La cinta narra la historia de dos amigas en un pequeño pueblo de provincia. Arita y Belencha están en ese momento de la primera juventud en el que en muchas provincias argentinas el dilema mayor es “irse a Capital o quedarse”. Belencha planea irse; su perra tuvo cría y las dos caminan las calles del pueblo con una caja con los cachorritos, a los que ofrecen en adopción. Esa línea estructura mayormente esta película, una suerte de road movie caminada de calle a calle, por caminos casi siempre de tierra, con estaciones que son casas de los pobladores o los comercios. Ahí surgen desde historias de mascotas hasta intentos de levante.
Las charlas en las casas siempre abiertas, los caminos, el atardecer en el campo: lo que se perderá al irse (sí, hay un novio que duda, pero no parece tan importante). La película de Iván Fund y Andreas Koefoed se centra en ese lazo de amistad al que se le impondrá la distancia, y se divide en dos partes. La más extensa es la más narrativa, que se sostiene de situaciones y diálogos creíbles, cálidos, con no poco humor. La segunda parte, la B, es más breve y reflexiva, y en 3D, que expande tanto los espacios como las emociones.
Los dos directores se conocieron en un festival de Copenhague. De allí surgió AB. El danés Koefoed se dedica a los documentales mientras que Fund está orientado hacia la ficción; indica El Diario.
“Andreas como documentalista estaba tratando de hacer algo más ficcionalizado”, confió Fund y el encuentro permitió que produjeran esta película que si bien no es estrictamente documental, en la que la cámara sigue a las protagonistas, al estilo Fund, por las calles del pueblo.
Ellas, Araceli Castellanos Gotte y Belén Werbach que ya habían trabajado en Yo no tuve miedo, desarrollan la historia sin un guión pre establecido sino que solamente partieron de indicaciones sobre las escenas.
Según relató Koefoed se les pidió a las actrices y a los actores que fueran “ellos mismos los que contaran la historia, en el marco de las escenas que han armado”.
“Normalmente, cuando hacés documentales tenés que seguir a la gente y esperar que pase algo, pero acá armamos las escenas nosotros. El tema era verdadero, su separación. Va a lucir como un documental, pero ha sido un poco manipulado y creo que ese es un método que usa Iván y fue muy inspirador para mí”, indicó.
Por su parte, Fund resumió la película de la siguiente manera: “Es un intento de retratar esta amistad entre estas dos chicas que han terminado el secundario hace poco, que viven en un pueblo en Entre Ríos, que empiezan a darse cuenta de que tienen que tomar decisiones que las van a separar. Cada una quiere seguir un camino diferente en su vida. La idea era retratar esa amistad, ese momento que están transitando, y a la vez hacer una suerte de retrato periférico de ese lugar que ellas de alguna manera van a dejar. La línea dramática está guiada porque una de ellas tiene una perra que tuvo cachorritos y la misión que tienen para compartir es esta especie de eucaristía de perritos, van repartiendo los perritos para dar en adopción. Van visitando casas, lugares, personas del pueblo”.