Impulsan "El mes del reino del revés", a diez años de la muerte de María Elena Walsh

Se trata de una serie de actividades virtuales llevadas adelante por la editorial Random House y que comenzarán este domingo 10 para celebrar la vida y la obra de la escritora y cantautora.

Por Silvina Friera/ Página 12 

Los únicos animales que fabulamos, acaso para ahuyentar la oscuridad con cuentos y canciones, compartimos una misma vibración que nos atraviesa de diferentes maneras, más allá del tiempo y el espacio: María Elena Walsh (1930-2011). A diez años de la muerte de la poeta, novelista, cantante, compositora, guionista de teatro, cine y televisión, el grupo editorial Penguin Random House propone en El mes del reino del revés una serie de actividades virtuales para celebrar la vida y la obra de “Nuestra Cervanta” (así llamaba María Elena a Niní Marshall), con la participación de escritoras y escritores como Canela, María Teresa Andruetto, Gabriela Massuh, Laura Ramos, Pablo Bernasconi, Cecilia Fanti y Cecilia Pisos, entre otros.

La programación que empezará este domingo 10 --el mismo día que murió la creadora de Doña Disparate y Bambuco, en 2011-- incluye maratones de lectura, talleres de rima y limericks (esa forma poética del mundo anglosajón con intención humorística, formada por cinco versos: los primeros versos riman con el último y el tercero con el cuarto, que son en general más cortos) y propuestas lúdicas que podrán seguirse desde las redes sociales de la editorial. El cierre será con la cantante, musicoterapeuta y docente Magdalena Fleitas, que cantará las canciones de María Elena Walsh (MEW) en un vivo de Instagram el 1° de febrero, el día en que cumpliría 91 años. Canela, seudónimo de Gigliola Zecchin, escritora y periodista que fue editora de Walsh en Sudamericana, editorial en la que creó el Departamento de Literatura para Niños y Jóvenes, elige un fragmento de una entrevista que María Elena le hizo a la escritora Doris Lessing, entonces poco conocida en castellano, en diciembre de 1980. “Si Lessing nunca fue como todo el mundo, tampoco se parece a la mayoría de los literatos, pero, eso sí, es coherente consigo misma, y su desdén por el orden convencional, la posesión y la apariencia no es sino síntoma de su indeclinable rebeldía”. Canela aclara que María Elena “no se parece a la mayoría de las escritoras argentinas” y que lo que escribe sobre Lessing “se podría decir de ella como poeta y narradora que siempre expresó su indeclinable rebeldía”.

María Teresa Andruetto reconoce que tiene una zona preferida de MEW en la que rescata el libro de poesía para adultos Hecho a mano; las letras de canciones que van desde “Como la cigarra” pasando por “Tejedoras” hasta el tango “El 45”; todos los poemas para niños y el espectáculo musical Juguemos en el mundo, subtitulado “show para ejecutivos”. “Sus poemas y canciones se mantienen inalterables y les encanta a los niños de hoy como los niños de hace cincuenta años”, compara la escritora cordobesa. “Hoy ya no se escribe bajo su sombra porque hay otras autoras y otras escrituras después de ella que influyen a los escritores de mi generación y a los más jóvenes. María Elena es el centro del canon de la literatura infantil; hay un antes y un después en esa zona de nuestra cultura”.

Como artista rizomática que aprehende las multiplicidades, se corrió de los encasillamientos confortables para escribir poesía, narrativa, componer música, rescatar literatura y canciones populares, hacer teatro y televisión y ejercer la crítica en el campo social y político. Junto a Leda Vallares grabó el disco Canciones de Tutú Marambá (1960), que incluía un puñado de temas que la harían famosa: “La vaca estudiosa”, “Canción del pescador”, “El reino del revés” y “Canción de Titina”. MEW publicó más de treinta libros infantiles, dos novelas, seis libros de poesía y dos de teatro. La novela Dailan Kifki (1963) se tradujo al francés, inglés, finés, danés, turco, ruso, italiano y chino, entre otros idiomas. “Su obra cambió el modo de producir literatura para niñas y niños”, plantea María Amelia Macedo, editora de Libros infantiles y Juveniles en Penguin Random House. “María Elena fue pionera en pensar la infancia sin subestimarla, encarando temas y cuestionamientos que no solían ofrecerse a los más chicos. Y sobre todo, dejó de lado lo estrictamente pedagógico y revolucionó el mundo de la literatura, el espectáculo, el folclore y la música infantil”.

