Por Ivo Betti

El próximo jueves 26 de mayo, a las 20, se presentará en el Salón Ofelia A. S. Zaragozzi de la Facultad de Trabajo Social de la UNER el libro Solo digo, compañeros. Vida y compromiso militante desde el norte de Santa Fe, del periodista oriundo de Reconquista Raúl Borsatti. En diálogo con ANALISIS DIGITAL, Borsatti precisó que la intención del libro es “reconstruir aspectos de la vida de los compañeros muertos y desaparecidos oriundos del norte santafesino, para que la memoria no nos juegue una mala pasada y todo se diluya”. También se refirió al accionar de las Fuerzas Armadas y su rol en la actualidad: “Arrastran una triste historia de estar al servicio de minorías económicas”. La presentación está organizada por la Agrupación HIJOS Paraná, y contará también con la presencia de los músicos Luis Curbelo y Federico Ceballos.

Raúl Borsatti nació en Reconquista, en 1950. Desde hace muchos años se dedica al periodismo y a la comunicación, en distintos medios y en periódicos de militancia política, social y gremial. Entre 1976 y 1981 estuvo preso a disposición del Poder Ejecutivo, para luego radicarse en la cuña boscosa santafesina, para dedicarse a escribir crónicas “sobre esa polvorienta y marginal zona del norte” en el diario Panorama, de Reconquista. También trabajó para el semanario Última Edición, para Edición 4 y para Radio Amanecer. Creó, en 1996, una radio comunitaria en Fortín de Olmos, una localidad cercana a Reconquista; en 1999 publicó su primer libro: La rebelión, en el que construye las luchas del norte santafesino en defensa de las fuentes de trabajo en 1969; y en 2001 publicó Con tesón, con insistencia, que es la memoria de una fiesta popular en la cuña boscosa. Desde agosto de 2001, conduce un programa semanal, La Mirada, en Radio Municipal de Reconquista.

Solo digo, compañeros es una reconstrucción de la historia que soportó la ciudad santafesina de Reconquista durante los años de plomo de la dictadura militar, de la que inclusive el propio Borsatti fue víctima. Historias de vida de militantes y la impunidad de los represores en el pago chico se mezclan en un documento testimonial y a la vez histórico que relata las miserias que padecieron los militantes durante la dictadura y la indignación de tener que soportar la impunidad.

-¿Cuánto tiempo le llevó hacerse del material, chequearlo, clasificarlo y ordenarlo antes de darle el formato del libro?
-El trabajo de investigación, recopilación de materiales, entrevistas, etcétera me llevó más de dos años, porque además tuve que viajar para saber en lo posible sobre la militancia política de esos compañeros. Y otro aspecto es que en gran medida, una porción de familiares desconoce ese aspecto militante, por lo que hubo que salir a indagar y buscar testimonios. Ello permitió armar esos pedazos de historias que confluyeron en un libro.

-¿Qué lo motivó a escribir el libro?
-La idea de escribir Sólo digo, compañeros ha sido la de reconstruir, en lo posible, aspectos de la vida de los compañeros muertos y desaparecidos oriundos del norte santafesino, para que la memoria no nos juegue una mala pasada y todo se diluya; agrupar en un trabajo las historias fragmentadas que la región tiene en su mente colectiva, para que se sepa por qué lucharon y donde estuvo su final. Ninguno de estos compañeros murió o desapareció en el norte santafesino. Por eso, el trabajo abarca desde el caso Susana Medina, militante cristiana muerta en Santa Fe en 1968, al estallar un explosivo debajo de su cama, hasta el dirigente de las Ligas Agrarias santafesinas Arturo Dean y su compañera, secuestrados a fines de 1981 cuando retornaron del exilio español para intentar reorganizar el movimiento campesino. Por otro lado, en el libro dejo asentados algunos nombres de represores y complicidades con la dictadura, nombres que están en el recuerdo popular porque son los que reprimieron o metieron miedo en aquella etapa nefasta. Nunca se hizo un trabajo así en la zona y si no se blanquea sacándole la careta, todo se diluye y vuelven nuevamente como si nada hicieron, a cumplir algún rol “prolijo” en la sociedad. Por ejemplo, al intendente de Reconquista durante la dictadura, un sector del peronismo lo fue a buscar en los ‘90 para que sea concejal “y jerarquice el Consejo Deliberante”, y de esos hay muchos.

