A 72 horas del cierre de listas, González aseguró a El Diario que su postulación está más firme que nunca, lo que obligaría al gobernador Sergio Urribarri a competir en internas el 14 de agosto. Y abriría la posibilidad de que el bustismo y el radicalismo, ambos con lista única, le voten en contra.
En los últimos meses, se dio por hecho en cualquier análisis o especulación sobre el escenario electoral entrerriano que el gobernador Sergio Urribarri encabezará, en el orden provincial, una lista única en el Partido Justicialista. Pero anoche González juró que el domingo presentará su lista en el PJ.
González es conocido en el ambiente político por haber, queriéndolo o no, desempeñado un papel que sirvió para que un candidato o una lista sin oponentes en el PJ termine, al pasar por el filtro de la interna, legitimándose políticamente para la elección general.
Ahora parece dispuesto a repetirlo. De hecho reservó su número de lista en la Junta Electoral partidaria. Ha dado todos los pasos formales como para tomar en serio sus declaraciones.
Pero esta vez, la combinación de una cuestionada normativa como la Ley Castrillón -que regula la interna abierta y simultánea del 14 de agosto- con la situación especial por la que atraviesa el peronismo entrerriano -con nada menos que su dirigente político más importante desde la reapertura democrática, Jorge Busti, jugando por primera vez por afuera del partido- definió un escenario en el que una precandidatura de González adquiere otra importancia.
Reglas
La Ley Castrillón no obliga a los partidos que acuerden lista única a presentarse a competir en las internas simultáneas. Hoy es virtualmente un hecho que Jorge Busti no tendrá oponentes en el Frente Entrerriano Federal y que lo propio ocurre con el único postulante a la gobernación por la Unión Cívica Radical (UCR), Atilio Benedetti. Pero con González anotado para la interna del PJ no se puede decir lo mismo de Urribarri.
De ser así, el 14 de agosto ni Benedetti ni Busti tendrán boleta en el cuarto oscuro, tampoco las habrá de otras fuerzas en las que hay un solo candidato a gobernador, como PRO. Sólo estará la de Urribarri y la de González.
La Ley Castrillón permite además que en la interna de un partido puedan votar no sólo los afiliados a ese partido y los independientes, sino también los afiliados a otros partidos. Como los radicales, los bustistas, los socialistas, los macristas ese día no tendrán precandidatos a gobernador por quien votar, podrán, si así lo deciden, elegir en la interna del PJ al candidato con el que prefieran competir en la general.
Las particulares reglas de juego aplicadas al actual escenario político habilitarían la posibilidad de que toda la oposición política provincial pudiera promover un voto que no sería a favor de González sino en contra de Urribarri. Así lo permite la normativa que el poder político (legisladores y el propio gobernador que no impulsó su derogación) y judicial (hace más de un año que se presentaron planteos de inconstitucionalidad) mantuvieron con vida estos cuatro años.
De hecho
El eventual daño al oficialismo que puede provocar González se potencia si se tiene en cuenta que las internas simultáneas del 14 de agosto para cargos provinciales, en las que el voto no es obligatorio, se realizan en conjunto con las primarias nacionales, donde el voto sí es obligatorio para todos los ciudadanos. Y también es obligatoria la competencia en el orden nacional aún para los partidos que hayan consensuado una lista única, a los que se los obliga a reunir votos en una cantidad de al menos el equivalente al 1,5 por ciento del padrón, como condición para poder participar en las generales de octubre.
Esto es: el 14 de agosto todo el mundo tiene que ir a votar. Es como una elección general, es obligatorio. Y la simultaneidad termina, de hecho, dándole el carácter de obligatoria a las internas provinciales, donde el voto es optativo.
De este modo, si existiera de parte de algunos sectores de la oposición la decisión de promover un voto en contra de Urribarri (a favor de González), ya tendrían la movilización asegurada, porque la gente tiene la obligación de ir, DNI en mano, a las escuelas, como si fuese una elección general.
Todavía no está definido por la autoridad electoral si habrá cuartos oscuros separados para la obligatoria nacional y la voluntaria provincial. Una medida de este tipo -que requeriría duplicar las necesidades edilicias de los centros de votación- reduciría la incidencia de la primaria nacional sobre la interna simultánea provincial.
Potencial
Si el contexto fuera un poco más equilibrado; si la UCR, el PRO, los socialistas, tuviesen sus respectivas internas, los afiliados a esos partidos votarían por sus precandidatos preferidos y no podrían “meterse” en la interna del PJ para incidir en la definición del adversario que más les convenga para la general.
En un caso así, sólo quedaría abierta la posibilidad de que Busti, en su pelea con Urribarri, buscara perjudicarlo. Las expectativas en ese hipotético caso no serían más que provocar daño: la certeza de que no hay aparateada peronista que pueda hacer ganar a González deriva del hecho de que Busti se fue del PJ justamente porque no confiaba en poder vencer en la interna a Urribarri, que controla la estructura del partido. Luego, si Busti en persona no podría con esa estructura, mucho menos González, por más apoyo bustista que recibiese. Sería, en tal caso y finalmente, una manera de legitimar el seguro triunfo de Urribarri. Es más, si se supiera que González recoge un soterrado apoyo de Busti, se daría lugar a lecturas que hagan hincapié en la debilidad de Busti.
Pero ni la UCR, ni el PRO, ni los socialistas y se supone que tampoco los peronistas disidentes (Maya, Alasino) irán a internas para el cargo de gobernador, con lo cual todo el arco político que, para decirlo de un modo didáctico y reduccionista, apoyó la protesta en 2008 por la resolución 125, estaría en condiciones de expresarse el 14 de agosto en contra de Urribarri. Incluido, claro, el inescrutable conglomerado de electores no afiliados a ningún partido.
(Foto: El Diario)