De ANALISIS DIGITAL
María Luz se formó con Amanda y cada uno de sus hermanos detenidos, exiliados, vejados, desaparecidos. Es una mujer con historia de lucha, verdad y compromiso. Nadie podría objetarle el camino sinuoso que tuvo desde su adolescencia, cargado de llanto y sinsabores.
Junto con sus hermanos Gustavo y Cristela, fundamentalmente; con Alicia Perica Dasso o Beatriz Pfeiffer del otro lado del río, fueron incansables hormiguitas en los últimos 30 años, en esa tarea de reconstruir cada una de las partículas de nuestra historia reciente, para llegar a la verdad. Para los Piérola, Amanda, esa querida madre, siempre fue una luz a seguir, hasta que se apagó por la penosa enfermedad. Casi nadie podría hacer el cálculo de la cantidad de viajes y los miles de kilómetros que hicieron a Resistencia o a Margarita Belén, para encontrar la mayor cantidad de datos que llevaron, finalmente, a la condena de los ejecutores de Fernando, uno de los asesinados en esa masacre chaqueña.
María Luz está en un lugar merecido; acorde a su historia, a su lucha de toda una vida. Y seguramente la verdad seguirá surgiendo de esos rincones oscuros, donde los poderosos y dueños de la muerte, buscaron esconder las huellas del dolor.