Crudo testimonio de la hija de un jefe narco de Paraná: entre amenazas, crímenes y cocaína

Laura Godoy ofreció un duro testimonio donde relata el infierno que atraviesa desde que su padre, Julio Godoy, recobró la libertad.

Laura Godoy ofreció un duro testimonio donde relata el infierno que atraviesa desde que su padre, Julio Godoy, recobró la libertad.

De ANÁLISIS y Cuestión de Fondo

 

En exclusivo Laura Godoy habló anoche en el programa Cuestión de Fondo (Canal 9, Litoral) sobre su padre, un reconocido jefe narco Julio Godoy, que hace poco recobró la libertad.

Ella reveló el funcionamiento de la banda narco que lideró su padre y la vinculación con el crimen de Dalma Otero, ofreciendo detalles que hasta anoche no se habían hecho públicos. Además, denunció el abuso que sufrió por parte de su propio padre cuando era menor y la constante violencia de género que ejerció contra su madre.

Sostuvo que viven bajo amenazas, que su padre incluso les advirtió que les iba a hacer daños y reclaman a la Justicia porque no entiende cómo lo dejaron en libertad.

Cómo será el rechazo de su hija, que expresó de manera clara y contundente: “Para mí, él ya no es mi padre”.

 

-¿Qué edad tenías cuando supiste que tu padre era un jefe narco en Paraná?

-Tenía 17 años. Mis padres se habían separado cuando estaba cursando cuarto año de la secundaria. Cuando se separa, le dice a mi madre que, si antes le daba vergüenza, porque mi madre siempre estuvo marcada por él; siempre la golpeó y la lastimó mucho; le decía que si antes le daba vergüenza, lo que venía ahora iba a ser la vergüenza más grande que ella iba a tener. ¿Y cómo empecé a darme cuenta? Era adolescente, pero siempre fui más grande que la edad que tenía. Estuve casi un año sin hablarlo. Para ubicarnos estamos en 1995. Y no le hablaba por la violencia que él siempre ejerció contra mi madre. Al año lo empecé a ver. Íbamos los viernes; pero él siempre nos decía que cada vez que quisiéramos visitarlo (él se quedó en la casa de mi madre, porque nosotros huimos de ese lugar) teníamos que avisarle o llamarlo por teléfono. Y venía gente a la puerta de mi casa. Mi papá salía con cosas.

 

-¿Qué serían “cosas”?

-Y él salía con cosas envueltas chiquitas. Había olores raros en mi casa. Cuando me enteré lo que él era, comenzó un infierno. Mi infierno comenzó hace ya 31 años, por otro motivo que él hizo contra mí.

 

-¿Estamos hablando de un abuso?

-Estamos hablando de un abuso. Recordé muy bien mi abuso cuando pude estar bien con una relación de pareja. Siempre me costó tener relaciones. En algún momento él se sincera con nosotros; porque nos empiezan a marcar la casa que mi mamá alquilaba. Una vez le pusieron una bomba. Él había puesto rejas y todo, pero casi matan a las personas que estaban ahí. Tenía dinero. “Supuestamente” vendía autos. Y voy a ser muy sincera: en ese momento lo sentía mi papá y tenía el sentimiento de toda hija. Había como olvidado todas las marcas que tenía mi mamá e incluso había querido no ver eso, digamos.

 

-¿Y cómo viviste lo de Dalma Otero, dado que él apareció involucrado como parte del crimen, junto con Miguel Capobianco como ideólogo, entre otros?

-Lo que voy a decir a lo mejor me puede costar la vida. Es la primera vez que lo voy a decir públicamente. Sí ya se lo he contado a una jueza. Capobianco iba a la casa de mi papá. Nosotros los viernes cuando íbamos a comer con él, se presentó esa nueva persona, que era distinta a las que él se relacionaba. Era un hombre muy educado e incluso decía que a mi hermana le iba a conseguir una escuela católica. A mí me daba muy mala espina. Mi papá un día en broma nos dijo a nuestra familia que iba a cobrar mucha plata por matar a una mujer. Porque el esposo quería matar a su mujer.

 

-¡Eso le contó a ustedes! ¿Y cómo reaccionaron?

-Dijimos: “No, es una broma”; porque él es una persona muy sarcástica, perverso, psicópata. Así está definido él. Eso pasó. Esta persona (por Capobianco) siguió relacionándose con mi papá y se decía que era por ventas de autos, porque él trabajaba en una concesionaria. El día que sucedió eso (el homicidio de Dalma Otero), no me lo olvidó más. Estudiaba Ciencias Económicas y ese día me empezó a latir el corazón, estaba en una clase y salí disparando. Tenía las llaves de la casa que era de mi madre, pero era la que vivía mi padre, dado que tenía obsesión con esa propiedad.

 

-Fue un miércoles previo a Semana Santa. El 26 de marzo de 1997.

