Memoria Frágil y el brutal crimen irresuelto de Flavia Schiavo

Flavia Schiavo

Flavia Schiavo tenía 21 años y vivía en Concepción del Uruguay. Fue cruelmente asesinada en junio de 1999.

De ANÁLISIS

Flavia Schiavo salió de su casa al banco, a bordo de su motito de 50cc, como habitualmente lo hacía por su trabajo. Fue el jueves 10 de junio de 1999, cerca de las 11 de la mañana, en Concepción del Uruguay. Cerca de las 21 de ese día, la mamá acudió a la sede policial para denunciar su desaparición.

El viernes 11, en una zona cerca al parque de la ciudad, Luis y Luciano Schiavo, padre y hermano, hallaron el bolso de Flavia junto a un cúter manchado de sangre y con restos de pelos. Un día después, el sábado 12 apareció en un descampado el cadáver de Flavia, en un barrio muy humilde de la ciudad, cerca de la cancha de Atlético Uruguay, con muestras de un increíble ensañamiento. Lo descubrió una perra de la Brigada Canina Municipal.

La joven de 21 años había sido degollada. Tenía un disparo de arma de fuego en la nuca. Y rastros de un golpe que le había hundido el cráneo. Al cuerpo le faltaban casi todos los órganos y no tenía cuero cabelludo. Los resultados criminalísticos determinaron Flavia fue rematada por lo menos tres veces. Recibió un golpe de hacha en la cabeza, un balazo y como seguía viva, fue degollada. Sus costillas no fueron rotas por alimañas sino fracturadas a golpes. No fue violada, pero sí desvestida y luego vuelta a vestir.

Flavia Schiavo estudiaba para ser maestra jardinera. Colaboraba con la economía de su casa, haciendo gestoría de trámites bancarios. Y hacía tareas comunitarias en el comedor de un barrio muy humilde de Concepción del Uruguay. Nadie podía creer la crueldad con la que fue asesinada la joven. Siempre fue muy querida en la zona donde vivía.

“Siempre hubo cosas que llamaron la atención. Circulaba la posibilidad que fuera un ajuste de cuentas vinculado a la droga y la primera jueza de la causa alentó esa hipótesis. Lo cierto es que, entre los elementos que se utilizaban para sostener ese tipo de leyendas es que al cuerpo de Flavia lo encuentran su padre, su hermano y un amigo. Pero la respuesta de la familia era contundente, sensata y amarga. ¿Quién iba a encontrar su cuerpo? Si no había nadie buscándolo”, recordó el periodista Américo Schvartzman.

Pablo Bianchi, periodista y perito fotógrafo precisó que los familiares de Flavia localizaron papeles que pertenecían a su trabajo, una cartera o riñonera y una trincheta con sangre. “Nunca quedó claro cómo encontraron eso un medio de un monte. Eso generó sospecha”, marcó.

Primero apareció un brazo y después los perros localizaron el resto del cuerpo. “Desde el primer momento las cosas se hicieron de una manera ineficaz, imprecisa, tratando de embarrar la cancha. Metieron una supuesta vidente que lo único que hizo fue entorpecer”, acotó Schvartzman.  “Lo que nunca tuvo el crimen de Flavia fue el acompañamiento policial. Las marchas que convocaban tenían una concurrencia muy escasa”.

“Hubo errores policiales pero también judiciales. Uno lo veía. Se dijeron cosas que no se correspondían con pruebas, se develó la identidad de un menor que supuestamente vio todo”, apuntó Bianchi.

La investigación judicial

Los indicios que surgieron en las jornadas de debate, desarrollado entre 2000 y 2004, señalaron que Flavia en su tarea de mensajería se topó con algo que nunca debió ver. Siempre se pensó que era una cuestión ligada al submundo de las drogas lo que finalmente le costó la vida.

Cristina Calveyra, ex jueza de Instrucción de la causa, rememoró: “Encontramos en el lugar papeles y tres teléfonos celulares dela misma persona. Hace 21 años eso era llamativo. Siempre tuvimos muchos obstáculos para esclarecer. Y la investigación estaba a cargo de la Policía. También nos encontramos con una postura bastante dolorosa de uno de los abogados querellantes. En los medios le hacía creer a la gente versiones que no eran reales. Cuando encontramos el brazo, estaba cortado con un bisturí. Debajo de sus uñas tenía restos de piel y pelos rubios. O sea que ella se defendió. Se indicó que se preserve especialmente la prueba y lamentablemente eso no ocurrió”.

