Ese día daremos una fiesta
la invitación será llevada por los vientos
para que incluso aquel que vive lejos
y que no siempre suele estar como la gente
no tenga dudas de que ha sido convocado
y que esta vez es bienvenido su presente.
Cubriremos las mesas con manteles
comeremos del plato como cerdos
no, como esos hombres que parecen,
cerdos por su modo o por su aspecto,
sino el chancho, el que vive con nosotros
como lo hacen los pájaros o el Pedro.
Bailaremos la danza màs perfecta
con giros, pasos dobles y saludos
beberemos las uvas de los vinos
y ya nadie espiarà cómo vivimos.
Habrán patios de luz para los niños
y el que es joven y el que no, serà lo mismo.
Soltaremos la bronca cual paloma
pues convivir con el dolor no es una broma.
Nos pondremos muy en pedo de felices
mientras el sol nos pela las narices.
Y los verdes, los rìos y los mares
seràn senderos hacia tantos mil lugares
donde otros amigos festejando
con su risa y con su llanto iràn cantando.
La memoria tambièn serà invitada
para no perder de vista lo que fuimos
y entonces sin olvidos y con ansias
le saldremos al paso a los caminos
que nos lleven sin prisa y sin retraso
hacia el rumbo que hayamos elegido.
Quiera el hombre, su dios y el buen destino
que ese día nos sorprenda prevenidos.
*Texto de Mario Martìnez (1985).