Daiana Pérez Gomiero
(especial para ANALISIS)
“Paraná volvió a la vida”. Esta leyenda escrita en un cartel municipal nos da la bienvenida al Volcadero. El humo, característica principal del lugar, ya puede sentirse. Alrededor del Volcadero la ciudad se vuelve precaria, los autos no pasan mucho, allí reinan los carros. Entran y salen en busca de todo, de todo aquello que -el resto de la ciudad- tiramos. El Volcadero de la ciudad de Paraná se ha impuesto como uno de los mayores conflictos. Hace 80 años que funciona y hace 80 años que contamina en forma diaria no sólo al Barrio San Martín, donde está ubicado, sino también sus alrededores.
El humo del Volcadero tiene dos causas. Una de ellas es la combustión provocada por la fermentación de la basura y otra, cuando producen incendios las personas que allí trabajan. Sin embargo, el mayor problema aquí son las consecuencias: el impacto en la salud de toda la población, pues el humo despide sustancias tóxicas y cancerígenas que son inhaladas por todos los ciudadanos y en especial por quienes viven a su alrededor.
Hoy está próximo a ser trasladado, pues la propuesta de la gestión del intendente José Carlos Halle (PJ) es crear una planta de residuos sólidos en el Acceso Norte de la ciudad. Es la primera vez que el tema Volcadero parece tener una solución posible y la predisposición política a un cambio.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)