Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná.
El arzobispo Juan Alberto Puiggari, saludó a los educadores este 11 de septiembre, por el Día del Maestro. Les agradeció y les pidió que “sigan adelante con valentía y tesón”.
El jefe del Arzobispado pronunció esos conceptos en una carta que se distribuyó a la prensa. “Sólo Dios sabe, y nosotros intuimos, el sacrificio arduo y silencioso, la entrega generosa llena de amor de tantos educadores que en este año tan particular, día a día, han ido entregando parte de su vida para que los niños, jóvenes y adultos puedan seguir educándose en este tiempo de grandes desafíos. ¡Cuánto que agradecer! ¡Cuánto que admirar! ¡Cuánto que alentar! ... para que no se cansen de esta vocación magnífica que Dios les ha dado”, dijo en el primer párrafo.
“Toda vocación es grande si está hecha por amor, pero objetivamente se cualifica por el fin. Y ¿cuál es el fin de la educación a la que ustedes están entregado gran parte de su vida? San Juan Pablo II afirmaba: “La educación consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda ser más y no sólo que pueda tener más, y que, en consecuencia, que a través de todo lo que "tiene", todo lo que "posee", sepa ser más plenamente hombre.” (Mensaje a la Unesco, 15.8.80,). Y nosotros sabemos que el hombre sólo se planifica y encuentra su razón de ser en el misterio del Verbo Encarnado. Ciertamente que esta tarea maravillosa no es responsabilidad exclusiva de nuestros colegios, los primeros responsables son los padres, luego la Iglesia Madre y Educadora, y ustedes, queridos docentes, colaborando con Ella”, agregó.
Recordó que “en este mes en donde celebramos tantas fechas relacionadas con quienes trabajan en las comunidades educativas, quiero hacerles llegar mi saludo y agradecimiento por la tarea de cada uno de ustedes: que Dios les pague abundantemente”, pidió.
“Reconfortan las palabras del Papa Francisco: ‘Siempre mal pagados, ante el desafío de la educación siguen adelante con valentía y tesón’. ‘Son como artesanos de las futuras generaciones, que con su saber, paciencia y dedicación van transmitiendo un modo de ser que se transforma en riqueza, no material, sino inmaterial’. ‘El auténtico educador es un Evangelio vivo. No es el perezoso discípulo de una doctrina lejana en el tiempo y extraña a la realidad que vive, no es el mediocre repetidor de fórmulas carente de garra sino el convencido y tenaz defensor de la contemporaneidad de Cristo y de la incesante novedad del Evangelio”.
Por último invitó a que “confíen a la Virgen María, Sede de la Sabiduría, las personas a Uds. encomendadas; que Ella sea su modelo y los proteja de todo mal. Feliz día y un gran abrazo en el Señor y en Nuestra Madre del Rosario”, cerró.