-Sí, me acuerdo, era 26 de marzo, lo recuerdo patente. Llegué (a la casa de su padre). Él no estaba. Era muy raro que no estuviera a la hora de comer. Entonces tiré un colchón en el comedor y prendí la tele. Me acosté a esperarlo, porque sentía que algo iba a pasar, pensando más que nada por la droga. Cuando lo escucho llegar, lo oigo con este chico que estuvo implicado (por Gabriel Massat) y que era un terrorífico criminal. Cuando escucho la voz de él, cerré los ojos como disimulando estar dormida. Abrieron la puerta y mi papá dijo: “Huy, está Laura”. “Andá, lávate las manos”, le dijo a este chico. Después que salió de lavarse las manos, le dijo: “Andá al fondo y quemá el maletín”. Al rato, hago que me despierto; escucho toda esta conversación y me dijo que él se había demorado porque se le había roto el auto. Pero, lo vi muy nervioso y prendía la tele continuamente. No recuerdo exactamente si ese día o al siguiente, fui de nuevo a la casa de él y miraba la tele, miraba el noticiero y cuando se dio la noticia, dijo: “Huy, mirá la mujer de Capobianco”. Y en mi mente, enseguida supe lo que había pasado.

 

-¿Te diste cuenta que él había sido parte?

-Supe que él había sido parte de la organización. Y que la persona que la mató es ese chico. Él se lavó las manos, quemó un maletín y se quedó con un reloj. Ese chico quedó con un reloj.

 

-¿Lo habló con su madre?

-No. Mi mamá no sabe nada de muchas cosas. Porque mi mamá tuvo un ACV

(Accidente Cerebro Vascular). Mi madre tiene marcas por todo el cuerpo. Siempre traté de cuidarla. Nosotros salimos de mi casa porque mi padre la amenazaba con que la iba a matar. Y nosotras, con mi hermana, dormíamos en el medio, tiradas en un colchón. Y nos turnábamos con mi hermana para dormir, para que él no se levante y la mate. Pero, lo “más gracioso” que me hizo él; cuando yo estaba casada, me dijo: “Laura, querés acompañarme a dar una vuelta”. Lo acompañé. Dimos muchas, muchas vueltas, ni sabía por dónde me estaba llevando y entramos a un departamento. Todo el departamento, todo, todo, todo, lleno de drogas.

 

-¿Dónde quedaba ese departamento?

-Después pude saber dónde quedaba el departamento. Era una cortada de Ramírez, que en frente había una estación de servicios.

 

-¿Y la droga qué era: marihuana o cocaína?

-Cocaína.

 

-Cuando dice “todo” el departamento ¿a qué se refiere?

-A todo. Este cuadrado (y señala un ambiente) lleno de drogas. Luego fue todo muy evidente. Mi papá reconocía lo que hacía. Perdí muchos trabajos por él.

 

-¿Y qué le pasó cuando detuvieron a su padre en aquel operativo en inmediaciones del túnel subfluvial?

-Yo estaba en Villa Urquiza. Iba a comenzar como gerenta de una prepaga muy conocida. Estaba descansando en Villa Urquiza. Él me llamó, le pregunté dónde estaba y me dijo que estaba en Paraguay tratando de conseguir unos repuestos para su Mercedes Benz. Y me dice: si vuelvo, paso por dónde vos estás. Pero me quedó como un nudo en el estómago. Esa mañana encendí el celular como a las 6 de la mañana y mi mamá que me llama para comunicarme que habían detenido a mi papá. Me tomé un remis y él estaba parado. Me vio. Me entregó un bolso, pero tenía papeles.

 

-Luego él se escapa.

-En total hace veinte años que él hace lo mismo. Se escapa. A mí muchos me quisieron matar, porque me insistían que siguiera con lo que él hacía, con su actividad. Me buscaban en todos lados. Querían el dinero de él. Suponían que lo tenía yo; como él es mentiroso y es una persona muy manipuladora e incluso se sabe disfrazar.

 

-Cuando él se escapa y se esconde en Buenos Aires. ¿Vos tenía contacto con él?

-No. En un momento de doy cuenta que él estaba en Paraná, porque yo dormía arriba de nuestra casa. Soy muy meticulosa por todo lo que pasé y porque él azotaba todas las cosas. Y encontraba dado vuelta mi televisor. Y era una evidencia que él entraba a la casa cuando yo no estaba y me movía las cosas.

 

-¿Y qué dijo al ser detenido en Buenos Aires?

-Él dijo que se entregó porque no podía vivir sin nosotras.

 

-Hasta que fue recapturado en Buenos Aires, ¿había hecho dinero con el narcotráfico?

-Sí. Se compraba propiedades. Él regalaba mucha plata. Todo el barrio vivía de él. Había mucha gente en mi casa, que le cocinaban, le lavaban, le cortaban el pasto; le compraba las máquinas para hacer las rejas, le pedían plata.

 

-Pero cuando usted dice esas propiedades, ¿de qué cantidad habla?

-Para hacer un edificio. Y perdió todo eso, porque cuando cae preso esa propiedad estaba a mi nombre y él tenía una novia que quería dinero, supuestamente para mantenerlo. Además, había un dinero que lo tenía su amigo que lo mataron: Alberto “Cuqui” Velázquez. Pero ese dinero lo tenía en la cuenta de una amante. Después sé que tiene otras cosas, pero no sé dónde.