Los papeles que encontraron y números de teléfono llevaron a un lugar. “Se ordenó un allanamiento pero no voy a decir nada de eso. He sufrido mucho por esta causa, lo saben los abogados querellantes. Me aparté de esa causa”, dijo Calveyra.

Gregorio Garro, abogado querellante, describió que Flavia estaba trabajando en el banco donde se encontró con Martín Coronel que hacía el mismo trabajo que ella. “La obligó a salir e irse con él. Nos presentamos como querellantes el lunes y nos dijeron ‘menos mal que nos presentábamos porque ya estaba por salir la orden de detención para el padre. En definitiva, después de la investigación resultó que parte de la Policía estaba ahí para encubrir la realidad”.

El querellante que aún espera la respuesta a un recurso interpuesto en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, agregó que no pudieron investigar. “Aparentemente Flavia se sorprendió con un paquete que tenía que llevar y tenía droga. No podemos decir exactamente qué fue lo que ocurrió. Pero sí algo vinculado con la droga”.

Testigos contaron que vieron a Flavia manejando su moto y atrás iba Martín Coronel, en el camino al balneario Banco Pelay. Se dijo también que vieron a la chica discutiendo con un hombre que después fue imputado en la causa, en esa zona del parque. “En esa zona aparecieron prendas de Flavia y, debajo de un puentecito, un paquete con droga que sería el que estaban buscando”.

El querellante impulsó un pedido de juicio político contra la jueza Calveyra, con el aval del papá de Flavia y respaldo político. “Si se utiliza un crimen con otros fines, la verdad es que vamos muy mal”, lamentó la ex jueza.

En 2003, después de una investigación llena de tropiezos, con cambios de jueces y donde según los abogados de la familia lo poco que se avanzó fue por impulso de los querellantes, el tribunal integrado por Pascual Fervenza, Fabián López Moras, Jorge Amílcar García, absolvió a los acusados. Fue el 14 de mayo de 2003 cuando los jueces anunciaron que los 6 imputados fueron absueltos. El fiscal Diego Young no acusó a los imputados. Los abogados de la familia advirtieron que pedirían el juicio político por mal desempeño. Él se defendió afirmando que sin pruebas no podía acusar.        

“Yo me pregunto si a una de las personas imputadas se le encontró parte de la moto de Flavia en la casa, si alguien dice que vio pasar a esa persona por ese lugar. Si la otra parte de la moto se encontró adentro de un pozo tapado y cuando se consulta a esas personas dicen que encontraron la moto en el radio céntrico. Hay muchos interrogantes para formularse”, evaluó la ex jueza. “Hubo una cuota de poder detrás, una mezcla de poder político y policial”, reflexionó.

Batalla judicial

Padres y familiares encabezaron marchas y vigilias pidiendo justicia por Flavia. En alguna de esas movilizaciones hubo no más de 10 personas. Hicieron gestiones ante el ex presidente Néstor Kirchner. Apelaron el primer fallo y llegaron a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El 4 de julio de 2006, la Corte Suprema anuló el primer fallo y ordenó volver a dictar sentencia a partir de considerar que la valoración de las pruebas fue absurda. La causa pasó nuevamente a los tropiezos de la justicia entrerriana y recién cinco años después hubo un nuevo juicio. Pero sin nuevas pruebas.    

“El año pasado se cumplieron 20 años del asesinato de Flavia. La justicia entrerriana se ocupó sólo de garantizar la impunidad, porque a partir de la resolución de la Corte Suprema, no hubo nueva investigación. No hay, hasta hoy, en la justicia entrerriana nadie que haya vuelto a investigar el crimen terrible de Flavia Verónica Schiavo. Y esa es una de las deudas que el sistema judicial entrerriano tiene con la comunidad de nuestra provincia y especialmente con la comunidad de Concepción del Uruguay, una de las deudas más graves y vergonzosas de la historia reciente”, reclamó Schvartzman.

“¿Le parece que todo el ensañamiento fue por un paquete de droga? Para mi había algo más detrás que no pudimos conocer. Llevaron un testigo engañado al lugar, un jovencito que después contó que lo llevaron engañado. Dijo quién lo llevó, pero no lo voy a decir”, acotó Calveyra.

Después de tantos vaivenes, fugas de imputados, detenciones y liberaciones, hubo un nuevo juicio. Esta vez el fiscal fue Dardo Tórtul y a diferencia de Young, pidió la máxima pena para Bentos por considerarlo coautor del homicidio y solicitó la absolución de Pedro Miguel Pachi Selci y de Julio Figueroa. Respecto de Martín Coronel, Juan Martínez y Alejandro Díaz, aclaró que no encontró elementos que los vincularan al crimen pero sí al robo de la moto de la víctima, por lo que se los condene por robo calificado. Analizó la participación de la imputada Marcela Álvarez y tampoco encontró elementos que la comprometieran.