Macedo revela que tiene un cariño especial por los libros de MEW. “Mi madre solía leerme por la noche (¡y con mucha entonación!) las ediciones que había compartido más de una década atrás con mi hermana. Esos libros ya portaban una historia: estaban un poco ajados por las sucesivas lecturas, y las ilustraciones de Pedro Vilar me fascinaban. También en casa sonaban los discos que dejaron impreso en mí su tono de voz. Después yo también compartí con mi hija y mis sobrinos esos mismos libros y sus canciones. La lectura en la infancia también impacta desde lo afectivo, desde el registro emocional que generan los momentos de lectura compartidos. María Elena logra cautivar a todas las generaciones”, subraya la editora de Penguin Random House. “Su obra escapó a los estereotipos y fue capaz de crear mundos maravillosos y personajes encantadores: El Reino del revés, El país de Nomeacuerdo, el bosque de Gulubú con su brujito, Manuelita la tortuga, la vaca de Humahuaca, Osofete, Doña disparate, El Mono Liso, La reina Batata, Don Fresquete, los personajes del Zooloco y el encantador Dailan Kifki, entre muchos otros. Conmovió, emocionó, entretuvo y estimuló la imaginación, el juego y el canto de varias generaciones”, resume Macedo.

Barajar y dar de nuevo

Andruetto examina el repertorio de una escritora ineludible. “Su obra está muy atravesada por la cuestión de las mujeres, por la condición de género, por el lesbianismo; una cantidad de cuestiones que no estaban en la agenda del pasado y en las que ella fue una precursora y que hoy sí están en la agenda diaria. Ella ejerce una influencia muy grande y a la vez es bastante única; no sé si tiene herederos en un sentido directo porque es distinta en sus letras y en su música, en esa fusión entre la tradición folclórica y la inglesa, entre el humor, el absurdo y la búsqueda de identidad. María Elena es una figura central porque hay un antes y un después de ella. Pero también por lo atípica es una figura bastante solitaria”, precisa la escritora cordobesa. “Los autores que marcan un antes y un después son los que toman las tradiciones prexistentes, barajan y dan de nuevo; esas tradiciones que prexisten son devueltas al cuerpo social, a los lectores, de otra manera –reflexiona Andruetto--. Ella hace con la infancia y la relación con la escuela, porque antes de María Elena la literatura que iba a la escuela era una literatura escolarizada y ella rompió eso de una manera muy potente. Ella es una escritora que rompe y que instala otra cosa en el campo de la literatura infantil. Los otros campos, las mujeres, el feminismo, las cuestiones de género, han sido valorados después y eso permitió que ella se expandiera del casillero ‘literatura para chicos’...”

MEW fue “una escritora tremendamente política” para Andruetto porque una escritora “no es solo que lo que escribe sino el modo en el que quiere estar ante los otros con su obra”. En este sentido pondera que el ingreso a la esfera pública de una de las grandes figuras de la cultura popular del siglo XX fue través de “vías irreverentes, que no era por donde entraba una escritora al mundo de los escritores; un modo muy feminista de entrar, muy diverso y muy periférico”. Lo político aparece en lo más profundo de su obra. “Si uno ve 'En el país de Nomeacuerdo' --que fue el tema que acompañó a la película La historia oficial--, 'doy tres pasitos y me pierdo'… es una gran metáfora sobre la memoria oficial. Podemos recorrer las letras y ver la cuestión del poder en La reina Batata y en muchas otras letras. Esa zona de lo infantil, del juego, del absurdo, fue un refugio para poder decir cosas en un lugar donde se advirtiera menos esa enorme potencia crítica. Ella elige entrar rompiendo. No entra por la obediencia, la escuela, el sistema; entra rompiendo. Eso es muy político, ¿no? Y no está en un solo lugar y no se deja encasillar”.

