La jueza Alicia Vivian fue agredida verbalmente a la salida de los Tribunales de Gualeguaychú.
Por Nahuel Maciel
El viernes cuando el Tribunal de Juicios y Apelaciones, integrado por los jueces Alicia Vivian, Mauricio Derudi y Arturo Exequiel Dumón, dieron el adelanto de su veredicto por el homicidio de Lucas Bentancourt, generó entre los familiares, amigos y vecinos de la víctima una ola de indignación.
A la salida del Tribunal, la jueza Vivian (quien fue la presidenta del debate) fue abordada por los vecinos de manera agresiva, recibiendo una andanada de insultos irreproducibles e incluso su seguridad tuvo que ser resguardada por un cordón policial, además del auxilio oportuno del vocal Dumón y de los abogados de la querella Rubén Virué y Martín Britos.
Llama mucho la atención que la Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de Entre Ríos guarde un incomprensible silencio ante esta agresión a uno de sus integrantes.
Si bien en este juicio hubo muchas cuestiones discutibles, como el no ingreso a la prensa, lesionando con esa decisión la libertad de trabajo y de acceso a la información; los hechos violentos vividos luego del adelanto del veredicto no pueden pasar desapercibidos; más allá de los sentimientos genuinos de los familiares de la víctima que no quedaron conformes con la pena impuesta al imputado.
No se pide que reaccionen ante la censura o el obstáculo a la labor periodística; después de todo es sabido la existencia de cierta postura corporativa que incluso a veces está por encima de la defensa de la República, sino ante la violencia en sí misma.
Lo mismo que el Colegio de Abogados, que entendemos tampoco puede quedar impasible frente a esa realidad. Insistimos, no por la censura o el obstáculo a la libertad de prensa, sino a la agresión sufrida por la jueza Vivian.
Es cierto que estos hechos, que fueron repudiados por El Argentino en su edición de ayer, no pueden pasarse por alto. Pero, también es verdad que es necesario que todas esas instituciones que hoy guardan un incomprensible silencio, alguna vez colaboren con el diseño de un programa de cultura ciudadana que permita comprender mejor cómo se administran los conflictos en una sociedad organizada.
Por eso, la agresión verbal sufrida por la jueza Vivian debe ser rechazada de plano, se esté satisfecho o no con el veredicto en cuestión. Incluso también están previstos canalizarse por la vía institucional las sentencias que no satisfacen las pretensiones de Justicia.
Y en una situación hipotética, si alguien cree recibir violencia institucional, también tiene las herramientas para denunciar esa situación. Pero nunca la violencia o la agresión puede ser la forma de conducirse de una sociedad organizada. Jamás.
Del mismo modo que se rechaza la violencia que muchas veces padecen, por ejemplo, los agentes de Tránsito por parte de ciertos automovilistas que se enojan cuando son puestos en evidencia ante una infracción. O lo más recurrentes y por cierto muy graves, la violencia que de manera periódica que padecen los maestros por parte de padres e incluso de los propios alumnos. Los ejemplos son demasiados y por cierto agobiantes para quienes creen en la resolución pacífica de las controversias.
Todas esas expresiones -como los escraches en otros casos- en rigor reflejan un malestar social que, de no contenerse y canalizarse hacia la pacificación, alimenta la anomia y la propia violencia.
Lo ocurrido el viernes a la jueza Vivian, más allá del enojo que todo veredicto puede despertar, no puede tolerarse a través del silencio cómplice. Al menos El Argentino eleva su voz de rechazo y enfático repudio, y se espera que esta vez no sea en soledad.