La mirada cómplice

Edición: 
663
Documento exclusivo: Amanda Mayor, una historia de vida

C. C.

Bajo este título, ANALISIS publicó en su edición del 17 de junio de 1999 una nota a Amanda Mayor, poco tiempo después de ser declarada ciudadana ilustre de Paraná. En la entrevista la artista cuenta un episodio de censura que uno de sus murales sufrió en la provincia de Chaco. Se trataba de una escena de tortura presenciada por un sacerdote. La imagen simbolizaba ciertas complicidades del poder eclesiástico con la dictadura militar en los años de plomo. Algunos reaccionarios le borraron la imagen del cura. Amanda la volvió a restituir. Una historia que la pinta de cuerpo entero y que reproducimos a continuación.

Mientras reza una oración, un sacerdote observa tranquilamente una sesión de tortura llevada a cabo por un militar. Esta escena forma parte de un mural pintado en julio de 1986 en el aula magna de la Universidad Nacional del Nordeste, en Resistencia, Chaco. La representación molestó a unos cuantos. Especialmente a los arzobispados de las provincias de Chaco y Corrientes, que iniciaron un juicio contra la casa de altos estudios.

Como resultado, el juez federal de Resistencia, Norberto Giménez, atendió al recurso de amparo iniciado por el arzobispo chaqueño, monseñor Juan José Iriarte. Finalmente, borraron al cura a los pocos meses de ser pintado.

La autora de la obra es la artista plástica paranaense Amanda Mayor, que recientemente fue galardonada como ciudadana ilustre de Paraná por el Honorable Concejo Deliberante. Esta designación se basó en su amplia trayectoria artística y en la lucha que lleva adelante en favor de los derechos humanos. “Lo que quise decir en esa parte de la obra es que muchos curas sabían exactamente lo que estaba pasando en la dictadura. Saber y callar significa ser cómplice, lo que a su vez significa participar. Y hubo una terrible participación del sector eclesiástico en la represión”, declaró la artista.

En aquella Universidad estudió su hijo, Fernando Piérola, que fue detenido y posteriormente asesinado por los militares en las inmediaciones de la localidad chaqueña de Margarita Belén. Los contactos con su nuera y con gente que lo había conocido la impulsaron a plasmar su compromiso en aquel lugar. El mural es una alegoría tan penetrante y cruda como el Monumento a la Memoria, también de su autoría, emplazado en la Plaza Sáenz Peña de la capital entrerriana, desde el 16 de septiembre de 1995.

La pared del importante recinto fue el lugar donde la artista plasmó su visión del pasado reciente de los argentinos. Allí realizó una narración gráfica de hechos tristemente históricos ocurridos en el país durante la última dictadura. Detalló las escenas de los secuestros, de la cárcel, de los fusilamientos y de la represión a las Madres de Plaza de Mayo. También, sobre una bandera celeste y blanca pintada en el fondo, Amanda Mayor incluyó fragmentos de la vida común, como la esperanza, la familia, el trabajo, la escuela y la ciencia. Además, quedaron grabadas en la obra algunas columnas de madres que marchan hasta encontrar tumbas y, por supuesto, la polémica representación de la tortura, donde un militar con su picana somete a un joven atado a una cama -que en la jerga de los torturadores se conocía como parrilla-, ante las miradas cómplices de un médico y de un sacerdote.

Cuando la presión del clero determinó la eliminación de la silueta del cura, el diario Clarín reflejó el episodio en una nota titulada El mural de las figuras móviles. “El 13 de diciembre del año pasado me fui al Chaco y, acompañada por un grupo de amigos, hice una operación comando. Apilé tres mesas sobre las que coloqué una escalera y pinté de nuevo al curita. Era mi derecho porque me atropellaron. En su momento, yo quise entrar en el juicio como tercera y no me lo permitieron, me ignoraron. Así que ese fue el día más feliz de mi vida y sentí una alegría muy grande. Hacía calor y no podía sostenerme de ningún lado. Estaba en el aire, sobre la escalera, y tenía las pinturas en una mano y el pincel en la otra. Estaba de tacos y pollera, pero lo pinté”, contó la artista.

Al poco tiempo de la operación comando realizada por Mayor, las autoridades académicas hicieron cerrar el aula magna y ordenaron que la imagen del cura fuera borrada nuevamente. El 16 de diciembre del año pasado (1998), nada más que tres días después de la pintada, el diario Norte de Resistencia publicó la declaración del rector de la Universidad, Adolfo Torres: “Ésta es una injuria gratuita a la Iglesia”, declaró. Según informó la artista, Torres había sido uno de los que votaron en 1986, como consejero, el acatamiento al fallo judicial de Giménez, donde se ordenaba borrar la parte en cuestión. Es por eso que los litigios comenzaron de nuevo y hay abogados que están preparando lentamente una demanda contra el rector y contra la Universidad por violar los derechos de autor. Para que el mural fuese aceptado, en 1985, su autora había presentado un boceto de la propuesta ante el Consejo Directivo de la institución. Parece ser que, en aquel entonces, nadie reparó en el detalle del cura y aprobaron su realización sin darse cuenta del futuro dolor de cabeza que le implicaría. Así fue que, cuando lo vieron terminado, se arrepintieron totalmente de lo que habían votado. Cabe aclarar que todo el proceso de trabajo fue seguido de cerca por la prensa local de esa provincia, que llamó a la obra “el mural de la discordia”, y reflejó los testimonios a favor y en contra. También hay que señalar que muchos estudiantes y gente que estaba colaborando recibían permanentes amenazas de ultraderechistas y retrógrados que, desde luego, no consiguieron amedrentarlos.

El 4 de mayo, Amanda Mayor viajó nuevamente a Resistencia para participar de un panel junto a Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender. Para la ocasión, la artista pintó en una tela la ampliación de la escena censurada. “Aunque borren la imagen de la pared, con ésta no podrán hacer lo mismo. Se la puede usar como bandera y puede colgarse en cualquier parte”, señaló la artista. Finalmente, la tela quedó en manos de gente vinculada a la Universidad y a la defensa de los derechos humanos.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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