Por Camila Fernández
“Cuando dejé de fumar noté que me faltaba menos el aire. Pero lo que más me impresionó fue el olor, se acerca un fumador y siento desde lejos ese olor a tabaco que es horrible. No puedo creer que yo haya tenido ese olor en la piel y no lo haya sentido” (Patricia, 28 años, ex fumadora).
Actualmente la Organización Mundial de la Salud calcula que en el mundo hay más de 1.000 millones de fumadores y que el 20 por ciento son mujeres, cifra que van en aumento y preocupa tanto como la naturalidad con la que el consumo de tabaco en las adolescentes se va convirtiendo en un vicio normal. Los datos de 151 países indican que alrededor del 70 por ciento de las chicas fuman cigarrillos, frente al 12 por ciento de los varones de la misma edad.
Por su parte, en Argentina, tercer mayor consumidor de tabaco de América Latina y el Caribe, fallecen al año aproximadamente unas 40.000 personas por causas vinculadas con el tabaco (afecciones cardiovasculares, cancerígenas y respiratorias) y de esas miles de personas 6.000 son fumadores pasivos. Se estima que el 27 por ciento de la población adulta fuma y que de ese total, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, 4 millones son mujeres. Y en cuanto a lo económico, 1.725 millones de dólares es el monto que el país invierte en tratar las enfermedades causadas por la adicción al tabaco.
En lo que concierne a Entre Ríos, las damas llevan la delantera con el 56 por ciento del consumo sobre el 44 de los hombres. La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2005–2009 (últimas estadísticas disponibles) afirma que en las ciudades de Paraná y Concordia alrededor del 50 por ciento de las personas mayores de 18 años consumieron tabaco alguna vez. De ese total, el 52,6 por ciento comenzó a consumirlo entre los 15 y 19 años y el 23 por ciento fumó antes de los 15.
Según diversos estudios, esta situación es propia de los “países en desarrollo” como los de América Latina, víctimas de las feroces campañas publicitarias de las tabacaleras. Vale aclarar que las mujeres han sido desde la década de 1920 un blanco permanente del marketing de las compañías de tabaco, pues además de ser una población importante, son consideradas vehículos de ingreso del consumo de cigarrillos al ámbito familiar-doméstico. Una mirada sexista que aún rige las estrategias publicitarias que ofrecen una vida social e independiente para la mujer fumadora y un método para calmar el apetito sin atenerse a rigurosas dietas.
Vos, fumá
Uno de los modos más antiguos de publicitar el consumo de tabaco es a través de los medios masivos de comunicación, desde frases como la de Carlín Calvo en la histórica Amigos son los amigos en televisión, la imagen de modelos perfectas y atléticas a las que no les falta el aire si tienen que correr con un cigarrillo en la mano, hasta los íconos del cine. Muchos recordarán la presencia del cigarrillo desde edades muy tempranas de Hollywood en los labios de las bellas Ryta Hayworth, Betty Grable o Rosalind Russell. Ellas fumaban Chesterfield y participaban de la elección de la chica Chesterfield del mes. De hecho, la cantidad de mujeres de entre 18 y 21 años que empezó a fumar a principios del siglo pasado se triplicó en 1925 y otra vez lo hizo en 1939, días de guerra donde una de las pocas cosas que florecía era la industria norteamericana del cine. Pero en Argentina también tenemos a nuestras propias estrellas. Basta con pensar en cuántos cigarrillos se habrá fumado Celeste Cid en la exitosa Resistiré o el actual personaje Greta en la telenovela El Elegido, representado por Mónica Antonópulos. Ni hablar de Graciela Borges o Valeria Bertuccelli en la pantalla grande.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