Para Madgalena Fleitas cantar las canciones es una profunda alegría. “María Elena nos puso a cantar a abuelas y abuelos, a mamás y papás, a nietos y nietas; muchas generaciones crecimos cantando sus canciones y eso es algo excepcional. Y esto sucede porque toca un núcleo muy profundo de la existencia humana en relación al juego y a las cosas que les pasan a los chicos en la vida cotidiana”. La cantante, musicoterapeuta y docente recuerda que MEW fue una gran investigadora que tomó como propia la voz de los pueblos. “María Elena y Leda Valladares viajaron a Francia y cantaron coplas construyendo un camino de mucha universalidad, confirmando que el lenguaje de la música nos encuentra, que tiende puentes. Y que la música andina, las bagualas, las vidalas, puede ser tan verdadera aquí como en cualquier lugar del mundo”, subraya Fleitas. “Cuando un artista toca una verdad humana, trasciende el tiempo y el espacio”, agrega la cantante.

El legado de la reinvención

Pablo Bernasconi pone el foco en un aspecto insoslayable de MEW. “Lo que nos sigue interpelando es el absurdo. Su función fue la de generar una ruptura con toda la tradición de la moralina que se venía utilizando y que estaba muy a la orden del día por las dictaduras que se vivían en Latinoamérica; con sus prosas y sus poemas generaba entrelíneas muy sabrosas, muy picantes, con argumentos rupturistas de cierta rebelión. La idea del absurdo como ella lo propone es lo que más me interpela; es el legado más valioso que deja en la literatura”. En lo afectivo, el libro favorito de Bernasconi es El reino del revés porque era “el libro que me leía mi mamá, las canciones que me cantaba mi mamá, y son las mismas canciones que le canto a mis hijos, a Franco y a Nina”. Más allá de lo afectivo, hay otro libro fundamental: Dailan Kifki. “En esa novelita o nouvelle planteaba esta cualidad del absurdo que ella tomó de los mejores escritores, esa impronta a lo Lewis Carroll de Alicia en el país de las maravillas que me parece que María Elena entendió muy bien. Dailan Kifki tiene disparos de fantasía que para mí son geniales, incluso yo he hecho homenajes con ciertos personajes de esa novela en muchos de mis cuentos”, admite el escritor.

Bernasconi se refiere a la presencia de MEW como “un ángel de la guarda para todos los que nos dedicamos a la literatura infantil” y explica el desafío que dejó. “El legado tiene que ver con la reinvención, con entender que definitivamente no hay una fórmula, que no se puede tirar de un piolín y sacar obras similares. Lo que más admiro de María Elena es el coraje de plantarse ante diferentes disciplinas, ante diferentes escenarios físicos e intelectuales, con la misma solvencia. Tenía una actitud ante el arte muy disruptiva --podía pasar de la canción y las letras a la literatura para adultos o a la poesía— y nos deja un gran desafío a todos los que estamos intentando transitar este mundo que es muy diferente del mundo que ella transitó”, analiza Bernasconi. “La reinvención es algo que entendió de muy joven cuando viajó a Estados Unidos con Juan Ramón Jiménez, que la apadrinó. Ahí se dio cuenta de cómo separarse de lo que esperaban de ella. Yo creo que María Elena Walsh era una exploradora corajuda. Todos deberíamos aprender de ella a empujar nuestros propios límites y no quedarnos con lo que sabemos que nos va a salir bien”.

Fuente: Página 12

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