El ciclo de cine veraniego en el espacio cultural Gato Negro sigue ofreciendo propuestas cinematográficas de gran valor artístico y social. En esta ocasión, la función programada para el domingo 23 de marzo a las 19:30, trae una película clásica de la época dorada de Hollywood. Se trata de De repente, el último verano, dirigida por Joseph Mankiewicz y con el guion del dramaturgo Tennessee Williams, en colaboración con Gore Vidal.

Según la crítica, esta producción de 1959 es un ejemplo de un Hollywood que, en su apogeo, aún permitía la experimentación artística y la crítica a un sistema que se mostraba como el epítome del progreso y la prosperidad. En su trasfondo, la película pone en cuestión la moralidad de la sociedad estadounidense de la época, tocando temas tabú como la salud mental, la represión de la homosexualidad y las estructuras de poder dentro de las familias adineradas.

La historia se sitúa en Nueva Orleans, en 1937, y sigue a Catherine Holly, interpretada por Elizabeth Taylor, quien es internada en un hospital psiquiátrico tras presenciar la misteriosa muerte de su primo Sebastián. Su tía Violet Venable, papel interpretado por Katharine Hepburn, muestra a una persona poderosa y manipuladora que ofrece una generosa donación a la institución con la condición de que la joven sea sometida a una lobotomía, procedimiento que eliminaría cualquier recuerdo de aquel trágico evento. Sin embargo, el neurocirujano John Cukrowicz, interpretado por Montgomery Clift, se muestra escéptico y decide indagar más a fondo en el caso, revelando verdades perturbadoras sobre Sebastián y la naturaleza de su muerte.

La película fue muy bien recibida desde su lanzamiento ya que se destacó por su guion, las actuaciones, la ambientación y la banda sonora. Su estreno generó controversia debido a los temas que aborda, pero también le valió reconocimiento, obteniendo múltiples nominaciones a premios importantes. Elizabeth Taylor recibió el Globo de Oro a Mejor Actriz Dramática en 1960.

La función se enmarca en un cierre de temporada que el espacio cultural define como "una despedida agridulce del verano, con sus momentos de felicidad pero también de dolores y miserias, por sus características de sol profuso y de pausa vacacional".

La entrada tiene un valor de $1.000.