Hugo Remedi
Es una gran mentira suponer que la proyección política de intendentes, funcionarios y legisladores se agota en ocupar el cargo que el destino les ha cruzado en determinado momento de su vida.
Por el contrario, y por más que declamen lo contrario, la raza de políticos al servicio del Estado tiene por conducta imaginar un futuro a gatas de una virtual escalera que en forma permanente los esté llevando de modo sucesivo a instancias superiores. Tal como lo sintetiza aquella contundente sentencia de que el es que sacerdote quiere ser Papa.
Chocar a la salida del garage no es saludable, de allí que la mayoría de quienes pasan a ocupar cargos electivos, en el Ejecutivo provincial o en las intendencias municipales jamás dirán qué tienen pensado para el futuro apenas asumen. Nunca lo dirán, pero cierto es que lo tienen absolutamente claro y cobijado, por supuesto, en la mayor de las discreciones. Bueno o malo, es quizás una de las premisas básicas que sostiene una manera de hacer política de largo aliento.
Por esta misma cláusula, muchas veces la “renovación” que tanto se recita termina siendo taponada por los militantes del “llego para quedarme”.
Nadie va a decir que hoy, diciembre de 2011, ya tiene la vista puesta en el 2015, y un poco más acá en el 2013, cuando se produzca la renovación de tres senadores nacionales y cinco diputados nacionales.
Todos, absolutamente todos, tienen un ojo puesto en el cargo que comenzaron a transitar por estos días y en la elección del 2015 aunque conjeturarlo suponga una eternidad. Y sobre todo cuando estamos hablando de un peronismo excitado de triunfalismo.
Con la puesta en marcha de la nueva Legislatura provincial (senadores y diputados), de las gestiones municipales y la elección de los principales funcionarios que acompañarán fundamentalmente al gobernador reelecto, Sergio Urribarri, ya quedó tatuado un primer escenario político con los principales referentes territoriales de la provincia.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)