D.E.
Lo cierto es que el ex vicegobernador volvió a mostrar sus dientes en el Uruguay. Esta vez no puso las cuentas a nombre de su madre jubilada, sino que dejó todo en manos de su actual esposa. O sea, un mecanismo similar a la década del ’90, cuando después de la privatización del frigorífico regional Santa Elena, comenzó a abrir cuentas en bancos uruguayos, por donde llegaron a transitar más de 40 millones de dólares.
Pero el mayor problema lo tuvo con el informe del ING Bank, con sede en Paysandú, ante el requerimiento judicial. Dicho banco informó, el 1º de septiembre de 1998, de la existencia de dos cuentas. Una era la número 311.723, a nombre de Rossi y su ex esposa Isolina García -que fue cancelada el 3 de julio de 1997, es decir, después de las publicaciones de ANÁLISIS-, tras retirarse 272.464,33 dólares. La otra tenía el número 261.092 y estaba a nombre de la madre de Rossi y de su hermana María Alba Rossi González. Fue cancelada el 4 de agosto de 1997 y se retiraron 263.662,19 dólares. Rossi, pese a los extractos bancarios oficiales, hasta hoy sigue diciendo, con esa caradurez que lo caracteriza, que “todo era mentira”. Y desde la denuncia de esta revista y pese a la condena judicial, todavía sigue negando esas cuentas.
(Más información en la edición gráfica número 1053 de la revista ANALISIS del jueves 22 de diciembre de 2016)