien esa primacía la alcanza con un porcentaje de votos a nivel nacional sensiblemente menor si se compara con el ballotage de 2023, debe reconocerse la capacidad para recomponerse. Habría que agregar, para brindar un mejor contexto, que además de los porcentuales disminuidos, 12 millones de electores prefirieron colocarse frente al dilema como espectadores.
Recalculando
Sin dejar de lado los objetivos, la administración Libertaria, buscará posicionarse en el centro del poder, aprovechando el impulso de los votos. Legítimo desde la práctica usual de la historia reciente.
Otra vez puede montarse en un resultado para aplicar el plan que, elaborado inicialmente para Patricia Bullrich, tomó para sí Javier Milei en diciembre de 2023.
El primer paso de la fase de refundación, lo constituye este encuentro con los gobernadores.
Hasta ahora se había logrado la firma del Pacto de Mayo. Que mencionamos y seguiremos mencionando en nuestras notas. No se debe perder de vista ese documento suscripto en noches heladas, porque es la entraña que dará argumentos a una serie de reformas (laboral o tributaria) y pie para reclamar las que nunca fueron más allá del compromiso.
Siempre sobrevoló la potencia de un reclamo sobre el gasto público en las provincias en relación al PBI. Se reflota ahora, en momentos en que las cuentas de las provincias están al límite. Son miradas y no será igual como lo piensa o advierte un intendente o un gobernador.
Los puntos de partida y llegada no parecen ser muy distintos para el gobierno nacional, por lo que está solamente recalculando. Retomar la ruta sobre defensa de la propiedad privada, equilibrio fiscal innegociable o, como indicamos, la reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25 por ciento del PBI. También la reforma tributaria a la baja y la rediscusión de la coparticipación federal.
Debates pendientes desde hace tanto
Cada coyuntura va poniendo en la superficie algunos debates que pueden sonar novedosos, pero lejos están de eso. Son recurrentes. Una y otra vez se repitieron y tal vez por eso ya casi nadie les presta atención, lo que es peligroso en términos de construcción de ciudadanía, porque son medulares. Es entendible porque había planteos sin resultado.
Sirvió para horadar la base de sustentación de numerosas organizaciones esenciales de nuestra vida en común, para convertirlas en valores negativos: sindicatos, movimiento obrero, movimientos sociales, legislaturas, la política, los políticos. Peligroso como decantó, restándoles fuerza frente a momentos donde tendrán que intentar evitar abusos, por ejemplo, con la reforma laboral.
Cansancio y posturas volátiles frente a las expresiones partidarias. Un mal de época.
Se trata de problemas de fondo, que, si no son resueltos correctamente, con ecuanimidad, consenso, pueden convertirse en prólogo de males mayores.
¿Por qué se puede decir que están pendientes desde hace mucho?
Intentemos explicarlo con algunos textos que circulan en los últimos años, pero vienen del siglo pasado.
En 1986 Pablo Gerchunoff (Historiador económico) y Juan Carlos Torre (sociólogo) elaboraron un documento para intentar explicar, aunque sea en parte, el surgimiento de una de las tantas crisis que tienen como protagonista al Estado y su funcionamiento.
Una afirmación que construyeron viene de lejos y es usada en la actualidad: “Para la Argentina democrática, solidaria y moderna que aspiramos construir necesitamos un Estado nuevo, un Estado que, superando los excesos de un Estado paternalista y las limitaciones de un Estado prescindente, se convierta en un instrumento eficaz para potenciar el crecimiento del país y el bienestar de sus habitantes”.
Los autores, ofreciendo una mirada sobre la esencia del problema, intentando comprender para poder resolver, indican la existencia de una “crisis raigal, que deriva de la falta de claridad sobre las tareas que debe cumplir el Estado para encarar los problemas presentes y las exigencias futuras del desarrollo nacional”. (*)
Pueden ser expresiones absolutamente actuales. Se oyen argumentaciones parecidas. Son una muestra de situaciones que, al no ser encaradas y mucho menos resueltas, aumentan la complejidad del presente.
