Últimas horas de un país que no alcanza

fórmulas presidenciales

Un análisis de lo acontecido en la política nacional.

Por Carmen Ubeda

(especial para ANÁLISIS)

Los espejos del peronismo

Gracias a este generoso espacio que le otorga sin condiciones a quien escribe el digno editor de esta revista, es que se puede analizar sin sombras de intereses el devenir histórico y actual de la patria (así se debería comenzar a nombrar esta tierra de una vez por todas sin temor a ser censurados como nacionalistas con zeta o como ridículos románticos). Los análisis que se ensayan tienen como único propósito entregar ciertas reflexiones a aquellos que les interesen con la garantía de que se busca la verdad (es la meta, lo que se alcance está limitado por la condición humana). Como ejemplo de lo que aquí se dice, sería útil para el lector revisar el artículo del 26 de octubre de 2018 “Abran juego”. Allí hay pasajes que aluden a confesiones de CFK cuya oportunidad todavía no encontraba su momento, a la solicitud de Alberto Fernández para que ella sea precandidata a presidenta, a su negativa y las expresiones que señalaban a su hijo como depositario de su legado y único heredero y al sustantivo “obligación” para referirse a la posibilidad de volver al gobierno, palabra que reprodujo literalmente durante la primera presentación de su libro. También coincidirán con lo que allí se enunciaba respecto de que el presidente Mauricio Macri actuaba siempre en espejo con los movimientos de ella. Hoy, a casi un año de aquellos dichos, parece que la metodología de ambos, por decirlo en criollo, es “madrugarse”. Ella lo “madrugó” nombrando como su presidente (primera vez en la historia de la democracia en el planeta) a Alberto Fernández, impiadoso y cáustico crítico de ocho años de su mandato. Asimismo, para los que leyeron aquel artículo, no debió sonarles incómodo porque él mismo se encargaba de decir que la candidata, por sus votos, debía ser ella. CFK no hubiera elegido a alguien que la castigó sin mesura durante ocho años si no se hubiera visto alagada y reconocida por haberlo premiado nuevamente con su amistad, como tantas veces lo dijo.

De igual modo, si está en la voluntad del lector, puede revisar el otro artículo “La resurrección de Discépolo” del 16 de abril de 2019 cuando quien escribe se preguntaba, acercándose a su lector, “¿cuándo resolvería la ‘gente’ a quién elegir en medio de escenarios, fórmulas, alianzas y frentes que arreciaban el panorama?” A casi tres meses de aquel, poco o casi nada ha cambiado, especialmente en cuanto a que el enunciado aseguraba “que verifique el lector si uno solo de los políticos hoy en carrera no se había bañado en ese río (refiriéndose al peronismo)”. En esas mismas líneas se preguntaba si era necesario nombrarlos. Hoy mismo, ahora mismo, en este mismo minuto se pude asegurar que menos que nunca. Para sentenciarlo de esta manera casi desmesurada, habría que mirar las noticias de hace unas semanas que van desde CFK madrugando al mundo político con el nombramiento de su “tocayo” Alberto Fernández, a la decisión amanecida del presidente argentino convocándolo a Miguel Ángel Pichetto como compañero de fórmula. Quizás no importe demasiado recordar que lo hizo atendiendo a que “el tercero es el vencido”: primero fue Ernesto Sanz, el segundo Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichetto fue tercero. Es ocioso cómo se juzgue ideológicamente a Pichetto. Importa que sus enunciados no sólo son lógicos gramaticalmente sino que encierran una sustancia. Pichetto llegó para cargar el lóbulo frontal de un presidente huérfano de ideas y el sector parietal de un mandatario disléxico (a veces hay que exagerar errores para que sean comprendidos). Por lo menos Pichetto es incapaz de decir “pasan cosas” porque, de hacerlo, enumeraría con pelos y señales qué tipo de “cosas”. Resulta, al mismo tiempo, una injusticia o un rasgo de humor no muy feliz que Jorge Asis lo llame “Lepenito”. Los temas que Pichetto expone con descarnada claridad claman por ser debatidos. En todo caso, él tiene la valentía de recordarlos y no esconde ninguna dosis de cobardía cuando expresa que él es leal a quien responde mientras pertenece a sus filas. Es absolutamente azaroso y ni el oráculo de Delfos podría responderlo que Macri sea reelecto, pero, si lo es, se está asegurando un vicepresidente fiel e inteligente lo que no minimiza su vuelco a la derecha.

