Claudia Martínez
(Especial para Análisis)
María Silva es esa, es una de las mejores voces femeninas de la provincia y reconocida por premios, distinciones y nominaciones como en el 2005, cuando su disco Cantora aspiró a los Premios Gardel. Ganó el Pre Cosquín y pudo recorrer el país para cantar junto a grandes como Armando Tejada Gómez, Los Andariegos, Hamlet Lima Quintana, Antonio Tarragó Ros, Anibal Sampayo, Ramón Ayala, entre otros.
María, aunque ha pasado mucho tiempo, quizá no tiene el reconocimiento que merece, siendo dueña de una voz armoniosa, fuerte y conmovedora.
Sentada en una vieja casa de la calle Alsina, vive rodeada de objetos amados para ella. Ama las antigüedades y en su casa donde siempre hubo música, no faltan el piano, la guitarra y la música de fondo.
“Vivo con mi hijo, con mi perro y mis siete gatos, son más tranquilos. Por ahí este perro -dice mientras lo toca- se enloquece, se llama Perro, y el apellido es Gutiérrez. Una vez estábamos con una amiga en el lago Gutiérrez, en Bariloche, y por allá lejos por la orilla venía trotando una cosa, como un demonio de Tasmania pero lleno de rastas y mugre. En homenaje a ese perro así se llama”, narra mientras el perro en cuestión, se sienta a su lado en ese ritual donde las mascotas parecen querer proteger a sus dueños.
Siempre vivió en esa casa antigua, cerca de donde estaba el legendario bar El canario, ahora transformado en una modernosa frutería.
La cantora, cuenta cómodamente sentada en un sillón de su living que antes vivía en calle 25 de junio y Tucumán “esta es la casa de mis abuelos”, aclara.
María de los Ángeles Silva. Tiene 63 años nacida y criada en Paraná, se distrae un poco mientras organiza su casa, antes de comenzar la nota.
No tiene pareja, “ya sufrí demasiado, ya amé lo que tenía que amar”, dice segura.
“Ya amé mucho, demasiado amé con mucho sufrimiento y es mucho para un cuerpo solo. El papá de mi hijo es Cassano de apellido, Manuel se llama mi hijo”, detalla.
Martín Tabaré y Manuel Lautaro Amarú Cassano de 33 y 34 son sus hijos. No tiene nietos pero le encantaría tenerlos, nos cuenta con ternura.
-¿Cómo ves tu vida? ¿Lograste todo lo que querías lograr?
- Yo estoy contenta con mi vida, estoy contenta con lo que he hecho, donde he llegado. Si... (piensa) me acuerdo que una vez, que logré irme a España dije que estaba contenta, feliz. Transmití eso desde allá. En ese viaje conocí ciertas cosas, ciertos lugares, que a mi me importaban mucho, hizo que cerrara varias cosas. En la cuestión musical me gustaría hacer mucho más pero con lo que tengo estoy conforme, me gustaría hacer más cosas pero no tengo el empuje que tenía cuando tenía 30 ó 40 años.
María tiene tres discos grabados propios pero participó en otros donde sus amigos con amor la invitaron a participar, a cantar, a compartir su música, “uno de los discos fue con Daniel Rochi De aquí a la vuelta, se llamaba asi porque somos vecinos, vivimos por acá, otro que hice con Sito Lacombe,se llamó Cantora y fue ternado para los premios Gardel y el que hicimos con Juan Martín Carballo que se llama Canciones de agua dulce, toda música del litoral”, recuerda del trabajo editado hace dos años atrás.
-¿Cuándo empezaste a cantar?
-De muy chica, empecé cantando el LT14 y de ahí no pare nunca más. A los 4 años, eso lo cuento como mis inicios. Esta era una casa de músicos y de música, mi abuelo tocaba la guitarra, acá se hacían peñas, se hacían cenas que mi abuelo organizaba, siempre había música, siempre había gente. Para mí era algo muy natural. Mi padre, al que conocí de grande, porque mis padres estaban separados, cantaba tangos. Pero por ese lado, por la sangre corre música. Para mí era algo normal cantar. Cuando se hacían las cenas la nena cantaba, era lo más natural del mundo.
(Más información en la nota de la edición gráfica número 1125 de la revista ANALISIS del jueves 14 de octubre de 2021)