 

-“Cuqui” Velázquez era muy cercano a su padre, una especie de lugarteniente.

-Lo mataron. En ese tiempo murieron todos, menos mi papá. Murió toda la banda y al único que no mataron fue a mi papá. Cuando volvió en la primera salida, más o menos en 2007, luego de cumplir la primer condena, creo que de seis años, vino a saludarnos. Luego nos llaman que había quedado preso porque no estaba la notificación de que estaba libre. Había visto que a mi casa había ido Roberto “El Ruso” Sterz, con quien tenía mucha relación.

 

-Sterz es el otro narco que está condenado.

-Sí. Sterz me fue a apretar muchas veces. La mujer me apretó continuamente pidiéndome una plata. Y no lo sé. Imagino que mi papá le habrá inventado que yo tenía la plata, me apretaban continuamente. Bueno, ese día de la notificación le hice requisar el bolso y tenía armas y drogas. Llegó y le dije que tenía cinco minutos para irse de mi casa y que no vuelva nunca más. Y ahora cuando volvió la última vez, fue en mayo pasado, vino a casa el mismo día que le dieron la libertad.

 

-A la casa de ustedes.

-A la casa de mi mamá. Apareció. Tiró los bolsos. Entonces mi madre me hizo una llamada desesperada, contándome que estaba él y le dije: prepárate y te busco. Lo llevé a mi casa, lo senté y le pregunté: ¿A qué venís? Me contó que vino buscando a Sterz porque pensaba que estaba libre, para hacer lo que él sabe hacer que es la cocina de cocaína. Otra persona, que es familiar de él, le dice que Sterz estaba preso. Y lo llevé hasta la casa de un familiar. Y ahí empezó todo. Mi mamá y mi hermana como todavía le tiene miedo, le querían pagar un lugar para vivir. Pero él quiere vivir en la casa de mi madre, porque enfrente está lo de Sterz. Y él pensó que podía seguir vendiendo droga. Le insistí que se fuera, que no entendía cómo una persona podía ser tan enferma; que nos había arruinado la vida a mi hermana, a mi madre y a mí y que nosotras teníamos familias constituidas. En ese momento empezó a decir que no iba a parar hasta dejarme a mí y a mi madre enterradas en la tumba. Y nos decía que nosotros sabíamos que él tenía amigos para contratarlos y hacer algo contra nosotras. Ahí tomé las riendas. Mi madre con mucho miedo, pero fui y radiqué la denuncia. Empezó a hacerse el loco, como que se le aparecía mi mamá y él estaba como perdido. En realidad, empezó a psicopatear para que mi mamá se fuera de su propia casa y él empezar a hacer lo mismo de siempre. Él no va a parar. Fue tres veces a violentarla a mi mamá. Mi madre colocó cámaras de video vigilancia y desde junio que no sale de mi casa. La familia de él lo ayuda mucho y por eso también nosotras tenemos miedo. A mi mamá le pusieron un botón antipánico y una vez lo activó y lo alcanzaron a detener.

 

-¿Eso fue la semana pasada?

-Así es. Fue el miércoles por la noche de la semana pasada. Cuando lo detuvieron, él les dijo a los policías que la restricción se había terminado. La Policía le mostró el papel de la restricción. Está claro que él miente, que está en sus cabales. Lo que nos preocupa que a él alguien le pasaba el dato: se iba la policía que custodiaba a mi mamá y ese era el momento en que él aparecía. Para mí, le ya no es mi padre. Acá hay un montón de vidas, una familia que está en peligro. En estos treinta días hasta que se haga el juicio podremos respirar o no, porque tiene amigos. Sabemos lo que se nos viene. Sabemos que él no va a parar hasta que pase algo de modo que mi mamá salga de esa casa, para que él se meta y así vender drogas. De todos modos, creo que ya debe estar vendiendo porque lo encontraron con dinero. Lo que quiero pedir es que piensen que él es una persona que vivió veinte años vendiendo drogas, con gente muy poderosa. Vi gente muy poderosa ir a mi casa.

 

-¿Qué gente muy poderosa?

-Políticos. La Policía también pasaba a cobrar por mi casa. Tengo miedo de decir lo que digo, pero no tengo problemas porque lo que quiero es que se termine todo esto. Quiero que sepan que ese hombre es un psicópata; que tiene cargada muertes; que abusó de mí. Yo ya estoy muerta como mujer, pero tengo a una personita a quien cuidar. Y quiero que los pocos años que le quedan a mi mamá, se merece vivir feliz. No entiendo por qué la Justicia a un hombre psicópata, enfermo como él, le dio la libertad. Estamos hablando de una persona que mata vidas; que quiere matar a la persona que engendró y a mi madre; que está dispuesto a todo. La persona que salió de testigo cuando lo vio, que lo conoce hace cuarenta años, dijo que nunca lo había visto tan sacado. Necesitamos que averigüen, que investiguen, que una persona que me quitó mi niñez, que lastimó como lo hizo a mi mamá pueda quedar libre.

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