Por José María Varangot (*)

“La cuarentena no debe ser ocasión para imponer políticas o esconder errores”. La reciente situación de crisis entre el gobierno y el campo, dejó al descubierto la improvisación que caracteriza la administración de Fernández sobre los temas de la agroindustria. Gran parte de su Gabinete se sumó en responsabilizar al sector de la suba de los precios en los alimentos, obteniendo como contundente respuesta, las acertadas explicaciones brindadas por numerosas entidades relacionadas con el agro sobre la cadena de integración de precios, como el costo del transporte, estiba, Impuestos, aumento de tarifas energéticas y combustibles, todo ello agravado, por una gran emisión monetaria que acelera el ritmo inflacionario, entre otros factores. Las entidades demostraron, con números concretos, la baja incidencia del sector agropecuario, en la conformación del precio de los productos de la llamada mesa de los argentinos. En esa sintonía se expidieron la FAA, CRA, SRA, CONINAGRO, Mesa de Enlace nacional y provinciales, Bolsa de Cereales de Rosario, CAME, (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), entre otras, calificando de irresponsables los dichos de los funcionarios y más importante aún, demostraron desde lo técnico, su falsedad. Luego, el Presidente convocó a la Mesa de Enlace, hicieron las pases y les pidió ayuda para analizar la cadena de comercialización de productos, principalmente, los eslabones que se podrían trabajar, para bajar el costo de los alimentos. El sector agropecuario tiene asumido que la relación comentada se encuentra teñida de resentimiento e ideología, que no les permite valorar que el campo y sus industrias, no son la multinacionales, son productores de carne y hueso que dan trabajo a casi 4 millones de argentinos, que éste año 2021 aportará a las arcas del estado más de 9.000 millones de dólares, siendo el sector económico más eficiente y que pese a ello, los caminos rurales siguen en estado deplorable, la inseguridad en aumento y los chacareros sufren la participación más alta de retenciones en el mundo, 22%, en relación con la recaudación de impuestos. Seguramente también haya responsabilidad por parte del campo, en el sentido de no saber comunicar adecuadamente los distintos aspectos de la operatoria y funcionamiento de la producción agropecuaria, de manera entendible para la mayoría de la gente. A modo de conclusión sobre el particular, el gobierno de Fernández, incluidos sus repetidos detractores del campo, como la diputada Vallejos, que considera “una maldición poder exportar alimentos”, deben saber que los productores están organizados, que trabajan y pretenden que su trabajo, cumpliendo con sus obligaciones fiscales, rinda lo máximo y no invade otras áreas, solo ocupa su lugar, el que le corresponde.

Sobre la relación de gobiernos kirchneristas con el campo se puede seguir escribiendo mucho pero entiendo que, lo que nos debe preocupar más, es conocer cuál es la razón de tantos yerros, idas y vueltas, datos económicos y anuncios equivocados, pero no sólo sobre el medio rural, pues la falsedad de lo que se comunica, comprende distintos ámbitos de la vida de losargentinos. La ciudadanía no considera oportuno una reforma judicial, tampoco considera que los precios suben por culpa de alguien en especial, conocen del 4% de inflación en enero, de los varios aumentos de la nafta en poco tiempo. En otro orden de temas, esperan una explicación acorde, de las denuncias sobre los Derechos Humanos en la Formosa de Gildo Insfrán; la causa de la presencia de funcionarios nacionales en intentos contra la propiedad privada; la razón por la que no tenemos los 20 millones de vacunas anunciadas a fin de año y solo contamos con 500.000 dosis; la falta de avance en el Congreso del proyecto de ley llamado de “ficha limpia”, que impide acceder a candidaturas y cargos electivos, a quienes han sido condenados en 1° instancia por corrupción o delitos contra la integridad sexual, entre otros. Insistir en lanzar proyectos sin continuidad, no responder declaraciones que lo contradicen que provienen de propios funcionarios y partidarios, y efectuar anuncios para luego hacer lo contrario, como sucedió con el inicio presencial de las clases, provocará que su margen de credibilidad cada vez sea más exiguo. Esta es la foto que ven los argentinos a diario, que muestra improvisación en la función de gobierno y excesiva permeabilidad a la presión que recibe de su frente interno.

Un último párrafo para destacar, que lo mencionado ocurre y seguirá sucediendo en un año electoral muy importante, pues marcará de antemano el posible destino en el 2023 del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, como alianza opositora más fuerte en términos electorales. El oficialismo, en las elecciones del 2019 contó con el voto del 33% de indecisos, aquéllos que no están afiliados y tampoco tienen un gran compromiso con partido o candidato alguno, seguramente cansados de la falta de logros económicos por parte de Macri. La cuestión a debatir por la política argentina es, decidir, en principio, ¿quién se beneficia hoy con los errores de Fernández? ¿Sus comentadas oscilaciones favorecen a Juntos por el Cambio o no? ¿De qué manera ambos espacios se mostrarán atrayentes ante ese electorado de un tercio, que está harto de Cristina, desilusionado de Macri y comienza a verlo a Fernández como una especie de amanuense de la expresidente y La Cámpora? Seguramente coexisten 2 factores fundamentales que influirán de manera determinante, el voto del tercio blando que se encuentra más allá de pertenencias ideológicas: el primero, será el tratamiento de la pandemia con vacunación incluida y el segundo, la mejora de las condiciones económicas comprendiendo tarifas e inflación. Esos son los parámetros a los que tendrán que adecuar su accionar político. “Cortito y al pie...”

(*) Abogado, productor de campo santaelense y dirigente rural.