Claudio Cañete
Nacida en Federal, exquisita pianista, compositora e intérprete, Silvia Teijeira concretó uno de sus principales proyectos: lanzó su primer disco compacto. Rulos de zamba es el título de esta producción independiente que le llevó años de esfuerzo y sacrificio. La placa, por su calidad musical, en varios aspectos es lo mejor que se ha editado este año desde la provincia. Son 13 temas folclóricos llevados a la energía de su piano donde Raúl Barboza, Walter Heinze, Miguel Zurdo Martínez, Eduardo Falú y Jaime Dávalos, entre otros, viven y conviven en esta joya musical recientemente editada. Mientras tanto, la concertista que ya representó al país en el mundo, prepara su página web, estudia nuevas obras y continúa su incansable labor como docente en escuelas de Música. En esta charla con ANALISIS revela la trastienda del objetivo cumplido.
Hace un tiempo realizó una grabación que supuestamente desembocaría en este primer CD. Pero a Silvia Teijeira le faltaba aún para concretar su sueño. La grabación no la satisfizo en cuanto a detalles técnicos y decidió esperar, aunque un tanto preocupada porque ya había anunciado la inminente salida de su trabajo. El percance valió la pena. Finalmente, en un estudio de Buenos Aires, equipado con todos los medios necesarios y un impecable trabajo de masterización en Rosario, nació Rulos de zamba, un disco compacto con 13 temas folclóricos interpretados en piano por esta artista nacida en la ciudad de Federal.
Actualmente Teijeira enseña las asignaturas Piano y Audioperceptiva en el Profesorado de Artes en Música -nivel terciario- que se dicta en la Escuela Municipal de Música de Victoria. Lo mismo hace en la escuela donde fue alumna, la de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio de Paraná.
Básicamente su desempeño artístico podría resumirse diciendo que interpreta, difunde y estudia la música argentina de raíz folclórica, elección posiblemente influida por el paisaje rural y agreste de su niñez. Estudió piano con Graciela Recca en la Escuela de Música, Danza y Teatro, de la cual egresó de su nivel superior. Continuó su formación con clases particulares, cursos y talleres con Carlos Negro Aguirre, Gari Di Pietro, Lilián Saba, Walter Heinze y Marcela Martínez, entre otros. Su carrera en el plano internacional tiene dos capítulos interesantes. En primer lugar fue alumna activa de los Talleres de Técnicas de Improvisación y Armonía dirigidos por J. Eddelman y Claudio Gabis en la Escuela de Música Creativa de Madrid. Y en enero de 2001 asistió a clases de Música Guaraní con Raúl Barboza en París. Por otra parte, realizó estudios de folclore en piano dirigida por Hilda Herrera y de Análisis y Composición de la mano de Luis M. Mucillo. En el 2004 obtuvo por concurso una beca de perfeccionamiento del Fondo Nacional de las Artes, en la categoría Expresiones Folclóricas.
“Para mí 13 es un número de suerte y 13 son los temas de mi disco. Son estos porque creo que son los que deben estar, después haber seleccionado entre varios que me interesaban. Son muy representativos de mi relación artística e investigativa con el folclore y mi piano”, comentó Silvia en diálogo con ANALISIS. Su explicación se hace más clara al recorrer los títulos de su producción, los cuales dibujan un horizonte de muchos matices compositivos: Mate y recuerdo, un chamamé de Raúl Barboza; Esto que estoy cantando, Pa´su rastra, ambas de Remo Pignoni; Pueblos de antes, de Dino Saluzzi y Carlos Hugo Aparicio; Te´i de querer, composición anónima; Guitarra islera, de Miguel Zurdo Martínez; Chacarera del zorro, de Gustavo Cuchi Leguizamón; Subo, de Rolando Chivo Valladares; El cualunque, de Walter Heinze; Zamba de la Candelaria, de Eduardo Falú y Jaime Dávalos; y Saltó el gato!, Rulos de zamba y En el espiral, composiciones propias de Silvia. En algunos casos se trata de obras originales para guitarra versionadas para piano por ella y en otros, son temas originales con arreglos de la propia entrerriana.
El trabajo guarda una historia de sacrificio, de juntar moneda sobre moneda, de golpear muchas puertas y de la generosidad de amigos y maestros que respaldaron su emprendimiento. “A Raúl Barboza lo conocí cuando tomé clases con él en París. A partir de ese contacto una vez le envié un avance sobre unos arreglos que yo quería hacerle a uno de sus chamamés. Me respondió y aceptó ayudarme en el proyecto, las veces que vino a la Argentina me recibió -una vez en Buenos Aires, otra en Paraná- para ver cómo marchaban las partituras, me corregía, me explicaba y me daba absoluta libertad en los aportes que yo hacía. Desde el verano de 2004 tuvimos reuniones de trabajo hasta que finalmente lee envié a Francia la versión terminada, la cual aceptó. Ahora forma parte del CD”, contó Silvia, con gran agradecimiento por el apoyo de este gran maestro de la música guaraní, cómo él la denomina.
Silvia es docente y alterna su tiempo en viajar para dar clases, corregir en su casa y asistir a los conciertos de sus alumnos para luego aconsejarlos. Confesó que todo su tiempo está destinado prácticamente al estudio con su instrumento y el dictado de clases en las escuelas de Música de Victoria y Paraná. “Pero ahora también me estoy dedicando a presentar el compacto. Ya lo hice en la sala de la Agrupación Cultural Victoria, donde además cuatro de las piezas fueron bailadas por un ballet. Dentro de poco iré a Gualeguay y a principios de diciembre lo presentaré en Paraná”, anticipó.
Vive en Paraná, cerca del microcentro, en una casa inmersa en una cortada que parece un oasis en medio de tanto ruido de escapes y bullicios. El sonido de su piano emerge por la ventana e inunda la siempre silenciosa callecita, acompañada por Tirso, su perro y entrañable socio, que con justicia figura en los agradecimientos de Rulos de zamba. Él mantiene el equilibrio del hogar, sus ladridos impertinentes alternan con la solemnidad del piano en una casa que parece llena de luz todo el tiempo. Tirso realmente merece un apartado en la vida de Silvia, ya que es un amigo por herencia de una amiga suya, fiel como pocos, parco con los desconocidos y crítico de arte.
Pero a la hora de rescatar anécdotas que están detrás de esta meta cumplida que es el CD, surge una después de volver sobre el nombre de uno de los autores que ella interpreta: Walter Heinze. “Yo le huyo al tema de la muerte, no soy de hablar de ella. Pero es cierto que su fallecimiento fue algo muy duro y triste. La última vez que estuve con él fue en diciembre pasado, en un asado junto a Hilda Herrera, a quien le había contado que ya no daba más. Pero ese día estuvo muy bien y la pasamos bárbaro entre un grupo de músicos en Oro Verde”, contó la pianista. “Walter fue quien escribió la carta de recomendación que yo necesitaba para obtener la beca de perfeccionamiento que otorga el Fondo Nacional de las Artes. Y de ahí pienso que cuántos músicos hay en Paraná y qué generosidad tienen. A esto lo viví con él, pero también puedo decir lo mismo del Zurdo Martínez, de Graciela Recca o de maestros como Barboza, ya en otro plano, que nos enseñan con sus actitudes”, comentó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