Nudos que se fueron ajustando, anomalías que se continúan en pendiente y ahora, no se pueden desatar con facilidad o ponerles un freno. No acordamos, vale aclarar, en usar la trincheta porque eso es causar daño, por lo que debe quedar en claro que la solución no es con brutalidad de motosierra. Una postura.
Ya en 1987, apenas más adelante, en un coloquio de IDEA, el entonces ministro de economía Juan Sourrouille, se plantaba frente a lo que denominaba viejo modelo de desarrollo.
Presentaba un diagnóstico, una letanía. “Venimos de un modelo económico cuyos dos pilares fueron la estructura semicerrada de la producción y la presencia supuestamente omnipotente del Estado. Un mercado interno todavía no definitivamente conquistado, un Estado en capacidad de financiar, subsidiar o asumir por sí mismo la acumulación de capital y una sociedad dispuesta a aceptar el atraso tecnológico y la ineficiencia que el repliegue sobre nuestras fronteras implicaba hicieron posible algún progreso en el contexto de ese modelo”.
Fustiga más adelante que se desarrollara una economía donde se daba por hecho que fuera posible una tasa de acumulación garantizada por el Estado, “ignorando que esa cláusula de garantía suponía un costo cargado sobre la otra parte de la sociedad, sobre los empresarios competitivos y los ciudadanos comunes que no vivían de las prebendas sino de su propio trabajo”.
¿Suena similar a expresiones de la actualidad? Por supuesto que sí.
Pero volviendo sobre lo dicho por aquel ministro que supo de algún éxito, sobresale que frente a observadores de los mercados, pone a jugar en la mirada la existencia de una sociedad “con alta integración y tendencialmente igualitaria”, que terminó construyendo demandas que, según Sourrouille, ese modelo, no podía soportar.
Resaltó que el Estado fue garante de la igualdad poniendo en marcha políticas sociales y de ingresos, mostrando inmediatamente que “el nuestro es, pues, un Estado sobredemandado y sobreexigido”.
Pobre Estado podría decirse.
En tono crítico añadía, mirando a aquellos empresarios, no tan diferentes a los actuales empresarios, que “un crecimiento estatalmente garantizado que ha dejado a un lado los estímulos del riesgo y de la competitividad y de una justicia social también estatalmente garantizada, sólo puede realizarse a través de la expansión permanente del gasto público, de un creciente déficit fiscal y de la inestabilidad inflacionaria”. (*)
Y así llegamos hasta hoy, mientras esperamos la reunión de un presidente con los gobernadores, transitamos este presente donde el principal mandamiento comienza a ser la eliminación del déficit fiscal para ir a la desaparición de la inflación.
Un diagnóstico hartamente repetido, casi se puede decir de memoria y pone en evidencia la falta de memoria. Las soluciones ahora son de una complejidad demasiado importante como para encarar su búsqueda desde la imposición política o apalancados por un triunfo coyuntural y la sola motosierra.
Miradas más cercanas, mismos problemas
Más acá en el tiempo, en 2023, en un trabajo meduloso y constructivo, el periodista Jorge Liotti (**), habla de una “pulsión igualitaria”, como un elemento distintivo para poder discernir algunas dinámicas de la Argentina. Dinámicas que pueden estar atravesando las conversaciones que tendrán provincias y nación.
El destacado columnista explica que esa pulsión fue “una poderosa fuente de movilización social ascendente”. Añade que “se asimiló naturalmente a una población que contenía una clase media robusta y dinámica, y clases bajas con servicios básicos cubiertos y expectativas de progreso”.
Hasta ahí todo bien hasta que nos revela que “en las últimas décadas, con el estancamiento económico y el empobrecimiento estructural, se transformó en un factor muy potente de tensión social. El impulso igualitario entró en colisión con una realidad inviable y una perspectiva de futuro irreproducible”. Contundencia y alarma.
Nosotros agregamos, mirando la reunión que se hará mañana, que el desafío de la hora es intentar darle la mejor forma posible a la puerta hacia el futuro, porque a lo sumo podemos andar el presente casi a tientas, tratando de generar el menor daño posible. Sería bueno que estuvieran todos los gobernadores con el presidente y pudieran conversar.
(*) En Diario de una temporada en el quinto piso. (2021, Editorial Edhasa).
(**) La última encrucijada. (2023, Editorial Planeta)