Notre Dame

Una torre medieval arrodillándose frente a las llamas.

Literalmente un chiquero

Escasos 30 días atrás, todavía “cuatro valientes” trataban de fortalecer la Alternativa Federal, hoy pulverizada. Nuevamente, si se recurre a artículos anteriores, se puede corroborar que la diáspora no la produjo el “oportunista” Sergio Massa o el Pichetto “traidor”. El misterio que envolvía al más joven de “los candidatos” no era un juego erótico con el electorado. (Se puede recordar también aquí un pasaje del último artículo donde se advertía que “Una seducción dilatada pondría en peligro la continuidad del deseo”: tal y como ocurrió ya que el tigrense bajaba su posicionamiento en el consenso popular). El esposo de Malena Galmarini estaba haciendo números: acercarse al Instituto Patria y “concertar” le daría más poder que sus inestables diez puntos. El primer lugar en la lista de diputados nacionales encierra la promesa de convertirlo en el presidente de la Cámara baja aunque haya tenido que negociar la intendencia de Malena, uno de los mejores cuadros políticos femeninos exento de cualquier vaivén. Anteriormente, Juan Schiaretti, visto como socio fundador, fue el primero en lanzar signos que auguraban el exterminio de la Alternativa Federal. Durante dos años se mantuvo asegurando que su lucha era Córdoba y sólo Córdoba, lo refrendó en su discurso triunfal. Por otra parte, sus arreglos y/o acuerdos con el gobierno nacional eran continuos. Previamente, había insinuado que tomar el país en estas condiciones era ponerse en las manos un hierro caliente. Vaivenes percibidos por el sagaz Felipe Solá cuya conclusión fue, palabras más, palabras menos, parece que estos muchachos no quieren ganar o están trabajando para no ganar. Presunciones cuyo colofón fue el abrazo exagerado de Juan Schiaretti a Mauricio Macri a horas de su triunfo. Schiaretti apostó siempre a que el peronismo no venciera en el ’19 y fue el que más se distanció de CFK. En tanto, Miguel Ángel Pichetto, si bien no tendría la precognición certera de su futuro lugar, ya le había dicho a su mejor amigo del Senado, mientras caminaban hacia la salida por los pasillos desiertos, “De acá no me saca nadie”. Afirmación que en aquel momento resultó desopilante para el colega y hubiera ocurrido lo mismo de hacerse pública. Lo que queda claro es que el hombre en soledad (a poco de su separación) estaba dándole forma o imaginando el próximo acuerdo. La palabra traición en política es una redundancia. Cada uno de los cuatros integrantes de aquella Alternativa Federal cuya meta era la unión del peronismo y de las provincias alentaba con mezquindad un sueño individual. Lo único que los acercaba, entonces, era el barro porque hasta resulta difícil hablar de arena política. Si algo les sobra a estos muchachos que los diferencia del ganado porcino, es la rapidez.