-¿Cómo fueron los años en los que estuvo preso a disposición del Poder Ejecutivo?
-Yo estuve encarcelado desde fines de enero de 1976 hasta fines de 1981. Estuve en los penales de Coronda, Caseros y La Plata. Y ya es conocido lo que fue el sistema carcelario de la dictadura. Basta leer el libro Del otro lado de la mirilla para interiorizarse de los mecanismos perversos implementados por los militares en el primero de esos penales. Fueron años que nos marcaron por siempre, de dolor y de aprendizaje con los compañeros, de ayuda y organización colectiva para sostenernos, para resistir.

-¿Cuál cree que fue la causa del exterminio de toda una generación durante la dictadura militar?
-La causa fundamental del exterminio de una generación fue implementar un plan económico y un modelo de país en el que los que resistían y se organizaban por un mejor reparto estaban de más, un país para pocos y en el que sobran muchos y que desgraciadamente se perfeccionó durante el menemismo.

-Cuándo alguien le dice que se trató de una guerra entre dos bandos, usted que le responde?
-Que parcializan la historia. Es la teoría de los dos demonios. En esa etapa no hubo espectadores, todos de alguna manera estuvimos involucrados, inclusive aquellos que miraron para otro lado. Aquí la violencia no surgió en 1970. En 1955 no había guerrilla y se tumbó un gobierno popular. En 1962 no había lucha armada y tumbaron a (Arturo) Frondizi; lo mismo pasó con (Arturo) Illia. ¿Quién se hace cargo de las proscripciones, de los secuestros como el de Felipe Vallese o de los asesinatos a militantes populares, de la represión a las movilizaciones, todas cosas que pasaron inclusive antes de 1970 que es el año que colocan como la aparición de uno de los dos demonios, en referencia a las organizaciones armadas. Pero la verdad es que es para una charla más extensa.

-¿Cuál es su opinión sobre las Fuerzas Armadas hoy?
-Las Fuerzas Armadas arrastran una triste historia de estar al servicio de minorías económicas durante gran parte del siglo XX. Ello los llevó a golpear al Estado y reprimir expresiones populares incesantemente, cometer aberraciones de todo tipo, lo que las llevó a un gran desprestigio. Hasta que no se modifique su formación y se los integre a un proyecto nacional, esta historia que los aleja de la sociedad no va a cambiar.

-¿Y sobre la Iglesia Católica?
-Institucionalmente hablando, su jerarquía es conservadora, y durante el gobierno militar aniquiló todo el movimiento interno que surgió después del Concilio Vaticano II y Medellín. Hoy hay en su base sectores que nada tienen que ver con los Bergoglio o los Baseotto, de manera que los que dirigen a la Iglesia tendrán que cambiar, optar por los pobres. Pero con Benedicto XVI como nuevo Papa, no creo que asuman esta postura.

-¿Cómo se constituía su familia?
-Al momento de mi detención en Reconquista, en una razzia en la que nos llevaron a 36 compañeros, estaba casado y mi compañera estaba embarazada. Ese niño nació dos meses después de mi encarcelamiento. Yo lo vi a los 20 días de nacer en una visita que tuve en Coronda, se llama Mariano, y después lo volví a ver a los tres años, ya en Caseros. A mi compañera, Lita, la detuvieron después, en octubre de 1976 y pasó 11 meses en el penal de Devoto. Después de mi libertad nació Renato, en 1987. Con ellos conformo mi familia hasta hoy.

-Para usted, cuál sería el país ideal?
-Aquel en el que todos tengan posibilidad de realizarse, con un trabajo digno, con acceso a la salud y educación para todos, con una torta mejor repartida, uno en el “que nadie escupa sangre para que otro viva mejor”, al decir a Atahualpa Yupanqui.