-Los socialistas. Fue en el auditorio de la Biblioteca Popular de Paraná donde Jorge Rivas, presidente del Partido Socialista de la provincia de Buenos Aires, desgranó las razones que tuvieron los socialistas de ese distrito para incorporarse al Frente para la Victoria que promueve la fórmula Cristina Fernández de Kirchner - Julio Cobos. Como una consecuencia de esos fundamentos, explicó su pasaje para ocupar la estratégica vicejefatura de Gabinete, cuya jefatura preside Alberto Fernández. Para ampliar la mirada sobre lo que se comenta, se puede decir que esta posición de Rivas no es aislada: además de contar con la aprobación del partido de su distrito, este paso también es acompañado por Oscar González, otro caracterizado dirigente del socialismo capitalismo, y Ariel Basteiro, dirigente gremial y encumbrado referente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Las expectativas que despertó la presencia del dirigente socialista en Paraná fueron considerables si se tiene en cuenta la apatía que domina este tramo de la campaña electoral. Es que en alguna medida este prolijo y destacado referente del socialismo viene a transparentar tendencias que hasta ahora han tenido una vida fundamentalmente subterránea.
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-Situaciones. Que la estocada se hizo sentir no existen dudas. Al día siguiente Juan Carlos Lucio Godoy, candidato a senador nacional por el Encuentro Amplio Entrerriano, destacó la cualidad intelectual de Jorge Rivas y la amistad que han sabido cultivar. Pero además, en las declaraciones de Godoy estuvo presente una consideración respetuosa de la posición asumida por Rivas. Como pensando en voz alta, Godoy señaló que este gobierno -en referencia al nacional- tiene posiciones atractivas y otras no tanto. Para tomar la posición que ha adoptado Rivas, valoró como más importante las primeras. Estas consideraciones en las palabras de Godoy son dignas de tener en cuenta.
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-El devenir del Frente Grande. Esta presencia electoral del dirigente socialista abre la perspectiva para poder cuantificar la relación que se ha ido dando entre el progresismo y el justicialismo provincial. Con distintos grados de aproximación o apoyo, lo cierto es que la totalidad de la dirigencia que se alternó en la conducción del Frente Grande entrerriano tiene como centro de su posicionamiento político al Partido Justicialista. Este registro sería un dato anecdótico más si no se tomara en cuenta que esta fuerza política lideró un agrupamiento importante de la militancia popular en la década de los 90, llegando a tener en dos períodos legislativos consecutivos dos diputados provinciales y a colocar un diputado nacional en octubre de 1997. En ese proceso electoral de 1997, cuando la Alianza se impuso por primera vez al justicialismo menemista, en Concordia Busti también fue derrotado en forma categórica. Es decir, esa dirigencia frentegrandista que en la actualidad gira alrededor del justicialismo fue la única que en la Alianza le supo ganar a Jorge Busti en su ciudad natal.
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-Busti y el destino de la Concertación Entrerriana. El creciente alineamiento del progresismo en la relación con el justicialismo fue alternando posiciones de lo más variadas. Hubo quienes se volcaron en el apoyo exclusivo a la propuesta nacional pero manteniendo la hostilidad frente al gobierno de Jorge Busti. Otros entraron por la puerta abierta por el gobernador y desde ahí se envolvieron en las banderas del kirchnerismo. Por último, también existen los que apoyaron los dos procesos: el provincial y el nacional. Pero a medida que Busti fue migrando desde la neutralidad hacia el apoyo activo y decidido a la propuesta nacional de los Kirchner, el justicialismo fue gravitando en forma más decisiva en la franja electoral del progresismo, envileciendo las distintas propuestas que se obstinaban en mantener posiciones confrontativas. Este accionar por parte de la cúpula del justicialismo provincial tuvo un efecto devastador para el derrotero de lo que primero se denominó Concertación Nuevo Espacio y luego Concertación Entrerriana. Este agrupamiento emergió como pretendida ruptura del justicialismo, articulando una confluencia con figuras que se habían fraccionado del Partido Radical como consecuencia de la disidencia que surgió en esa agrupación tras la gobernación de Sergio Montiel.
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-El tiro del final. Así las cosas, la Concertación Entrerriana fue perdiendo fuerza como agrupamiento con temperamento transformador. La imaginación y la audacia, condimentos fundamentales cuando se quiere desarrollar una fuerza política nueva, no fueron materia de cultivo en la Concertación. El agrupamiento como tal no asumió ninguno de los conflictos que movilizaron la rutina doméstica de los entrerrianos. En relación inversa a Busti, Emilio Martínez Garbino fue tomando distancia del gobierno de Kirchner pero siempre en un tono disipado, desaprensivo, que no permitía ubicar en la ciudadanía un marco nítido de posicionamiento político. Es decir, no terminaba de definirse en la confrontación o el apoyo al gobierno nacional. La posición indefinida fue la causa de una sensible caída de su electorado en octubre del 2005. No es una cuestión menor destacar que en esas elecciones por primera vez la Concertación perdía en el municipio de Gualeguaychú. O sea, si bien la caída electoral de la Concertación no era abrupta pues lograba colocar nuevamente un diputado nacional, el hecho de no seguir trepando tal como eran sus expectativas más la derrota en Gualeguaychú y en La Paz, eran datos que anunciaban que las cosas no salían según como las pensaban. El dato electoral se tradujo rápidamente en crisis con la ruptura de Juan Domingo Zacarías y su regreso a la órbita del justicialismo. En las elecciones del 18 de marzo, la presencia de la Concertación Entrerriana fue una especie de divertimento para la cúpula del PJ. Un manejo fino de determinadas encuestas hizo que Martínez Garbino apareciera como una opción claramente ubicada en el segundo lugar, por lo tanto arriba del Partido Radical. Como para endulzar el paladar de los dirigentes de la Concertación, algunas encuestas llegaron a aventurar que Martínez Garbino era un claro competidor de las pretensiones de Sergio Urribarri. La maniobra fue fina y audaz a la vez. La malicia estaba puesta en que se presentaba como intención de voto los datos que se correspondían con la buena imagen. Hay que repasar y tener presente que al lanzarse la campaña electoral de marzo pasado, Emilio Martínez Garbino era el candidato más conocido en la provincia y disputaba con Jorge Busti la buena imagen de la opinión de la ciudadana.
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-Encuestas y pronósticos. Las encuestas cualquiera sea la consultora tienen un temperamento conservador. Captan determinadas tendencias y desde ahí les cuesta moverse. Las dificultades se presentan cuando lo que está en juego son las candidaturas a cargos ejecutivos, sean nacionales o provinciales, pues en esos procesos electorales hay polarizaciones que aparecen con nitidez en los últimos tramos. Es el reciente caso de Córdoba, cuando en la semana última hubo un vuelco masivo del voto radical hacia el candidato del Partido Nuevo, Luis Juez. El electorado que quería castigar al oficialismo justicialista, caía en la evidencia de que el candidato con posibilidades de derrotar a Juan Schiaretti era Luis Juez pues el candidato radical, Mario Negri, aparecía disminuido. El desplazamiento del voto radical fue notable al punto que en las boletas para legisladores el radicalismo mantenía el segundo lugar detrás del justicialismo y tercero, pero con varios puntos atrás, aparecían los candidatos del Partido Nuevo.
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