Por aquellos días, muchos analistas coincidían en utilizar el agraviante apelativo de “emperador” referido a Roberto Lavagna. El sustantivo se debía a la negativa de éste a competir en las PASO. En el presente y evidenciadas las actitudes no santas relatadas arriba, hay que destacar la sabiduría preclara de este hombre falto en absoluto de carisma, lejano a toda estridencia o altisonancia propia de la arenga en campaña. Ya conocía las intenciones y las andanzas de los que proponían dirimir fuerzas en las PASO. No era testarudez, no era obcecación, no era soberbia. Era certeza de que a la hora indicada cada uno jugaría su propio juego con sus propias normas. Si para quien escribe existía la fuente justa para confirmar la razón del modo de actuar del precandidato más anciano, es algo o bastante inexplicable que los “señores” expertos del periodismo argentino no lo supieran. Tienta sospechar que jugarían allí ciertos intereses sin por esto proponer una hilarante conadep del periodismo como pide el cómico que arranca risotadas sólo con procacidades. Hoy acompañan al sensato caballero de la economía Juan Manuel Urtubey (sería inútil describirlo ya que hay un artículo dedicado a él) y la lúcida diputada Graciela Camaño. Todas las consultoras coinciden que, si Consenso 19 llegara al ballotaje, ganaría a cualquiera de los otros dos extremos. El dilema es esa dificultosa llegada porque la polarización se alimenta y se retroalimenta según varíen sus fuerzas de una a otra punta en el tan deportivo como vacío tobogán.

Un contrahecho significado de coalición

Todos los actores antes mencionados por una motivación u otra llenan sus bocas con la fonética de la palabra coalición. Europa lleva más de medio siglo gobernado por coaliciones y todo hace prever que lo seguirá haciendo. En términos generales, debería considerarse como una de las manifestaciones más óptima del arte de la política. Le es atribuible a su conformación mayor consenso, mayor solidaridad y mayor tolerancia. En otros casos como el mejicano, los estudios políticos acuerdan con que la coalición asegura la gobernanza. Quizás si se tratara de una genuina poliarquía, estas metas y resultados se verían concretados, pero en Argentina y específicamente en la actual instancia política, la manipulada coalición se confunde a sabiendas o por ignorancia con la que ofrece mayor objeción moral: cooptación, es decir, el salto individual de una fuerza a otra o el llamado, igualmente individual, de un personaje a otro de la fuerza contraria. El Frente de Todos alegará que ellos concitan más de dieciséis partidos. Su “enemigo” asegurará que por lo menos reúne a seis o siete. Pura impostación y mentira. En el primer caso, hay una fuerza hegemónica que suma a otras pequeñitas en los albores de su nacimiento o simplemente soportando una anemia crónica. En el segundo, se usará deliberadamente un vulgarismo: fue de carambola. Sería injusto desconocer el arduo trabajo político de Rogelio Frigerio o quizás tangencialmente el del mismo Emilio Monzó. El lector merece una mayor explicación que se expresará con una pregunta retórica ¿cuál es la coalición en el primer caso cuando de los supuestos miles de dirigentes es una la que detenta la lapicera preelectoral o, si debe retirarse al toalette, lo deja encargado al hijo? En el oficialismo el caos se profundiza (caos que sólo la historia sabrá determinar si resultó de una búsqueda o de una desvergonzada ineptitud). Tal vez, como comentan los amigos, “la pareja” resultó de lo que hoy gustan tanto decir: la profecía autocumplida de Pichetto.

