Antonio Tardelli
La idea sintetizaba la extrañeza política: “Contra Menem estábamos mejor”.
Se expresaba así el desconcierto que ganó a sectores que, habituados durante el período neoliberal a un consecuente rol opositor, se desayunaron un día con que el kirchnerismo aplicaba políticas que, si no eran absolutamente antagónicas a las del menemismo, no podían ser con ellas emparentadas sin más.
Menem y su gobierno no dejaban dudas respecto de dónde había que ubicarse. Por eso, con Menem era más sencillo.
Aquello que determinados actores experimentaron frente al cambio de situación general puede verificarse hoy, en particular, ante una problemática específica. Se trata de la inseguridad.
Durante el menemato, tiempo de exclusión social y valores dislocados, las explicaciones en torno de la inseguridad surgían claras. Todo era nítido. El delito no era sino una consecuencia natural, fruta madura, de una política, una realidad y una ideología más amplia.
Con los niveles de desocupación por las nubes, con la agudización de la miseria, con el crecimiento de la indigencia, con la aparición de nuevos pobres, el escenario social era campo orégano para que prosperase la violencia. Sujetos despreciados por el sistema, sin presente ni futuro, huérfanos de horizonte, optaban por el delito con lógica implacable.
Ni la ley ni el sistema les reservaban un lugar.
Pobreza, armas, drogas, marginalidad, desempleo, anomia. Todo ello, al mismo tiempo, en un combo explosivo, permitía entender. Todo era comprensible.
Pero el menemismo acabó y las orientaciones neoliberales –hay cierto consenso respecto de ello–, también.
Mas el delito sigue allí.
¿Y entonces?
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Horas antes del crimen del contador Ricardo Lizarraga, ultimado de un balazo cuando en su vehículo emprendió una persecución hacia quienes en los minutos previos le habían robado la moto a su hijo, un oportuno informe del sitio Entre Ríos Ahora repasaba con crudeza los datos de la inseguridad: apenas superada la mitad de agosto, tres personas habían muerto en Paraná como consecuencia de disparos de armas de fuego. Cuatro individuos, además, habían sido heridos en sucesos delictivos.
El reporte consignaba: “La situación que viene en crecimiento desde hace un par de años parece naturalizarse cada día, a través de noticias que se cuelan entre una lista larga de temas de todo tipo y con escasa repercusión entre quienes tienen a cargo las responsabilidades de bregar por el bien común de todos los ciudadanos”.
(Más información en la edición gráfica número 1008 de ANALISIS del jueves 28 de agosto de 2014)
