No se descarta que los concurrentes hayan contado con alguien que hiciera la campana para que alertara sobre la llegada de los uniformados y así tenían tiempo para apaciguar el evento clandestino.
Un proceso de compra de pañales dejó afuera a proveedores históricos, adjudicó a una empresa no inscripta y se quedó con un contrato estimado en US$450 millones.