En todas estas especulaciones, análisis y datos lo más importante que se advierte es que todos los frentes, fuerzas, espacios, las primeras cabezas “reales” provienen del partido “toma todo”. Lo que se dirimirá en agosto, octubre o noviembre será entre peronistas. ¿Alguien duda de que la compulsa entre los extremos del abanico es Cristina – Miguel Ángel? O, en el caso de una rotunda participación de Lavagna: Cristina- Graciela Camaño o Pichetto – Camaño, por lo que ésta última representa. El peronismo no se contenta con enfrentamientos menores o en igual medida con acuerdos discretos: esta vez, y no es la única, lleva sus confrontaciones a la totalidad el espectro político nacional. La alternativa es peligrosa, todo se confunde, las posiciones se agudizan y el caos se adueñaría de un gobierno al que le debería urgir gestionar. Desde el punto de vista social, sea quien fuere el vencedor, lo que se avizora no produce ninguna tranquilidad. Del mismo modo, sería muy extenso analizar que los argentinos se inclinen por uno u otro polo cuando ambos tienen casi el 60% de imagen negativa. Las sociedades son organismos vivos y este comportamiento puede variar, pero por ahora se sigue cristalizando la maniquea polarización que, además, impediría el funcionamiento de una verdadera coalición. Es de destacar, sin embargo, que el clivaje social ha sido estudiado a través de la historia con un criterio vertical: estado versus mercado, eclesiástico versus laico, clase A versus clase B, etc. En la actualidad, la existencia de nuevos paradigmas, de repentinos cambios culturales, aceleración científica y tecnológica y otra multiplicidad de factores diseñan un clivaje social tanto vertical como horizontal que fragmenta el propósito social en numerosos segmentos. Aquí reside la dificultad de la gobernanza más que en cuestiones estrictamente ligadas a lo ideológico. A esta enumeración hay que sumar, obviamente, a una dirigencia convertida en casta, en acelerada degradación, tampoco ajena a la masa: los argentinos no somos ni un país de locos, como dicen los europeos, ni un pueblo maravilloso, como reprodujo Graciela Camaño de los dichos de su líder, precisamente en una etapa en que tras su muerte el país entró en uno de los conos de sombra más temible de su historia.

Se hace muy difícil un análisis neutral, racional, alentador cuando lo que se presenta moviliza más las vísceras que las neuronas. Aunque no se hayan concretado movimientos para verdaderas coaliciones, si por lo menos las cooptaciones satisficieran a los distintos conjuntos que los convocados representan, se podría augurar una transición más pacífica. Desde el regreso de la democracia, se espera, sin hacer el esfuerzo de lograrlos, que las transiciones pacíficas caigan del cielo. Las caras iracundas, agobiadas, demacradas, confundidas abundan desde los dirigentes hasta el ciudadano menos decididor. La cantinela popular está en lo cierto: con Macri, ajuste, con Cristina, caos. Las consultoras por largo tiempo silenciadas han vuelto a aparecer planteando el mismo escenario del blanco o el negro. Para algunas, según el cliente, x puede ganar en la primera vuelta o su contrario. La mayoría asegura la segunda vuelta entre los mismos. Hay un actor que a la vez es víctima y victimario en este proceso y éste es justamente el elector que no ve otro tipo de representación alejada de los extremos.

Los designios del muerto ilustre

Lo que se cumple invariablemente, irrefutablemente, asombrosamente son los designios del muerto ilustre, conmemorado este mes, en la mayor parte de las áreas, pero especialmente en aquello de que “todos” van a ser peronistas. El general arquetípico de la cultura y de la política del siglo XX, por lo menos en Argentina y el Cono Sur, sostenía una base ideológica pragmática, pero innegociable con algunos principios, desarrollada por antonomasia en su libro “La comunidad organizada”, tanto como en “El manual de conducción”. Con los años, primó el pragmatismo y se fueron desvirtuando o “negociando” algunos principios madres, eventos que no es necesario recordar al lector. A este punto se refieren la mayoría de los sociólogos y politólogos europeos cuando afirman que “El clivaje sociopolítico del peronismo es de corte simbólico y no ideológico”. Manifestación que, como nunca, hoy se comprueba. El peligro está en llevar al gobierno los choques, roces, disputas y desencuentros entre las distintas facciones del peronismo cuyo resultado está de más explicar porque ya se vivió. El designio del muerto que caprichosamente se hace esperar es el del impulso hacia la unidad nacional. Quizás, a pesar del tardío abrazo con Balbín, porque el muerto no dejó esa herencia.

La finalidad de este artículo fue reflexionar con el lector sobre las alternativas políticas en las vísperas de una elección muy incierta. No hay que olvidar el marco macro económico y judicial que la encuadraría. Uno, confuso, sucio de contradicciones y números escandalosos, el otro, agobiante e igualmente sospechado.

Mientras, bajan las temperaturas, se multiplican las fogatas, los braceros y las ollas comunitarias, expresándose nuevamente la solidaridad popular con abrigos y alimentos. Dolor y vergüenza. No es éste un país para que no alcance.

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