Para Tórtul, Bentos fue coautor material de los delitos de privación ilegítima de la libertad y homicidio agravado por el concurso de dos o más personas en calidad de coautores. En la lectura del fallo, los jueces Miguel Ángel Giorgio, Marcela Badano y Andrés Torres, criticaron al fiscal Tórtul porque entendieron que no logró reunir las pruebas suficientes  para pedir condena. El principal testimonio contra Bentos fue desestimado, bajo el argumento que Soledad Ayala, su ex mujer, quien dijo que había oído de su pareja el detalle de cómo asesinó a Flavia Schiavo, pudo haber hablado por despecho.

La valoración de las pruebas existentes  condujo a que todos los acusados fueran absueltos. Así quedaron libres de culpa y cargo Bentos, Coronel, Martínez Villa, Díaz, Selci, Figueroa y Álvarez.

Un caso de impunidad

“Volví a mi casa con 23 o 24 de presión. Entonces, si hay que elegir vivir, hay que seguir viviendo, luchando a la distancia, ya no me quedan muchas fuerzas, no creo que se llegue nunca a buen puerto. Si algo perdí fue la esperanza. Toda la corrupción y la ironía de todo este sistema judicial es tan alevosa que si te ponés a reflexionar sobre lo que esperamos de la justicia y lo que es mi vida, tendríamos que irnos todos bajo tierra junto con Flavia. No sé hasta cuándo y hasta dónde podré seguir luchando pero que cualquier desgracia de estas termina destruyendo a toda la familia, es cierto. Entre otras cosas, los dos hijos que tengo vivos los tengo lejos y tengo que ir yo a visitarlos a ellos porque sé que los asesinos de su hermana están deambulando por esta ciudad como grandes señores”, dijo Élida Corazza antes de morir.            


Élida Corazza. 

En la investigación, el fiscal Young dejó vencer el plazo y no presentó pruebas. Además no imputó cuando tuvo que hacerlo. Sólo acusó por receptación maliciosa de la moto de Flavia. “Si la acusación de Fiscalía, el tribunal no podía dictar sentencia. Pero como nosotros sí imputamos, el tribunal se vio en la obligación de dictar sentencia que, más allá que fue absolutoria, pudimos seguir las instancias posteriores. Fuimos a Casación, la sala Penal del Superior Tribunal de Justicia confirmó la casación. Fuimos a la Corte Suprema y la Corte dijo que no hay violación a principios de defensa, el juicio fue regular, pero la conclusión a la que llegamos es la contraria a la que llegaron los tribunales de juicio. Las posibilidades son la condena o la absolución. La contraria a la conclusión arribada es la condena y en los considerandos los consideraron autores del delito de privación ilegítima de la libertad, seguida de muerte y mandó a dictar una nueva sentencia. Llevó un año y pico hasta que el expediente volvió a Concepción del Uruguay”, sintetizó Garro.

“En vez de dictarse una nueva sentencia con un nuevo tribunal, se decidió hacer un nuevo juicio, cosa que la corte había dicho por qué otro juicio, no es necesario, hay que dictar la sentencia porque todos los actos hasta el cierre del debate y la entrada a deliberar la sentencia eran válidos. Eso llevó devuelta otros tres, cuatro o cinco años hasta que nuevamente, la fiscalía con más pruebas que habíamos incorporado en ese momento. Nuevamente en este caso con el doctor Tórtul que había venido como fiscal de Gualeguay, siguiendo instrucciones de la procuración en ese momento, tampoco acusó. Nuevamente, gracias a la acusación nuestra el tribunal también dictó sentencia también absolviendo. Todo a pesar de que la Corte dijo lo que dijo y mandó a dictar una nueva sentencia condenando. Condena hay, lo que sí hay es impunidad. Porque la corte dijo que la resolución de este caso es todo lo contrario”.

Tras luchas durante 17 años por el esclarecimiento del asesinato de su hija Flavia, murió Élida Corazza. Su vida cambió drásticamente el 12 de junio de 1999 cuando encontraron el cuerpo mutilado de su hija. Hoy ya nadie habla del crimen de Flavia Schiavo, ni en la justicia, ni en la adormecida sociedad uruguayense, quizás sea mejor así para muchos, tal vez para demasiados que prefirieron el silencio, la complicidad y la impunidad eterna.  

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